Capítulo Uno

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〖Y ahora me pregunto, ¿Qué pasaría si estuvieras aún aquí?〗

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〖Y ahora me pregunto, ¿Qué pasaría si estuvieras aún aquí?〗


Primer encuentro: Preparatoria de Johan Smith


Últimos meses de preparatoria después de recuperarme en el hospital, no paro de pensar en Morgan y que todo lo que tengo ahora de ella es este pequeño trozo de diario quemado como recuerdo; un "Te amo" que lleva escrito no es suficiente respuesta para saber si tendrá algún regreso definitivo a mi vida, necesito tenerla de nuevo a mi lado pues sufro cada día miserable sin tenerla, no logro superar el dolor ardiente de mi estómago por las garras del dominante y como me arde el corazón al pensar entre lágrimas en Morgan.

—Un día más, un día menos. —Me dije mientras tomaba mis libros del casillero que con fotos de Jennie, Morgan y el lago llené—. Tal vez esta vez tenga tiempo para hacer algo más que medicarme. —Solté un suspiro recordando la cantidad de píldoras que tomo de forma seguida.

He confesado todo lo que he visto antes de mi accidente y durante este, me han tomado por loco haciendo que tome mediaciones para la esquizofrenia y depresión ya que la muerte de Morgan "me había hecho daños psicológicos". En plan, si pero no de ese modo, joder. Estuve en un psiquiátrico incluso sólo por confesar, debí haber dicho que un tío drogado nos había atacado en el bosque y que me había quemado con una rama que el trueno había tirado de un árbol pero ahora el drogado todo el día soy yo, pastilla tras pastilla me voy tragando esperando que en serio no haya sido una locura todo lo que he visto en mi apartamento, en el lago y diario de Morgan.

—¿Por qué estás dudando de ello, Johan? —Morgan sobre mi casillero cuando lo cerré fue casi como un susto.

—Se supone que no eres más que un trauma, Morgan. —La miré sin problemas pues estaba algo solo en el pasillo.

—Pero acabas de tomarte una pastilla para ello hace unos minutos y aún sigo aquí. —Bajó de mi casillero y me abrazó por el cuello para darme un beso—. Sé que me extrañas aunque no lo demuestres cuando estoy cerca.

—Es muy probable que tengas la razón. —La abracé por la cintura apoyando mi frente en su hombro—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí viéndome?

—El suficiente tiempo para decir que te toca matemáticas ahora y te sentarás como siempre en la parte de atrás para poder hablar cómodamente conmigo.

—Tienes razón. —Le tomé de la mano para ir a mi clase de matemáticas y me senté al final del aula.

La clase se ponía aburrida desde que empezó pero aun así tenía a Morgan sobre mis piernas para entretenerme un poco o incluso descansar abrazando su cintura mientras apoyaba mi cabeza en sus pechos, son tan suaves que parecen malvaviscos fáciles de comer por estar a mi alcance.

—Johan, ¿En qué estás pensando? —Pregunta Morgan mientras acaricia mi cabello lentamente.

—En malvaviscos. —Se notaba un poco el rubor de mis mejillas al mencionarlo—. Me gustaría perder esta clase, igualmente ya lo tengo ganado pero las ausencias quitan más que las malas notas.

—Eso es muy cierto, ¿Por qué no pides permiso para ir al baño? El que te demores un poco sería normal por tus pastillas, el tiempo en el hospital y sobre todo, estoy 99,9% segura de que estás pensando en mis "malvaviscos".

—¿Cómo estás tan segura de ello? —Acaricié sus piernas. Esos grandes y suaves muslos capaces de romper la cabeza de alguien si Morgan quisiera.

—A menos de lo que siento abajo sea tu celular no creo que hayan creado uno tan grande. —Se rio de mi vergüenza.

Nunca he sentido esa clase de deseos en esa parte, ahora que Morgan lo menciona mi cara se tornó roja como un chile, con mi suéter amarrado a mi cintura me levanté y pedí permiso para salir al baño; ni siquiera esperé la respuesta del maestro pero me dirigí rápido al baño más cercano para lavarme la cara y encerrarme en un cubículo del baño.

—¡¿Cómo mierda me quito esto?! No puedo volver allá así.

—¿Y si piensas en algo diferente? —Sugirió Morgan a mi lado—. Algo que no tenga que ver con mis suaves y tentadoras tetas, incluyendo mis grandes y apetecibles muslos.

—Siento que lo estas haciendo peor. —Y vaya que lo siento, ahora es tan incómodo llevar el jean algo ajustado puesto.

Al intentar acomodarme un poco el pantalón tan sólo sentí un poco el movimiento de mi verga dentro de mi bóxer. Morgan no ayudaba en nada sugiriendo esa clase de pensamientos lujuriosos y tentadores en mi maldita cabeza ahora, sólo cerré la tapa del váter para sentarme he intentar calmarme un poco pues mi cara volvía a arder de vergüenza.

—Morgan, sólo cállate pues no me estas ayudando en absoluto.

—Nunca has hecho algo así, ¿Verdad? —Mierda, como se nota mi virginidad y pocos deseos carnales a esta maldita edad cuando todo el mundo está pasando por esas experiencias aún.

—Nunca he sentido la necesidad de tener relaciones sexuales pues me concentro primero en el amor y tiempo de caridad.

—Esta vez te ayudaré, yo si he pasado por cosas así pero me lo quitaba yo misma, ¿Quieres que lo haga? —Se arrodillo frente a mi con una mirada que reflejaba inocencia pero a la vez me atraía de forma inigualable.

—Si esta vez me ayuda como dices, pues no quiero demorarme mucho acá encerrado. —Solté un suspiro intentando relajar mi cuerpo.

Mi relajación no duro mucho al ver que Morgan bajaba la cremallera de mi pantalón dejando casi libre mi verga de la incomodidad de la ropa. No sabía muy bien que haría Morgan al verla, sería bastante vergonzoso este momento si no empezara a gustarme como su mano pasaba por la punta de mi erección a través de la ropa.

No puedo acostumbrarme a esto de los deseos pasionales, sería descarado de mi parte el disfrutar seguidamente de esto cuando lo que pienso de jóvenes haciéndolo repetidamente es demasiado ofensivo e interesado en una relación como yo me las planteo.

—Morgan... —Suspiré en voz baja pues no sabía quién más escuchaba.

—¿Problemas, Johan? —Me dirigió una sonrisa inocente mientras seguía torturándome pasando su delicada mano por mi verga por encima de mi bóxer.

—Se esta haciendo incómodo que lo toques así.

—¿Quieres que comience ya? Que apurado para tu primera vez. —Se ríe un poco al quitarme el bóxer, noté como sus mejillas tomaban color como antes—. Nunca me habías dicho que tenias secretos de gran tamaño.

—Nunca preguntaste. —Me sonrojé, no es más grande que mi vergüenza en este momento pero supongo que no hay vuelta atrás.

—Debería haberlo preguntado para prepararme mejor.

Morgan acercó sus suaves labios a la punta para darle un pequeño beso, sin dudas hizo que se moviera del entusiasmo al sentir contacto con su boca, comenzó a lamerlo como una piruleta para luego meterlo en su boca haciéndome sentir incómodamente satisfecho. Joder, esta experiencia es tan nueva que no puedo evitar dejarme llevar por el calor del momento, comencé a empujar con algo de rapidez la cabeza de Morgan preparado para volver a relajarme de nuevo.

·Dear Johan· [Segundo Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora