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Estaba caminando por el pasillo hasta llegar al final del mismo

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Estaba caminando por el pasillo hasta llegar al final del mismo. Abrió la puerta y entró a la habitación. A primera vista encontró a un peli-rosa de pie frente al escritorio, tenía el ceño fruncido mientras miraba a un peli-negro que se encontraba recostado encima del escritorio, parecía deprimido.

—Akaza, ¿Qué pasa? —preguntó.

—Kyojuro —sonrió más tranquilo—. Dile a Obanai que necesito que esté presente en la grabación del vídeo de Moon Butterfly. Anda desganado y no escucha lo que digo —se quejó.

El rubio con puntas rojas se acercó al más bajo y le dio una palmada en el hombro.

—¿Es por tu novio? —preguntó.

—¿Cómo sabes de eso? —levanto la cabeza y lo miro con sorpresa.

—Uzui ha estado hablando de eso toda la semana.

—Pajuo'

—Debes de dejar el juntarte con Daniela —bromeó Akaza.

—Akaza... —miró mal al oji-dorado—. ¿Qué pasó?

—Peleé con él y desde entonces no me habla —suspiró y volvió a recostarse encima de la madera.

—No voy a preguntar que pasó exactamente, eso es asunto de ustedes dos —sonrió suave—. ¿Haz hablado con él?

—Ese es el problema. He intentado varias veces hablar con él, pero no funciona nada —lloriqueó.

—¿Qué cosas no funciona? —preguntó ahora el oji-dorado.

—Bueno...

Desde el día en el que discutieron, Obanai ha ido varias al café en las mañanas y antes de cerrar el local. Le había llevado flores, sus dulces favoritos y algunos detalles, pero el menor o las tiraba, o siquiera las miraba. Le había enviado mensajes y llamadas, pero él los ignoraba.

Hace tres días, el peli-negro junto a Daniela fueron juntos a la casa del de ojos verde menta a llevarle una serenata —idea de la peli-castaña—.

—¿Estás segura de que funcionará? —preguntó inseguro.

—Confía en mí, mijo. Esto me funcionó con mi princesa —aseguró mientras preparaba la corneta.

Enciendo el aparato y buscó la canción. Sin embargo, hubo algunos problemitas.

—¡Daniela! ¡¿Qué carajos es eso?! ¡¿Qué es eso de que un pollito fue arrollado por un tractor!?

—Puta madre, esa canción la escucha mi primito.

Ante todo ese escándalo, un chico peli-negro con puntas color verde menta se asomó por la ventana de su habitación. Los dos jóvenes observaron al chico, uno con esperanza y la otra con horror.

De un momento a otro, el chico se alejó de la ventana y, al poco tiempo, apareció al otro lado de la puerta de entrada. Se dirigió a uno de los arbustos, agarro la manguera, abrió la llave y empezó a rociar en dirección a los chicos.

El primer impulso de la fémina fue agarrar la muñeca del contrario y empezar a correr a una zona segura.

—¡Carajito, coñisimo de tu madre! ¡Le voy a decir a tu tía que te baje el sueldo!

Siguieron corriendo hasta estar lejos de la casa del chico.

—Dijiste que te funcionó con Aoi —dijo exhausto.

—Sí lo hizo, pero fue en el segundo intento —suspiró—. La primera vez su vecino soltó a su perro para que me callara y después por poco me asaltan.

—¿Por qué no me sorprende?

Estuvieron allí un rato más hasta que recuperaron todo el aliento.

—Obanai, siento no habértelo dicho antes, pero Muichiro tiene un gemelo —le dijo con una expresión de culpa.

—¿Qué? —exclamó Obanai, incrédulo.

—Sí, se llama Yuichiro y el coño e' madre es igualito a él.

—¿Y por qué no me lo dijiste?

—No preguntaste —se justificó.

—¿Cómo supiste que era él?

—Simple, Muichiro no se carga la cara e' culo todo el tiempo.

—Espera, ¿Eso quiere decir que era él quien botaba lo que le llevaba a Mui?

—Efectivamente, mi estimado.

Así, empapado por completo, Obanai conoció a su —si todo salía bien— cuñado.

—Lamento escuchar eso, Obanai.

—Yo no.

—Akaza...

—¡Que envidia!

Los otros dos chicos voltearon hacia donde provenía el grito, encontrándose al heterocromático de nuevo recostado en el escritorio.

—¿Qué pasa, culebra? —preguntó Akaza.

—Les tengo envidia. Apenas ustedes salieron de preparatoria y se casaron. Sería asombroso. Ojalá yo —murmuró.

—¿Sabes que también sería asombroso? —preguntó el peli-rosa—. Ir a supervisar el vídeo.

—Sí, sí, ya voy —se levantó y salió seguido de los otros chicos.

—No te preocupes. Si quieres, podíamos ir a comer después que termine el trabajo —sonrió Kyojuro.

—Está bien...

Llegaron al set de grabación. Todo iba excelente, excepto que Shinobu evitaba a toda costa a Mitsuri, pero del resto, todo iba de maravilla.

Al finalizar el horario laboral, el peli-negro junto a Kyojuro y Akaza se dirigieron al carro del último. En vía, Obanai les dijo que primero pasarían por un lugar. Llegaron al sitio, una cafetería, se bajó del carro, entró al local, pidió un café, le entregaron el pedido y dejó encima del mostrador una carta y una pequeña caja color celeste. Se dirigió de nuevo al carro y entró.

—¿Qué era eso? —le preguntó el rubio con puntas rojas.

—Un regalo para mi novio —respondió.

—Qué lindo —sonrió—. Espero que se reconcilien.

—Eso espero.

Luego fueron a un local de comida chatarra. Comieron, hablaron y se rieron. Obanai se sintió un poco mejor y agradeció a sus amigos por su apoyo —aunque se la pasarán la mayor parte del tiempo demostrándose su amor el uno al otro—.

Un buen rato después, lo dejaron en su apartamento. Entró y saludó a Kaburamaru. Le dio de comer y le acarició la cabeza. Luego se fue a su habitación y se tiró en la cama. Estaba cansado y triste. No podía dejar de pensar en Muichiro.

Aun con su pesar y tristeza, Morfeo lo envolvió para que cayera en sus brazos por todo el tiempo en que el manto lleno de oscuridad acompañada con pequeñas lentejuelas reinara sobre el cielo.

Aun con su pesar y tristeza, Morfeo lo envolvió para que cayera en sus brazos por todo el tiempo en que el manto lleno de oscuridad acompañada con pequeñas lentejuelas reinara sobre el cielo

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Café con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora