Iguro Obanai, CEO de una importante agencia de Idols, es invitado por su amigo Sanemi a desayunar en un cafetería cerca de su zona laboral. Al llegar, no se siente atraído por los postres y las bebidas que el local ofrece, al contrario, se siente at...
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Habían pasado alrededor de dos meses desde la reunión. En ese tiempo, Iguro y Muichiro habían salido muchas veces, llegando a conocerse mejor. Muichiro había decidido ingresar a la universidad, logrando pasar el examen de ingreso. Por otro lado, Nezuko había empezado con su entrenamiento para ser una futura Idol. Y Mitsuri se llevaba muy bien con su nuevo equipo de trabajo.
En el día de hoy, Obanai decidió ir a almorzar en el café en donde trabajaba Muichiro. Se percató que Sanemi estaba sentado al frente suyo, así que decidió invitarlo a comer.
—¿Qué te parece si vamos a comer algo? —le propuso al contrario mientras revisaba unos documentos en su oficina.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó, guardando su teléfono en el bolsillo.
—Pensaba en ir al café en donde Muichiro trabaja. Además, quiero verlo —dijo con una sonrisa traviesa.
—¿A si? Al parecer, Cupido te pegó fuerte con su flecha —se burló.
—Cállate. Solo ven conmigo —respondió, levantándose de su silla.
Los dos salieron de la oficina y se dirigieron al ascensor. En el camino, se encontraron con Uzui.
—¡Hola, chicos! ¿A dónde van tan apurados? —los saludó el oji-fucsia con entusiasmo.
—Vamos a almorzar —contestó Obanai sin dar más detalles.
—¡Qué bien! Yo también quiero ir. Necesito un descanso de tanto trabajo —dijo, uniéndose a ellos.
—¿Y no tienes que supervisar la grabación de los nuevos temas? —le preguntó Sanemi, sabiendo que el mayor tenía mucho trabajo pendiente.
—Nah, eso puede esperar. Además, tengo que hablar con ustedes de algo importante —mintió guiñando un ojo.
Los tres llegaron al ascensor y se encontraron con Tomioka que estaba esperando para bajar.
—Hola, Tomioka —lo saludó Obanai con cortesía.
—Hola —respondió con frialdad.
—¿A dónde vas? —le preguntó el más alto con interés.
—A tomar unas fotos en el parque —contestó sin ganas de conversar.
—¡Qué aburrido! Ven con nosotros a almorzar. Te hará bien socializar un poco —lo invitó Tengen, agarrándolo del brazo y arrastrándolo al ascensor.
—No, gracias. Tengo trabajo que hacer —se resistió, intentando soltarse.
—Vamos, no seas aguafiestas. Será divertido —insistió, sin soltarlo.
Giyuu suspiró y se resignó a acompañarlos. No tenía sentido discutir con Tengen cuando se ponía así.
Los cuatro salieron del edificio y caminaron hasta la cafetería. Al llegar, pidieron su orden y se sentaron en una mesa.