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Thiago estaba tomando notas a lo que su maestro estaba explicando cuando la campana que indicaba el final de la clase resonó. Todos comenzaron a cerrar sus cuadernos y pararse de sus lugares.

Thiago giro los ojos hacia donde se encontraban Alec y sus amigos. Dariel ya se había levantado y junto a Saúl se pusieron a jugar con una mini pelota que se habían encontrado. Alec y Piero estaban hablando mientras que Mike estaba guardando sus cosas. Thiago estaba tan distraído que no escuchó cuando él maestro salió del salón, seguido de sus compañeros. Pará cuando lo noto, solo quedaban ellos.

—¿Podemos irnos ya? Tengo hambre —exigió Mike.

Dariel hizo como que no lo escucho y lanzó la pelota hacia su dirección. Mike no tuvo tiempo de reaccionar, haciendo que cayera cerca de donde Thiago se encontraba. Sin saber que hacer, Thiago hizo el ademán de levantarse.

—Lo siento —escuchó la voz de Dariel.

—Está bien —tomó la pelota y la dejó frente a Alec y Piero. Después, salió con rapidez dejando al grupito detrás.

—¿Se habrá enojado? —preguntó Saúl.

—No creo, tal vez tenía prisa —Dariel recuperó la pelota y se giró—no importa, mejor hay que irnos, no vaya a ser que Mike se muera por el hambre. —con las manos hizo como si se enterrara un cuchillo mientras reía. Mike puso los ojos en blanco y le dio un mini empujón.

–Vayan ustedes, tengo que hacer algo—dijo Alec mientras se levantaba y tomaba su mochila.

—¿A dónde vas Alec? —quiso saber Piero.

-Oh vamos, no seas así —exclamaron Saúl y Dariel a la vez.

Alec solo les sonrió.

—Déjenlo chicos, ya saben como es —Mike jaló al dúo ruidoso, mientras que le hacía una seña a Piero para que se fueran. Realmente tenía hambre.

Los cuatro salieron del salón entre chistes y risas. Thiago suspiró cuando los vio desaparecer. Había escuchado todo desde afuera, y tenía miedo de que alguien lo descubriera. Con cautela se asomó por la pequeña ventana, Alec seguía dentro del salón.

Vio como sacaba un cuaderno de su mochila para después abrirlo y observar su contenido con delicadeza. La curiosidad creció dentro de Thiago por saber qué es lo que había en dicho cuaderno. Reaccionó al notar que su cabeza comenzaba a sobresalir.

Afortunadamente, Alec no lo notó y siguió con lo suyo como si nada. Una vez terminó, tomó su mochila y salió.

Thiago observó desde la distancia como se alejaba y avanzaba hacía la cafetería. Compro gomitas de panditas y se sentó en una mesa vacía, alejada del resto. Siempre solía estar con sus amigos, sin embargo, esta vez no era así. Por alguna razón que Thiago no podía descifrar, Alec prefirió la soledad.

Al día siguiente, Alec se encontraba con sus amigos como si nada. La maestra no había atendido a la clase, por lo que todos se encontraban platicando, otros incluso se habían ido. Thiago había pensado en irse por igual, pero cuando vio como Alec no tenía intención de salir, decidió quedarse donde estaba. Lo miraba en silencio.

Como de costumbre, las risas y bromas no faltaban.

Saúl estaba sentado en el piso, haciendo muecas a sus demás compañeras con burla. Dariel, por otro lado, reía como loco ante el actuar de su amigo. Piero los veía con cansancio. Realmente, Thiago no entendía porque eran amigos. Mike no estaba en el salón, probablemente había ido por algo de comer.

Thiago finalmente buscó con sus ojos al chico de cabello negro. Alec llevaba un rato viéndolo con atención. Los ojos de ambos chicos se encontraron. Alec le dedicó una sonrisa burlona. Thiago en su lugar desvió la mirada, no sentía vergüenza en absoluto por haber sido descubierto. A final de cuentas, Alec también lo había estado observando.

Thiago esperó unos segundos antes de regresar lentamente la mirada. Alec había dejado de verlo, y ahora se enfocaba en algo que el recién llegado Mike le susurraba al oído. La cara de Alec, al principio de confusión, pasó a sorpresa. Rápidamente se levantó de su lugar, Mike se acercó a los demás chicos, y les dijo algo.

—¿¡Examen!? —exclamó Dariel.

—shhh —dijo Mike mientras ponía su dedo en la boca.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó con calma Piero.

—¡Eso no importa! —gritó Saúl— no sé nada de esa clase, voy a reprobar.

—Si no faltaras tanto —hablo Alec— tal vez te iría bien.

—Si viniera a la escuela seguido, no habría aprendido a dominar las olas —se excusó Saúl, una sonrisa de orgullo se dibujó por todo su rostro. Alec soltó una pequeña risa.

Thiago sonrió.

—¿Cuándo es? —preguntó Dariel.

—Después del receso —contestó Mike mientras se metía una galleta a la boca.

Como si estuvieran conectados, Alec, Saúl y Dariel se pusieron frente a Mike.

—No —dijo Mike.

—Anda —dijo Alec.

—No

—Te compro un dulce —suplicó Dariel.

Mike lo volvió a ver interesado, sin embargo, no contestó anhelante a más ofertas.

Los chicos al darse cuenta de lo que Mike quería comenzaron a gritar ofertas, llamando la atención de todos. Finalmente Mike aceptó.

—No hagan tanto ruido —los regañó Mike.

Los tres chicos asintieron satisfechos. Piero esbozo una pequeña sonrisa.

Thiago vió como los chicos se hacían bolita alrededor de Mike. Alec apuntaba con entusiasmo lo que Mike decía, les estaba explicando lo que vendría en el examen. Thiago se fijó en el cuaderno qué Alec sostenía, era el mismo que siempre llevaba. Ya había empezado a sospechar que Alec no tenía más cuadernos aparte de ese en especial.

Inspirado por sus compañeros Thiago también decidió estudiar. No era malo en la escuela, sin embargo, tampoco era sobresaliente como Mike. 

El chico mariposa - LonelinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora