MICHELLE
Desde el momento en que Josh entró por la puerta principal, todo lo que oí fueron quejas. Quejándose de que el Alfa no lo escuchaba, quejándose de que nadie lo tomaba en serio, quejándose, quejándose, quejándose.
¿Se había molestado en preguntarme qué tal el día?
¿Cómo estaba yo, sabiendo que mi mejor amiga se había quedado embarazada antes que yo?
No.
No, no lo había hecho.
- ¡Le digo, y sigo diciéndole, Michelle, que estamos en peligro! ¡Todos nosotros! Cada persona que amamos, dentro de los muros de la manada, somos vulnerables.
- Josh. Ya has dicho todo esto diez veces.
- ¡Porque es la verdad! —exclamó Josh desde el otro lado de la isla de la cocina. Me estaba viendo cocinar la cena, sin hacer otra cosa que quejarse de sus problemas vampyricos.
Quiero decir que fui yo la que fue literalmente puesta en coma por el tipo. Yo debería haber sido la que se quejara. E incluso si no hubiese sido puesta en coma por él, ¡debería haber sido la que se quejara! ¡Yo era la víctima aquí, no Josh!
- Josh —dije con dulzura, mirando a mi compañero. Sus ojos se encontraron con los míos, y al instante su cara se suavizó—. Necesito que dejes de quejarte, ¿de acuerdo?
- No me estoy quejando, Michelle.
- Nene. Te estás quejando como un pequeño perro. Y tenemos cosas más importantes que discutir.
- ¿Más importantes que un poderoso vampyro que viene tras nuestra manada?
- Sí —respondí, probando un trocito de pollo—. Como, por ejemplo, que Sienna está embarazada.
- ¿Y?
- Entonces —me quejé—. Ella es la primera en quedarse embarazada. Ella y Aiden fueron los primeros en tener su ceremonia de apareamiento, ¡¿y ahora son los primeros embarazados?!
- Eso no es cierto, tu amiga Mia y su pareja se casaron primero, y tuvieron un hijo primero.
- ¡NO ENTIENDES NADA! —le grité.
¿Cómo podía ser tan espeso?
Dio la vuelta a la isla de la cocina y, cuando estuvo frente a mí, me miró a los ojos.
- Bien, Michelle. ¿Cuál es el problema?
La tranquilidad de su tono era como si me tratara con condescendencia.
Oh, demonios no.
Mi ira necesitaba una liberación, y cocinar la cena no iba a ser suficiente.
- Quítate los pantalones.
- ¿Perdón?
- Quítate los pantalones. Ya me has oído —le dije, empezando a desabrocharme la blusa. En cuanto vio mi escote saliendo del sujetador de encaje, se apresuró a desabrocharse los vaqueros.
Y luego estaba sobre mí, empujándome contra el mostrador, besando mi cuello.
- Eres tan sexy cuando eres espontánea —me gruñó al oído.
El pobre chico no sabía que no estaba siendo espontánea.
Tenía un plan.
Un plan para dejar de ser la segundona.
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Lobos milenarios (libro 4)
LobisomemHola queridos/as lectores/as!!!! Me llamo Noah y este es el cuarto libro de lobos milenarios. Como ya dije en los libros anteriores, esta historia no es mía, es de Sapir Englard, y me gustó tanto que quiero compartirla con todos/as vosotros/as!! P...