Capítulo 2 - Entre la espada y la pared.

328 32 0
                                    

La mente de Foolish era un oscuro abismo, se hallaba sumergido en la neblina de la inconsciencia, mientras su cuerpo yacía inerte, ajeno a la cruel realidad que lo rodeaba. El veneno traicionero de aquella serpiente había invadido su sistema, paralizando su cuerpo y silenciando sus sentidos. 

Lentamente, las tinieblas se comenzaron a dispersar y sus párpados pesados se abrieron un poco con mucha dificultad. La luz del mundo exterior se filtró dolorosamente a través de sus ojos entrecerrados, arrancándole un gemido de agonía. Cada centímetro de su ser parecía arder con un fuego invisible, una tortura que se retorcía en cada músculo y hueso. Trató de moverse, pero sus extremidades se negaron a obedecer. Se sentía atrapado en un cuerpo desobediente, abandonado por su voluntad. Su respiración entrecortada se convertía en jadeos de dolor mientras intentaba comprender la pesadilla que estaba viviendo sin saber exactamente cuánto tiempo había transcurrido.

—¿Foolish, puedes oírme? — Vegetta le hablaba buscando más reacciones al antídoto que le había suministrado.— Leo, trae esa poción, por favor, ¡Sí, sí, esa, la roja!— Con cuidado, el elfo había limpiado y vendado la herida de su brazo, y con paciencia, vertía el contenido de la poción de curación en la boca del semidiós.

Lentamente y con cada fibra de su ser, resistiendo al dolor que le generaba el veneno, logró mover una mano temblorosa, Leonarda pudo ver el movimiento y con alegría se lo dijo a su otro "padre".

—¡Papá Foolish se ha movido!, ¡Ha movido la mano!

Vegetta suspiró pesadamente y colocó un paño frío sobre su febril frente— Eso es bueno, pequeña, papá se pondrá mejor, ya verás que sí.

Con cuidado, revisó las vendas que le había colocado, por alguna razón se sentía protector con este chico, con la niña era entendible, pero... ¿Con él?... Su corazón estaba seco, no se permitiría ser dominado por ese músculo inútil que solo desdichas había traído a su vida, no, no debía dejarlo revivir, gracias a su estúpido corazón, sus vidas pasadas habían tenido tiempos oscuros, depresivos, finales amargos; Muy malos recuerdos le perseguían durante las noches cada vez que recordaba las ocasiones en las que fue abandonado, engañado y lastimado por esas personas a las que tanto amó. No debía por nada del mundo despertar esos sentimientos que se había encargado ya de sepultar en la más profunda oscuridad de su alma, nadie debía descongelar su corazón... pero ahí estaba, haciendo todo lo posible por ayudar a su compañero, le caía muy bien el chico, pero... ¿Por qué sentía esa opresión en el pecho ante su situación?... bah, no debía preocuparse... ¿O sí?.

—¿Papá Vegetta? —la voz de la pequeña lo sacó de sus intrusivos pensamientos.— ¿Pasa algo malo papá?... tienes muy mala cara, ¿Es por papá Foolish?.

—¡No cariño! —tomó a la pequeña entre sus brazos y se sentaron en un pequeño sofá que habían colocado juntos hace apenas unas horas.— Solo estoy cansado, no pasa nada malo, solo tenemos que esperar, papá Foolish estará bien, tenlo por seguro. —Se quedaron ahí, esperando hasta quedarse dormidos, llegó la noche y el sonido de algo golpeando el piso despertó al elfo, era el semidiós que había despertado por fin y estando aún muy mareado intentaba ponerse en pie.

—¡Foolish, aún no debes pararte! — Vegetta dejó a la niñita aún dormida en el sofá y acudió a auxiliar a su compañero, con dificultad le colocó de nuevo en la cama y le hizo tomar un gran vaso con agua y otra poción. — ¿Aún te duele mucho? — no lograba ocultar la preocupación en su voz, cosa que hizo al semidiós sentirse un poco avergonzado al sentirse una carga para su compañero.

—Creo que ya no duele tanto, gracias por cuidar de mi Vegetta, lamento ser una carga.

—¡Hey, no digas eso!, no has sido una carga, gracias a ti Leo está bien, has actuado como un verdadero héroe para nuestra hija. — ¿Qué acababa de decir?... volvía a encontrarse atrapado en un profundo conflicto interno, la risita de Foolish lo sacó de nuevo de sus caóticos pensamientos.

—¡Haces que me vea como la persona más valiente del mundo! — los ojos verde esmeralda de Foolish se veían brillantes y llenos de vida, se sintió extrañamente cálido mientras los observaba, el sonido de la pequeña moviéndose en el sofá le hizo voltear, se acercó a ella y la cargó a la cama junto al semidiós. 

—Creo que será mejor que te quedes esta noche con ella, ha estado muy preocupada por ti, fue la mejor enfermera. —Una sonrisa cargada de ternura se instaló en su rostro. — Sí, no creo poder caminar hasta mi casa aún, gracias de nuevo Vegetta.

—No hay de qué Foolish, descansa. —Y dejando un beso en la frente de la pequeña, se retiró a su habitación. Vegetta estaba asombrado por haber descubierto el efecto que ejercía la presencia de Foolish en su vida. Cada vez que estaban juntos, sentía una conexión especial que iba más allá de la amistad. La forma en que Foolish lo miraba, lo escuchaba y lo comprendía lo hacía sentir único y valorado. La simple idea de perderlo le resultaba insoportable. ¿Será acaso que sus esfuerzos por evitar el resurgir de su corazón estaban fracasando o era algo más?... ¿Sería la presencia de la cría de dragón la que lo estaba suavizando?

—Me estoy volviendo loco. —Y tras acomodarse en el mullido colchón, dejó de lado sus pensamientos y cayó rendido en un profundo sueño, las pesadillas no tardaron en inundar su subconsciente. 

En la pesadilla, Vegetta se encuentra en su boda, rodeado de amigos y seres queridos. Sin embargo, repentinamente descubre que ha sido traicionado por aquella persona a la que estaba por jurar su amor y fidelidad, no le puede ver bien, solo ve una mata de cabellos rosa y unos ojos negros que le lazan el anillo a la cara mientras escupe palabras que le duelen más que la herida de una espada... alguien en quien confiaba profundamente y que ahora decía querer solamente sus riquezas... dolor y angustia son todo lo que siente, sumergiéndolo en un estado de desesperación. Huir es todo lo que quiere, mientras las palabras hirientes resuenan como ecos a su alrededor, se esconde en un hueco en el suelo, se siente pequeño, inútil e indefenso, pero una mano le saca del agujero en el que se encuentra y unos cálidos ojos verdes le reconfortan, dos brazos fuertes le envuelven y siente como sus preocupaciones quedan atrás y todo se llena de luz, se siente seguro y querido. Estaba por decirle algo a la otra persona cuando algo que cayó sobre su pecho le despertó sobresaltado.

—¡Mi madre! —abrió los ojos de par en par para encontrarse con Leonarda, que saltaba en su cama mientras daba los buenos días entre risas. —¡Buenos días, Leo!... casi me matas del susto hija.

Las risitas de Leo siguieron mientras se bajaba de la cama y abrazaba a su aún exaltado papá. Su vida en "familia" resultaba ser bastante intensa, ¿Qué más le esperaría?... solo los dioses sabían.

Estaba Escrito en las Estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora