Lobos milenarios (libro 4)

Capítulo 15. No cambies de sitio

SIENNA

Selene: "SIENNNAAAAAA. Estoy con mamá, y queremos hacer un día de chicas Mercer. ¡¡¡Vamos!!!

Mamá: "¡Selene tiene razón! Nos encantaría pasar tiempo contigo."

Sienna: "Hola chicas. No puedo, estoy en la casa de la manada."

Selene: "¡¿Estás trabajando?! ¡Es fin de semana!"

Mamá: "No me gusta que estés trabajando tanto."

Selene: "En serio, chica. Necesitas CALMARTE."

Sienna: "Realmente no puedo en este momento. Lo siento. Os quiero a las dos."

Selene: "Ohhhh no. No te libras tan fácilmente. En serio, Si, estoy preocupada por ti."

Mamá: "Sienna, yo también estoy preocupada. Apenas dijiste 10 palabras en el baby shower. ¡Tienes que aligerar! ¡Disfruta del embarazo! ¡Que tengas un día de chicas!"

Sienna: "POR FAVOR. ¡Están sucediendo cosas serias! ¡No puedo irme! Te llamaré más tarde."

Selene: "Sienna, pareces estresada. ¡¡¡El estrés NO es bueno para el bebé!!! ¿Me oyes?"

Mamá: "¡Tu hermana tiene razón! Estrés = bebé triste."

Uffff...

Volví a meter el teléfono en el bolso, harta de la tormenta de mensajes pasivo-agresivos que me enviaban mamá y Selene. Ya era suficiente.

Entendía que no les gustaba mi forma de actuar, las cosas que hacía.

Lo habían dejado muy claro.

Pero estaba en medio de un enfrentamiento literal en la casa de la manada, entre mi compañero y la loba pícara que volvió al pueblo por alguna razón, ¡y no podía irme precisamente a ponerme mascarillas faciales!

- No puedo hablar con ella —Aiden todavía estaba furioso. "Ella" era la loba pícara, Nina, que todavía estaba sentada en el banco fuera de la oficina de Aiden.

- Puedes —respondió Jocelyn, con su tono tan tranquilizador como siempre—. Sólo tienes que abrir tu mente a la posibilidad de perdonar, de comprender. Sé que eres capaz de hacerlo, Aiden...

- ¡Yo no! No cuando se trata de una persona que puso a mi familia, ¡mi manada en peligro!

Vi que Jocelyn miraba a Nina. Intenté averiguar su relación, la razón por la que Jocelyn se esforzaba tanto en ayudarla, y esa mirada me lo explicó.

Había amor entre ellas.

Jocelyn estaba enamorada de ella.

Agarré el brazo de Aiden.

- Oye —le dije suavemente al oído—. Vamos a dar un paseo, tú y yo. Vamos a calmarte. ¿Sí? —me miró y pude ver que se relajaba al instante.

- Sí —contestó, cogiéndome de la mano y tirando de mí por el pasillo.

Me volví hacia Jocelyn antes de que pudiera tirar e mí más allá de ella.

- Dame unos minutos, pero luego ven a reunirte con nosotros atrás, ¿vale? Estaremos en la linde del bosque —dije en voz baja, para que sólo ella pudiera oírlo.

Asintió con la cabeza y pude ver el agradecimiento en su rostro.

Pero lo entendía.

A veces hacíamos locuras por amor.

- ¡¿Puedes creer esto?! —Aiden exigió mientras salíamos de la casa de la manada, pisando la acera de fuera—. ¡El nervio de esa... esa perra!

- Aiden —le dije, haciendo una pausa y mirándole profundamente a los ojos—. Necesito que le des la oportunidad de explicarse, ¿vale?