1

389 31 17
                                    

Pasó un mes desde que Iguro visitó por primera vez aquella sencilla pero acogedora cafetería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasó un mes desde que Iguro visitó por primera vez aquella sencilla pero acogedora cafetería. Se había vuelto un cliente frecuente, no solo por el lindo chico de exóticos ojos que trabajaba como barista, sino también por sus deliciosos postres y cafés. Aquella mañana, iba acompañado de Sanemi.

—¿Quieres que te traiga algo? —le preguntó el peli-negro a Sanemi, mientras este aparcaba el carro frente a la cafetería.

—No, gracias. Ya he desayunado —respondió el peli-blanco con desgana.

Iguro bajó del carro y se dirigió a la entrada de la cafetería. Su pintura era negra, contrastando con los grandes ventanales que dejaban ver el interior. Un toldo blanco cubría la entrada, donde había algunas mesas para quienes quisieran comer al aire libre. Grabado en el toldo, se encontraban unas letras, que uniéndolas dicen Hashira Coffee, siendo este conjunto de letras el nombre del local. A un lado, se podía observar el menú con los especiales del día y unas plantas de adorno le daban un toque verde al lugar.

Al entrar, el peli-negro sintió el aroma a café recién hecho y a repostería casera. Las paredes eran blancas y de ladrillos, creando un ambiente rústico y moderno a la vez. Las mesas estaban bien distribuidas, dejando espacio para caminar sin agobios. La iluminación era cálida y acogedora. Al fondo, se encontraba el mostrador con las máquinas para preparar las bebidas.

Obanai se acercó a la caja registradora, pidiendo unos brownies y un expreso con chocolate, entregó la cantidad de dinero correspondiente y se sentó en una mesa cercana a esperar su pedido.

Mientras tanto, observaba a ese chico de ojos peculiares, que ya sabe como se llamaba, preparar las bebidas con destreza y gracia. Le encantaba ver cómo se movía con soltura y cómo se concentraba en cada detalle. Le parecía tan adorable y tan atractivo al mismo tiempo. Cada vez que lo veía sentía ¿Mariposas? No, no se sienten como unas, más bien, se siente a unas serpientes intentando salir de su cascarón. Sí, era eso.

Al paso de unos minutos, se acerca Muichiro, sí, así se llamaba ese lindo chico, hasta donde se encuentra el peli-negro a entregarle su pedido.

—Buenos días, Iguro-san. Aquí tiene su orden —dijo el de ojos verde menta, con una voz dulce y una mirada inocente.

—Buenos días, Muichiro. Gracias por tu atención —respondió Obanai, tratando de ocultar su nerviosismo.

—De nada. Que tenga un buen día —dijo Muichiro, sonriendo levemente.

Obanai sintió que su corazón se aceleraba al ver esa sonrisa. Quería decirle algo más, pero no se atrevió. Así que se limitó a asentir y salir del local, más enamorado de lo que ya estaba.

—¿Qué tal te fue hoy? —le preguntó Sanemi.

—Bien... —dijo Obanai, subiendo al vehículo.

—¿Viste a tu crush? —insistió el peli-blanco con un tono burlón.

Café con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora