2

282 25 15
                                    

Muichiro se encontraba preparando unos macchiatos cuando escuchó la campanilla de la puerta principal sonar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Muichiro se encontraba preparando unos macchiatos cuando escuchó la campanilla de la puerta principal sonar. Al voltear, ve a un peli-negro entrar al café. Su corazón se aceleró al verlo. Era su cliente favorito, y también su amor secreto, Iguro Obanai.

Obanai se dirigió a la caja y ordenó un café con leche y un pastel de queso para llevar. Muichiro lo observó con atención, tratando de no ser descubierto. Le gustaba todo de él: su voz, su aroma, su elegancia, y sobre todo, sus ojos bicolores, que le parecían hipnóticos.

Inosuke, su compañero de trabajo y amigo, se acercó al de ojos verde menta con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué estás mirando? —le susurró al oído.

—Nada, solo estoy trabajando —respondió el menor, tratando de disimular.

—Vamos, no te hagas el tonto. Sé que te gusta ese tipo. ¿Por qué no le hablas? —insistió Inosuke.

—No puedo. Él es solo un cliente. Además, no creo que le interese alguien como yo —dijo Muichiro bajando la mirada.

—No seas tan negativo. Tal vez él también sienta algo por ti. Solo hay una forma de saberlo: hablándole —le animó el oji-verde.

—No sé... ¿Y si me rechaza? —dudó el de puntas verde menta.

—Anda, no seas cobarde. Yo te ayudo. Toma, esta es su orden —dijo Inosuke, entregándole una caja con el pastel y un vaso con el café de Obanai—. Ve y entrégasela. Y aprovecha para conversar un poco con él. Tal vez descubras algo interesante.

Muichiro tomó la orden con nerviosismo y se dirigió hacia la mesa donde estaba el peli-negro. Sentía que sus mejillas se sonrojaban y que su corazón latía más rápido que nunca.

Obanai lo miró con curiosidad cuando se acercó.

—Buenos días, Muichiro. Gracias por traerme mi orden —habló el peli-negro, sonriéndole con amabilidad.

—Buenos días, Iguro-san. De nada —respondió el menor, colocando la orden sobre la mesa—. Espero que disfrute su café y su pastel.

—Estoy seguro de que sí. Siempre me gustan tus preparaciones —le dijo Obanai, mirándolo con admiración.

Muichiro sintió un cosquilleo en el estómago al escucharlo. Se preguntó si Iguro lo estaba halagando o solo estaba siendo cortés.

Fue entonces cuando se fijó en algo que le llamó la atención: una serpiente completamente blanca que se enroscaba en el cuello del peli-negro, como si fuera una mascota exótica. Se quedó boquiabierto al verla.

Obanai siguió su mirada y se dio cuenta de lo que estaba mirando.

—¿Te sorprende mi serpiente? Se llama Kaburamaru. Es mi compañero desde hace mucho tiempo.

El de ojos verde menta no sabía qué decir. Estaba asombrado por la presencia del reptil en el cuello del contrario.

—¿Tu compañero? ¿Qué quieres decir? —preguntó el menor.

Café con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora