Capítulo 10

7 4 6
                                    

—Buenos días, tía ¿Cómo estás? Tío Hernán, ¿cómo ha pasado —pregunta Ghersú con su más carismática sonrisa.

—Itzaé está en su habitación, adelante estás en tu casa.

Ya había pasado una semana desde que finalizó el semestre, y desde entonces no había tenido ganas de hablar con nadie, y mucho menos con Ghersú y Fryda que me conocían bastante bien, sabían que era algo sin sentido internarme en un convento. Ya parecía un Zombi, no quería ni abrir los ojos del sueño que aún tenía, no había una noche que no me quedara llorando hasta tarde. 

—Hasta que por fin te veo, mírate te ves inmunda—. Tan bella, gracias por el cumplido—. ¿Me dirás que te pasa?, te he llamado mil veces para celebrar que finalizaste el semestre, pero la señorita, no le da la puta gana de contestar—. Oye, oye, no me hables así, eso es pecado. Estás hablando con la próxima madre superiora de esta familia—. ¿Has estado tomando? —dice riendo—. No, en dos días me marcho a un convento—. ¿Me estás jodiendo?—. Estoy hablando en serio—dice con una leve tristeza en su voz—. ¿Te volviste loca?—. Lo haré, así que no gastes palabras y evita los sermones—. ¿Y qué harás en ese convento? —dice estérica—. Violar al sacerdote —responde haciendo un gesto de obviedad.

Por un momento nos quedamos mirándonos fijamente y en segundos empezamos a reír.

—Me parece perfecto. Levántate, te bañas y te colocas bien perrísima mi amor; nos vamos de compras. Mañana es el día mundial de los animales y se va a hacer un pequeño evento en la universidad, y yo no tengo nada que colocarme—. ¿No tienes nada que colocarte?—. Si no voy a ser el centro de atención sabes que no podría estar en dicho lugar —y de nuevo empiezan a reír ambas. 

LA ÚLTIMA LUZ DEL DÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora