Capítulo 16

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—Si gritas te mueres aquí mismo —y le coloca un arma en la cabeza—. Entra al carro y te quedas calladita si quieres permanecer con tu cabecita intacta —en ese momento llegaron los demás.

Sentí cómo mi corazón se alegró cuando lo vi que se acercaba pero cuando entró y ni siquiera fue capaz de mirarme todo mi mundo se vino debajo de nuevo.

—Te voy…por cada segundo que no sabíamos dónde diablos estabas metida—. Quiénes son ustedes y dónde mierda tienen a mi prima? —dijo con la voz entre cortada por el llanto. Dirigió su mirada hacía él y empezó a golpearlo preguntándole,  ¿quién eres tú?, Nicolás empezó a reírse.

—Yo te recomiendo que lo dejes tranquilo —ella se queda con la mirada baja tratando de entender lo que estaba pasando—. No busques que salga cogiendo aquí en el auto—. Sería excitante —dice Varce, y empezaron a reírse. Llegaron a un lugar bastante alejado donde no había más que una pequeña casa deshabitada.

—Y por qué aquí? —dice Varce—. No puede quedar ningún rastro de ella —dice Claudio—. Quién dijo yo… —dice Nicolás—. Yo la encontré primero —dice Claudio—. No es justo —vuelve a hablar Nicolás.

Y por primera vez durante todo el recorrido hasta el lugar habló él.

—Yo nunca he pedido nada, nisiquiera he tocado lo que ustedes se han comido, por eso yo quiero ser el primero.
Hubo un silencio por unos segundos y se miraban unos a otros.

Cuando escuché aquello sentí como mi rostro se calentó de la rabia que aquellas palabras me produjeron.

—Por mí no hay problema —dijo Nicolás y después, Varce—. Y pensar que ese día no querías que la trajéramos. Pero no soy rencoroso, es toda tuya.

Y muy cuidadoso y con cautela fue a cercando su mano a la de ella.

—No me toques—gritó ella—. Amánsala que está bien agresiva, pero para que te motives…vale la pena —y empezaron a reírse.

—Si tanto crees que será fácil, hazlo tú.

Aquellas risas se fueron de inmediato y todos dirigieron su mirada hacia ella, sorprendidos.

—Estás segura que quieres que yo te monte —pregunta Claudio con una mirada perversa—. Yo no he dicho que quiera y mucho menos que lo vas a hacer.

Cuando intentaba decir lago más una voz fuerte habló.

—Cállate, quien te va a coger voy a ser yo, así que no andes de regalada —y empezaron a reír los demás.

—En este lugar no quiero, yo escojo mi lugar y después que termine la traeré aquí antes que amanezca—. No estoy de acuerdo —dice, Nicolás—. Mi fantasía sexual no está aquí en este lugar —y empezaron a reír—. Está bien, llévatela y antes que amanezca la queremos ver aquí —dice, Claudio—. Si quieres yo voy contigo —dice Nicolás—. No, ella se va a portar bien  —y la miró con un gesto de pocos amigos.

Ya habían pasado unos minutos desde que habían salido de ese lugar… el auto se detuvo en un lugar solitario y Harlán puso su frente contra el volante. Se escuchó cuando bajito una voz habló.

—Por qué me engañaste, quién eres tú y dónde está mi prima. Llegué a pensar que me ayudarías a encontrar a mi prima y me…

—Y lo haré, no sé cómo pero lo haré, ella no merece lo que le están… ¿Porqué no te quedaste donde te dejé?

—Escuché la voz de Ghersú, mi prima. ¿Por qué nos secuestraron? ¿Quién está detrás de todo esto?

—Ghersón Estrada, así se llama—. Mi, mi tío. Eso no es posible, él está muerto—. Eso es lo que él quiere que todos piensen—. ¿Pero por qué?—. Porque el padre de tu prima al parecer no lo quiso ayudarlo cuando él estuvo en la cárcel.

LA ÚLTIMA LUZ DEL DÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora