Eddie disfrutaba de su gran malteada de chocolate mientras la chica lo veía con una sonrisa bastante cansada, no sabía como decirle la noticia que no la había dejado dormir por días.—¿Que pasó, princesa? ¿No te gustó tu waffle?, pero si es tu favorito—dijo el chico percatandose de la actitud tan desanimada de su novia, la cuál solo estaba jugando con las moras que reposaban encima del waffle.
—No, el waffle está bien—apartó el plato de su frente—. Necesito hablar contigo.
La sangre de Eddie se heló ante esas palabras que no significaban nada bueno viendo la actitud de su pareja, sus ojos se abrieron haciéndolos ver más grandes aún.
—¿Que pasó?—preguntó él dejando los cubiertos encima de su plato, estaba realmente preocupado, hacía muchísimo tiempo no se metía en problemas por ella—. ¿Hice algo malo? ¿Que hice?
—Necesito decirte algo, no tiene nada que ver contigo, tu sigues haciéndome muy feliz—sonrió tomando su mano y acariciando está, las lágrimas amenazaban deslizarse sobre sus mejillas—. Es solo que, me voy a mudar a Utah.
La expresión tranquila de Eddie se convirtió en una de sorpresa, rogaba por que fuera una broma pesada de su novia pero al verla llorar notó que no lo era.
—Mi vida—él se levantó de su asiento y corrió a abrazarla, la cuál respondió su abrazo con todo gusto.
—Eddie perdóname por no decirte antes—sollozó en su pecho, agarraba su camiseta con fuerza—. No quería preocuparte ni mucho menos causar problemas.
—No tienes que pedirme disculpas—besó su frente.
—Si, si tengo que pedirte disculpas—sorbió su nariz con la cabeza abajo para después mirarlo a los ojos—. Por que terminamos.
El alma de Eddie se había ido por un momento, aquella sonrisa tan característica en él que tenía hasta en los momentos más serios desapareció, solo quedó estático viendo a la chica esperando que fuera broma.
—¡Perdóname, Eddie!—lo empujó antes de que pudiera decir algo y corrió fuera de la cafetería.
—¡T/n, t/n!—solo observó como la chica subió a su bicicleta y pedaleó con toda su fuerza—. Oh, mierda.
La chica pedaleaba con dificultad por sus lágrimas en sus ojos, la bicicleta tambaleaba y en ocasiones estaba a punto de caer. Llegando a su casa tiró la bici y entró viendo sus maletas hechas en la sala.
Corrió por las escaleras en lo poco que quedaba de su habitación, la mudanza llegaría al día siguiente; se lanzó a las sábanas para apretarlas con todas sus fuerzas y llorar, sentía un dolor en el pecho que no podía quitarse.
Recordaba cada momento feliz con su ahora exnovio Eddie, ella no quería dejarlo pero se veía obligada a hacerlo. Por la pequeña abertura de la puerta pasó su hermano Steve, mirándola tan triste que podía sentirlo pero tan solo cerró totalmente la puerta, dejándola sola.
El llanto cesó horas después debido a que se quedó profundamente dormida, fue la única forma de parar su llanto.
Un pequeño golpe se escuchó por su ventana despertando a la chica después de varios golpeteos en la misma; ella se levantó cuidadosamente de su habitación casi vacía, únicamente quedaba sus muebles. Miró el reloj, 2:54 a.m.
La ventana vibraba por los pequeños golpes que recibía, dudó en ir a verla pero pensó que quizá era una rama que la golpeaba a causa del viento que hacía. Totalmente adormilada caminó hacia la ventana viendo abajo en está a Eddie, su sueño se fue de inmediato y abrió la ventana lo más pronto posible.
—¿Eddie? ¿Que haces aquí?—preguntó con un tono apresurado, él no debería estar ahí.
—Necesitaba verte—sonrió dulcemente—. No podía dejar que te fueras sin haberme despedido de tí.
Ella sonrió—. Pasa, Eddie.
El chico se coló por la ventana entrando a su cuarto oscuro el cuál era iluminado por una lámpara que él mismo le regaló y la luna llena de esa noche. Quedaron frente a frente, y ella metió sus manos entre sus brazos para abrazarlo y sentir su corazón latir, ella necesitaba eso, sentirlo. Él por su parte acomodó sus manos en su espalda acariciando la misma, no querían despedirse.
Se separaron del abrazo, enredó sus brazos en el cuello de su novio y besarlo, beso que duró muchísimo tiempo, Eddie comenzó a caminar en dirección a la cama de la chica, cargándola en brazos para llevarla hasta su destino. Ambos quedaron acostados, él abajo y ella encima suyo, acariciando sus cuerpos mutuamente.
El sueño comenzó a invadirla de nuevo y más en los brazos donde ella se sentía segura, acomodándose en su cuello mientras él la abrazaba y acariciaba sus muslos.
—No quiero irme—dijo ella en un susurro—. Te voy a extrañar muchísimo, Eddie.
Escuchó sus palabras, él comenzó a besar sus mejillas—. Y yo a tí, mi princesa. Pero nunca estarás sola, siempre estaré ahí.
Ella sonrió ante sus palabras, besando la parte de su piel que más cerca le quedaba, su cuello. Esa noche durmieron juntos, siendo la mejor despedida que ella hubiera querido.
—¿Siempre estarás para mí incluso en Utah?—preguntó entre bostezos.
—Viajaría miles de kilómetros solo por tí—se apegó más a ella—. Haría todo por tí.
—¿Si se me descompone mi cafetera irías a arreglarla hasta Utah?—volvió a preguntar ella sacándole una sonrisa a su novio.
—Por supuesto que sí, mi amor—besó sus mejillas, ella estaba más dormida que despierta—. Incluso si necesitas un beso.
—Necesito uno ahora mismo—suplicó, y él besó los labios de su novia—. Te amo muchísimo, Eddie.
—Y yo a tí, mi amor—tomó sus manos y las besó.
Ella quedó profundamente dormida, y él abrazándola acariciando suavemente su espalda, besando en ocasiones su cabeza, no quería que está noche terminará, nunca.
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𝙗𝙤𝙪𝙣𝙙 2 | eddie munson
Fanficone shots - eddie Munson "-dos chicos destinados a estar juntos"