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El sonido de la lluvia golpeando las ventanas creaba un ambiente incómodo en el apartamento del heterocromático

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El sonido de la lluvia golpeando las ventanas creaba un ambiente incómodo en el apartamento del heterocromático. Cuando llegaron, la pareja se dirigieron cada uno a tomar una ducha. A pesar de tener un buen tiempo en una relación, era la primera vez que Muichiro visitaba el apartamento de Obanai, y la tensión entre ellos era palpable.

Una vez ya cambiados con ropa seca y de cenar algo ligero, vieron una película en televisor de la sala. Obanai apenas prestaba atención a la cinta, más bien, toda su atención se la llevaba su novio, quien vestía con una de las tantas pijamas del peli-negro.

En algún momento, el menor se recostó en el hombro del contrario, sacándolo de su ensoñación.

—¿Tu madre sabe de lo nuestro? —preguntó de repente, su voz apenas se escuchaba.

—No. ¿Por qué? —frunció el ceño. Vio como el contrario quería añadir algo más, pero simplemente se mantuvo en silencio.

—Por nada —volvió a susurrar. Obanai no estaba convencido, sabía que había algo más en la mente de su pareja.

—Mui, ¿confías en mí? —preguntó con voz suave.

—Claro que sí —bajó su mirada hacia sus manos que jugaban con la camisa de la pijama que tiene puesta.

—Entonces dime, ¿Qué pasa? —tomó la barbilla del menor, elevándola. Sostuvieron sus miradas, amarillo con turquesa y verde menta se encontraron. Luego de un rato de silencio, el contrario suspiró y comenzó a hablar.

—Estaba pensando, si tu madre descubre lo nuestro, ¿Qué pasará?

—¿A qué te refieres?

—Si lo descubre, ¿nos separará? ¿Adelantará la boda? —bajó la mirada con algo de miedo.

—Muichiro... —el peli-negro lo miró percibiendo su preocupación, por ello tomó su mano con delicadeza dejando un suave apretón con la intención de transmitirle seguridad, quizás aquella también aplicaba para sí mismo—. No voy a permitir que me aleje de ti, ¿Sabes por qué? —Obanai sonrió, con su mano libre acarició la mejilla del de ojos verde menta dulcemente—. Porque amarte me consuela, en las noches en las que no soy capaz de dormir, me da alegría, si ella quiere borrar nuestra historia, entonces la reescribiremos en hoja y papel cuántas veces lo requiera. No puedo mentir, también tengo miedo de lo que pueda suceder, pero el camino siempre es más difícil cuando te diriges al cielo, y para atravesarlo, elijo lo que es realmente importante para mí —se inclinó dejan un suave beso en su frente, un contacto efímero pero significativo para ambos—. Elijo a quién me explicó qué es el color a quien veía en blanco y negro, te elijo a ti y sea lo que suceda, lo afrontaremos juntos.

—¿Estás seguro? —lo miró fijamente.

—Lo estoy.

La tensión que había crepitado en el aire se esfumó, dejando tras de sí un rastro de alivio y alegría. Las últimas palabras habían dibujado una sonrisa en ambos rostros, para uno creando una esperanza y para el otro una promesa.

Café con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora