Capítulo 12

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-Fue difícil pero no imposible, me salió salvaje la yegua, pero la monté -y empezaron a reírse. Salía de una habitación mientras se acomodaba la camisa; su sonrisa se fue de inmediato cuando vio que Harlán cargaba a una rubia inconsciente en sus brazos-. Cada vez me siento más orgulloso de ti, hijo mío. Hay unas cadenas y esposas en el cuarto, colóquenselas. Disfruten el regalo que les he dejado en la habitación, ya saben lo que harán con ella cuando terminen.

Me dolía tanto la cabeza y el cuerpo como si me hubiesen dado una golpiza, tomó unos segundos para que me diera cuenta que estaba adentro de un carro, miré a mi alrededor... Ghersú, fue lo primero que me vino a la mente, recuerdo que un hombre le puso un pañuelo en la boca a mi prima pero no logré ver su rostro lo llevaba cubierto, sentí un golpe fuerte que alguien me dio por la parte de atrás.
Mi corazón se aceleró y de inmediato reaccioné al ver que estaba sola, intenté abrir la puerta del carro y para mi suerte ésta no tenía seguro.

Harlan:

Cuando miré hacia la ventana quede sorprendido con lo que estaba viendo, alguien salía del carro del que hacía pocos minutos habíamos bajado; sentí como mi respiración se detuvo por un instante... Que ni se le ocurra gritar o hacer alguna tontería. Intenté disimular mi nerviosismo lo más que pude.

-Termínenle de colocar las cadenas, necesito ir a hablar algo con el jefe-. Claro el que menos hace es al que más quieren -dice, Nicolás-. lárgate, princeso-. Besámela.

Cuando intentaba llegar al corredor para intentar ver por una ventana queriendo encontrar a mi prima, alguien me tapó la boca y me colocaron contra la pared... Hubo un silencio entre los dos por unos segundos, cuando sus ojos me miraron, mi cuerpo se relajó, sentí como si estuviera a salvo. Sus ojos..., me miraban de una manera tan extraña como si me conociera. De repente escuché unas risas y mi cuerpo se volvió a tensar. Se acercó a mi oído y su aliento me hizo cerrar los ojos.

-Si quieres salir con vida de aquí, no vayas a hacer ningún ruido -muy despacio le fue quitando la mano de la boca.

Me brindó su mano para que la tomara, y así lo hice, tomé su mano, me aferré a ella como mi lugar más seguro, como si supiera que nada malo me ocurriría si él estaba conmigo.

LA ÚLTIMA LUZ DEL DÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora