Capítulo 13 - ¿Dónde estás?

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Vegetta había despertado en otra habitación, solo recordaba haberse quedado dormido y escuchar que alguien entraba. Se encontró a sí mismo con ropas de hospital y electrodos en su cuerpo, numerosas bolsas de suero colgaban sobre su cama, quiso incorporarse, pero... estaba atado a ella. Suspiró cansado, no se alarmó, trató de observar todo a su alrededor y conseguir información de su ubicación con los detalles del edificio o las vistas por las ventanas que se hallaban en el techo de la habitación, su magia era demasiado débil para usarla. Veía todo con detenimiento, su alrededor le parecía tan extraño y a la vez tan familiar; era un edificio de la federación, de eso estaba seguro, uno que podía comprobar, se encontraba bajo tierra.

—¡Vaya lío en el que me han metido! —Pensó para sí mismo mientras intentaba mover uno de sus brazos, la gruesa correa de cuero rechinó ante la cantidad de fuerza que le aplicó, pero fue en vano, no tenía la suficiente para romperlas, definitivamente algo andaba bastante mal con esas cosas que le estaban metiendo en las venas. —Tendré que encontrar la forma de sacarme estas cosas de encima.

Volvió a escuchar pasos y fingió dormir, reconoció enseguida la voz del oso demonio junto a la robotizada del oso blanco.

—¿Estás seguro Cucurucho?

—SI

—¿Podremos usar su magia a toda plenitud?

—SI

—¿Me dejas torturarlo un poquito antes de que lo sueltes?

—NO

—¡Qué aburrido eres tío!

—NO

El oso demonio se acercó a la cama y con una de sus filosas garras apartó los cabellos que cubrían el rostro del Elfo que respiraba despacio mientras trataba de mostrar el rostro sereno.

—Algún día se cansarán de él y podré cortarle el cuello... después se lo cortaré a su noviecito... aunque, amo la forma en la que ha reaccionado a su ausencia, podría dejarlo vivir mucho tiempo y observarlo desatar el caos en la isla si no lo encuentra nunca, es muy peligroso aunque parezca una blanca paloma.—El demonio entrecerró los ojos observando a Vegetta, sabía que estaba despierto y estaba gozando al darle la información de que su amado tiburón estaba sufriendo por su ausencia.—En fin, Cucurucho, llévame a ver qué has creado con la magia que has extraído, necesito probar mis nuevos juguetes.

Ambos seres salieron de la habitación, Vegetta abrió sus ojos cuando dejó de oírlos, la angustia comenzaba a agolparse en su pecho, su corazón comenzó a palpitar rápidamente debido al estrés que le causaba esa información... Foolish estaba sufriendo, estaba descontrolado, se estaba volviendo peligroso para todos... ¡Tenía que volver ahora mismo!; el sonido del monitor que informaba sus signos vitales le sacó de la espiral de angustia en la que se hallaba, si seguía así podrían descubrir que estaba consciente; Comenzó a respirar despacio para tranquilizarse, no debía dejar que la desesperanza nublase su juicio, eso no le ayudaría a escapar.

—¡Tranquilízate Vegetta! —se autorregañó por dejarse afectar por las palabras del oso.—¡Tienes que pensar en cómo salir de aquí!.

Se quedó en silencio, con los ojos cerrados, trataba de concentrarse para usar el pequeñísimo remanente de magia que quedaba en su cuerpo, tenía que romper esas correas a como diera lugar. Una pequeña llama violeta salió de la punta de su dedo índice, se contorsionó para acomodarse y usarla para cortar aquello que lo aprisionaba, cortó la primera... la segunda y al haber librado su torso, pudo sentarse y liberar sus piernas. Comenzó a sentirse mareado por el esfuerzo y se recostó de nuevo pero ya libre.

—¡Joder!— la cabeza le daba vueltas como jamás lo había hecho en su vida, con sumo cuidado logró retirar las agujas que inyectaban los extraños medicamentos en su cuerpo, con pereza observó la sangre que brotó de donde estas habían estado.—Debo recuperar el balance antes de arrancar los electrodos o no podré huir.—pensó mientras se sostenía de la blanca pared, si dejaban de recibir sus signos vitales, muy seguramente habría un escándalo y no le sería posible salir de ahí, ¡Que útil le sería su cristal de transporte!

Al dejar de sentir el mareo, arrancó todos los electrodos de su cuerpo y se dispuso a salir, necesitaba encontrar sus cosas para poder salir y dar pelea si llegaba a ser necesario, corrió descalzo por los blancos pasillos que llevaban a las oficinas, logró abrir varias puertas y buscar en las oficinas mientras escuchaba de fondo que comenzaba a notarse su ausencia. Una alarma comenzó a sonar, corrió lo más a prisa que pudo hasta llegar a una oficina que tenía ventanas cubiertas con cortinas verdes, entró a prisa, removió cajones, una sonrisa se asentó en su rostro al observar sus cosas, comenzó a equiparse, y entonces... la puerta se abrió de golpe.

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Maximus observaba a Foolish con cara de terror, ¿Anular completamente la magia de Vegetta?... ¡Eso lo mataría!... no lo había pensado así, ¿Para qué querrían al elfo?... ¿Querían eso?... ¿Por qué matarlo?

—Cuando estábamos en el bosque, pude sentir algo muy extraño en esa luz que lo envolvió, quise moverme y no pude, era como si una fuerza enorme me obligara a congelarme en mi sitio.

—Y pasó lo mismo con Vegetta...

—Todo fue tan rápido, no tuve fuerzas para librarme de eso y salvarlo.

—No creo que eso haya sido posible Foolish.

—¿Por qué lo dices Max?

—Creo que tengo una ligera idea de lo que pudo haber pasado.

Foolish le observaba atentamente, sus cansados y tristes ojos verdes seguían cada movimiento del druida, se acomodó mejor en el sofá y recargó sus piernas en una mesita cercana.

—Creo que lo que has visto, Foolish, es un portal celestial.

Los ojos del semidiós se abrieron a todo lo que daban, se puso en pie de un salto y tomó los hombros de su amigo con fuerza mientras le observaba con terror en su mirada, un portal celestial era algo muy peligroso, solo los Dioses, sus ángeles y... los demonios podían utilizarlos.

—¡Él los está ayudando!

—¿Quién?

—¡Rubius, el oso demonio!

Todo cobraba sentido ahora, había cesado de atacar porque se estaba aliando con la federación en quien sabe qué clase de tratos para obtener lo que quería; su venganza sin sentido... eso lo ponía aún más molesto, el caos reinaba casi completamente en su mente y en su corazón, nada bueno les esperaba.



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