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El fin de semana pasó, y eso solo significaba una serie de cosas para el trigueño. En primera, era lunes y odiaba tener matemáticas a primer hora. Segundo, se despertó sintiéndose como una bolsa de papas a pesar de haber dormido bastante bien en los brazos de alguien. Y por último, verle la cara a sus amigos con los cuales, debía hablar. No tenía idea de qué les diría pero supondría que una disculpa a Shikamaru por tratarlo un poco mal elevando la voz y tal, y luego seguiría con su vida sin hablarle a Sakura, con Ino detrás odiandolo y con Hinata insistiendo en rearmar el grupo cuando era la única interesada. Ni él ni los chicos estaban interesados en volver a hablar con regularidad. O eso parecía por las actitudes de todos, incluido él mismo. Se quitó el casco y se lo extendió al pelinegro frente a él.

— Gracias por... el aventón. — Agradeció, y aunque quiso sonreírle para demostrar su agrado por estar ahí con él solo le salió una mueca. No estaba acostumbrado a esta familiaridad que sentía, ni a ser tan cercano a alguien y mucho menos sentirse así estando con un chico. Ya lo asumió, le atrae un chico, eso no significaba estar enamorado o completamente perdido. Se estaban conociendo y se sentía bien eso, no quita lo nuevo de la situación y el que le costas acostumbrarse.

— Cuando quieras, lindura. — Sonrió al ver el leve sonrojo en la cara del contrario. Descubrió que le gustaba mucho esa reacción en el rubio. — Quiero un beso de despedida, me lo debes por besarme con tu horrible aliento mañanero.

— Cállate, alguien te va a escuchar. — Le dio un golpe sin fuerza. Dejó la mano descansar un momento ahí, sintiendo las pulsaciones del mayor. Miró como una mano pálida se apoyo sobre la suya y no supo en qué momento ahora tenía unos labios sobre los suyos reclamando espacio, marcando un ritmo lento, apagando todos sus sentidos y tirando todas sus barreras por un momento. No podía pensar bien con claridad, solo en lo cálido que se sentía el tacto delicado y una mano helada que sintió en su cintura lo hizo estremecer. Sasuke había colado su mano por debajo de su buzo. Y quizás ahí viendo tuvo un momento de conciencia fue cuando tuvo que separarse. Estaban en la entrada de su secundaria, cualquiera podría verlo y sí, los vieron, y las personas más inoportunas.

— Esto debe ser una puta broma, ¿Sasuke? Oh, dejame adivinar, ¿Naruto? — El último mencionado se separó enseguida del chico que aun estaba sentado en la moto y se giró sobre sus pies para ver a quien ya sabia quién era. Solo alguien tenía la voz tan chillona y conocía el nombre de su no-novio(aun).

— Sakura. — No sabe como es que pudo hablar, se había quedado paralizado al verla a pesar de ya saber que estaba ahí. La chica estaba roja, pero sabía que eso le pasaba cuando se enojaba. Ino estaba junto a ella también molesta y con una cara que reflejaba un claro disgusto. — Yo...

— No hace falta que expliques nada, es obvio que no tienes códigos de amistad. — La rubia tiró leña al fuego y colocó una de sus manos en el hombro de su amiga. — No sé cómo te enamoraste de ese idiota y el otro idiota haya sido tu amigo.

— Oye, cuida tu boca, rubia. — Bramó el azabache, no le importaba que lo insulten, pero no permitiría que insulten, las supuestas amigas, a su chico.

— Es complicado, puedo explicarlo dattebayo. — Se apresuró a decir intentando calmar el enojo de ambas chicas en especial hacia su persona. También le dirigió una mirada a Sasuke intentando decirle que se calle y no diga nada que pueda empeorar las cosas, en respuesta el otro solo rodó los ojos.

— No queremos explicaciones de alguien que está loco. — La rubia platinada fue demasiado lejos y el trigueño sintió la sangre hirviendo en sus venas. Lo sabía, él con el tiempo logró convertir la tristeza en ira y sabía que ese comentario le había dolido más de lo que quisiera admitir. Hoy era un mal día desde que abrió los ojos y quería que la tierra lo tragase, pero no, no iba a llorar, debía ser fuerte.

𝗝𝗼𝗱𝗶𝗱𝗼 𝗵𝗶𝗹𝗼 𝗿𝗼𝗷𝗼. ⚣︎⚤︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora