Capítulo 15

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—Te quedas aquí hasta que yo regrese por ti, ¿confías en mí?—. Sí, está bien—. Te prometo que regresaré en la madrugada por ti, y te ayudaré a encontrar a tu prima.

Estaba muy nerviosa y escuché cuando alguien gritó alguna palabra…Ghersú, era su voz la reconocería en cualquier parte. No dude ni un momento en salir de ese cuarto para ir a buscarla. Es aquí me dije a mí misma cuando escuché que de esa habitación provenían algunas voces.

—No puedo creer que se haya escapado, si esa mujer habla el patrón nos va a matar.

—Pero quién fue el idiota que no le colocó el seguro al carro.

—Todos tuvimos la culpa a todos se nos pasó.

—Por qué mejor no se callan —dice Harlán—. Quizás ya esté en su casa; yo seguiré buscando y ustedes busquen cerca donde las secuestramos.

—Esa mujer no pudo ir muy lejos, por aquí pasa muy pocas personas, así que no pudieron haberla ayudado. Y si esa mujer nunca salió de la finca, si todavía está allá y está escondida en algún lugar —dice Claudio.

—Tienes razón. Vamos a buscarla por debajo de las piedras si es necesario, pero esa perra no se salva.

Por más que Harlán insistió en que allá no podía estar no lo escucharon.

Cuando intenté abrir la puerta alguien presionó fuerte su mano sobre mi boca y me jalaron de allí.

—Algo me decía que te encontraría, eres una zorra muy astuta.

Yo me ofrecí buscar en el cuartico donde tenían cadenas, látigos y muchos más implementos de tortura. Todo con el propósito de avisarle para que se ocultara y no la encontraran desprevenida. Para mi sorpresa ya no estaba.
Escuché cuando Nicolás me dijo por detrás, ya la tenemos. Sentí cuando mi rostro se calentó y mi corazón no dejaba de latir desesperadamente.

—Ya está en el carro, apresúrate, el patrón está ocupado con su nueva invitada, no se dio cuenta.

Sus últimas palabras

Con las poquitas fuerzas que le quedaban sintió que alguien se acercaba a la puerta y lo último que alcanzó a pronunciar sus labios fue, Itzá... y de inmediato se desmayó.

Eran las 3:00 a. m. Y entre mareos y  sin fuerzas poco a poco iba despertando; su cuerpo dolía, todo de ella dolía. Al parecer tenía un derrame interno ocasionado por la forma tan brusca que su tío había abusado de ella.

—Y si hay otra vida después de esta, espero volver a encontrarme contigo y poder decirte que sí, que no podría haber después de Dios y mi padre alguien que me amara más que tú, y es por eso que quería estar contigo hasta que Dios no los permitiera.

Sé que se han llevado una parte de ti este día padre, así como yo hoy me voy sin una parte de mí. Tus ojos madre hoy se van tus ojos, siempre me llevarás contigo donde quiera que estés, y en tú mirada mi padre siempre me recordará.
Y volvió a cerrar sus ojos, pero esta vez para nunca más volver a abrirlos.

LA ÚLTIMA LUZ DEL DÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora