OS || Wenclair

Si fueras Mía

Aveces imaginas el cómo sería tu persona ideal.

El cómo sería tenerla a tu lado, el cómo sería vivir toda la vida a su lado, pero ese era el problema.

Que simplemente era su imaginación jugandole una mala broma, haciéndola creer que al final había encontrado a la persona de sus sueños.

Literalmente.

Soñaba con Ella, tanto despierta cómo dormida.

Se comenzaba a cansar...

-Cada día amaneces en mis brazos... -Susurro la rubia con un pequeño sollozo- Te despierto con besitos...- No eran reales...- de amor.
》Qué bueno lo que tendriamos tú y yo, Y te canto las canciones que te gustan...

Se levantó con temor, no quería dejar su fantasía de lado, pero tenía que ir a clases, o se meter la en problemas.

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-¿Qué escribes? -Pregunto Ajax, quien se acercó al ver a su amiga tan inmersa en una ¿carta? -¿para quien es?

-¿Eh? Esto? Para nadie, es una tontería -Sonrió, logrando que el chico se alejara.

Cada letra que yo escribo es para ti... Pero... yo solo te conozco en mis sueños, mi amor.

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-Si solamente fueras mía- Murmuró, llamando la atención de Tanaka- Los lugares que te llevaría... esos serían geniales, ¿Y sabes para que lo haría? Para verte feliz y verte sonreír

Y eso era lo peor, porque aunque no se conocieran... No habia nada que no haría por ella.

Tal vez era malo tener está ilusión tan grande, pero no podía evitarlo... no quería salir de su fantasía... quería ser feliz viviendo en ella.

La nipona no de baja de ver a la rubia, ella sabía bien lo que sucedía, y no, no le preocupaba que su amiga se enamorara de un sueño.

Le preocupara que su amiga de se obsesionara de aquella fantasía, temía que si está no se volvía real su amiga no lo superaría.

Ella sabía mejor que nadie que Enid daría todo por aquella chica con la que tanto sueño.

Tanto que inclusive le regalaría el mundo si esto hiciera que la misteriosa azabache estuviera con ella.

-Enid -Llamo- No crees que... ¿es hora de dejar ir ese sueño? -Pregunto con delicadeza, tenía miedo del cómo pudiera reaccionar la menor. 

-Lo se... pero no quiero despertarme de este sueño... -Suspiro abriendo la puerta de la cafetería, haciendo una pequeña campana sonar.

Algunas personas mayores se sigron a verlas, para después seguir en sus asuntos.

-Entiendo, pero Enid, te vas a terminar lastimado a ti misma...

-Estaré bien, tranquila -Trato de restarle importancia, pero la desilusión en sus ojos mostraba otra cosa.

Tal vez Yoko tenía razón, tal vez debia rendirse ya.

-Esa cosa es para personas que no se tienen respeto o amor propio - Sinclair giro al escuchar la vez de una chica, estaba realmente molesta.

- Lo lamento pero la máquina se descompuso.

Esta vez hablo su amigo, Tyler, quien atendía la barra de aquella cafetería.

-Uhg, que servicio tan del asco - La chica tenía unos ojos negros tan profundos que Enid no pudo evitar olvidar a la chica de sus sueños con esto.

Levemente morena, y unas cuantas pecas, su expresión era seria, molesta.

Esa chica realmente era ardiente.

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-Tú eres la razón de mí existir -Hablo derrepente la rubia- Recuerdo que cuando te vi por primera vez... senti que me ahogaba en tus ojos... fuiste mi perdición.

El "si solamente fueras mía" en algún momento dejo de ser una vaca fantasía, para volverse una realidad a medias.

Hoy tendría una cita con aquella chica de la cafetería.

Nisiquiera recuerda bien lo que sucedió, sólo sabe que tuvo mucho valor aquel día...

Mucho valor y mucha suerte, ya que realmente no esperaba que la.chica le diera su número. 

Los lugares a los que te llevare, te van a hacer tan feliz...

-¡Lo hare para verte sonreír! -Sonrio con determinacion- Te daré  todo el mundo en un segundo, lo prometo Merlina Addams.

Si, ese era el nombre de la misteriosa chica de la cafetería, la chica que hizo que dejará las fantasías de lado.

Se había resignado a encontrar a la... literalmente chica de sus sueños.

Pero eso no importaba ahora, ¿Saben por que?

Porque ahora había encontrado a la chica de su vida.

Y no importaría lo que pasaría, porque ella haría cualquier cosa por ella.

Y estaría hasta donde se le permitiera hablar, porque ahora que la tenía frente a ella... no la dejaría ir.