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Firmó la carta. Satisfecho guardó todas sus cosas, metió la carta en el sobre y se levantó.

—¿Es para Thiago no es así? —inquirió Piero.

—¿Cómo sabes? —contestó Alec sorprendido.

—Lo intuí —dijo mientras levantaba los hombros— ¿Está bien?

Alec asintió. Mentía.

Piero entrecerró los ojos— ¿Tú estás bien?

No contestó.

—¿Me acompañas por un café? —preguntó mientras se levantaba y tomaba su mochila.

—Claro —Alec guardó la carta en su mochila. Ambos chicos caminaron en dirección a la cafetería. Avanzaron en silencio la mayor parte del camino, sin embargo, justo antes de llegar Piero habló.

—Supongo que Thiago ya descubrió la verdad ¿no?

Alec se detuvo por completo.

—¿Qué acabas de decir?

Piero lo volvió a ver, le dedicó una sonrisa y siguió caminando. Alec lo siguió confundido.

—Piero, espera, dime ¿a qué te refieres?

—Sabes de lo que hablo —musitó.

—Por supuesto que se de lo que hablas, lo que no entiendo es cómo sabes sobre eso.

Llegaron a la cafetería, Piero no le contestó, pidió un café para ambos y una vez se lo entregaron, dirigió a Alec a una mesa.

—He hablado con Thiago más veces de las que crees.

Alec recordó como Thiago había mencionado a Piero, pero solo fue una vez y casi no cruzaron palabras.

—¿Por qué nunca me dijiste nada?

—¿Para qué decirte? —refutó— cuando entendí lo que pasaba entre ustedes dos, preferí hacer como si nada, ¿de qué sirve que yo supiera? además, era muy curioso observarlos.

Le dio un sorbo a su café y siguió hablando.

—Mejor debería preguntarte, ¿por qué nunca me contaste de él?

Alec suspiró. Piero era su amigo desde hace años, sabía que él solía ser muy observador con las cosas de su alrededor, sin embargo, jamás hubiera pensado que durante todo ese tiempo, siempre supo sobre Thiago.

—No lo vi necesario —contestó después de un tiempo. Piero solo lo vio con curiosidad.

—Está bien, de todas formas lo que pasó pasó, pero justo ahora siento que tú no estás bien.

—Yo... no lo sé

—Hemos sido amigos por un buen tiempo, y siempre te he visto desde lejos, no solo yo, los demás también se preocupan por ti. Entiendo que Thiago te preocupe, pero eso no quita que también pienses en ti. ¿Cuánto tiempo has aguantado por él?

Alec sintió esas palabras como puñetazos en el estómago.

—No solo Thiago, ¿qué sucede con Cass? —Piero no quitó los ojos de él— Todos sabemos lo que pasó, y aún así, jamás hablas de ella. Alec, te conozco lo suficiente para saber que a pesar del tiempo que ha pasado, todavía te duele. Sé que te culpas de lo que pasó. No entiendo porque siempre recibes los problemas de los demás y tienes la necesidad de ayudar cuando ni siquiera puedes ayudarte a ti mismo. Odio ver como sufres, pero decides hacer a un lado lo que sientes solo por ayudar a alguien más.

Alec sabía que Piero no le decía todas esas cosas con mala intención, sabía que su amigo solo se preocupaba por él. Y siendo honesto, jamás había pensado que las cosas fueran así. Durante mucho tiempo, siempre puso a los demás como prioridad, incluso con Cass.

—Nunca la conocí bien, sé que eran muy cercanos y también sé que cuando murió todos los ojos cayeron sobre ti. En ese tiempo éramos muy pequeños, no entendí lo que pasó hasta que me hice más cercano a tí. Puedo imaginarme cómo te sentiste, cómo te sientes ahora. Yo... —hizo una pausa— realmente me arrepiento de no haber estado en esos momentos contigo, y le agradezco a Thiago que al menos él pudo estar a tu lado. Te mereces una disculpa, incluso más que eso.

—Piero —interrumpió— ya basta, basta de verme con esos ojos, no quiero que sientas lástima por mi.

—Pero no puedo evitarlo, no se porque Cass hizo lo que hizo, pero si se que ella no hubiera querido que tú te echaras la culpa.

Alec no soportó más— Sí es mi culpa, yo sabía lo que quería hacer, siempre lo supe pero me engañe a mi mismo para fingir que no entendía. Yo pude detenerla, pude evitar que saltará. Estaba abajo, solo tenía que gritar, pero me quedé callado, no dije nada y solo vi como caía. Todavía puedo escuchar su cuerpo golpeando contra el piso —pudo sentir las lágrimas que bajaban por su rostro, consciente de lo que acababa de confesar comenzó a sentir como su pulso se aceleraba. Rápidamente Piero se levantó de su lugar y le dio un abrazo.

—Hiciste lo que pudiste, Alec enserio, hiciste lo que un niño de 9 años podía hacer.

—Eso no es cierto —sollozó— Piero, entiende, no pude ayudar una vez, no quiero que vuelva a pasar lo mismo. Thiago no está bien y necesita todo el apoyo posible, si no lo ...

—Tú también necesitas todo el apoyo posible —interrumpió Piero.

Alec guardó silencio sin saber qué contestar. Sabía que las personas de su alrededor los estaban observando. No importaba. Era la primera vez que hablaba sobre lo de Cass desde lo que pasó. Era la primera vez que se abría tanto.

—No soy experto, y no se si pueda ayudar. Ayuda a Thiago, apoyalo hasta que se levante, y cuando lo haga, deja que él, todos te ayudemos a ti. Es hora de que los papeles se inviertan ¿está bien? 

El chico mariposa - LonelinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora