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Thiago tomó su cuaderno y lo guardó en su mochila. Tomó aire y salió de su habitación. Entró a la cocina y vió a su Tata sentada, tenía puestos sus lentes y estaba leyendo un libro. Cuando escuchó los pasos de su nieto levantó la mirada con preocupación.

—¿Cariño, estás bien? —preguntó rápidamente.

—Estoy bien Tata —jalo una silla y se sentó.

—¿Quieres agua o tal vez comer algo?

—No, gracias. —puso sus manos bajo la mesa y levantó la mirada al techo— perdón, por lo de la otra vez. No debí ser grosero contigo —dijo.

Su abuela lo observó, su mirada se suavizó— no tienes que disculparte, es mi culpa.

—Tata —bajó la cabeza— no digas eso, no es tu culpa.

La anciana se sentó y acercó sus manos, Thiago entendió y las tomó.

—Cariño, se que sientes curiosidad por tus padres —Thiago abrió los ojos con sorpresa— hace unos años me di cuenta que habías olvidado todo referente a ellos, es mi culpa no haberte ayudado a recordar.

—Tata ¿de qué hablas?

—Cuando eras pequeño, olvidaste a tu mamá y a tu hermano. Me di cuenta tiempo después de un tiempo y te lleve con un psicólogo, me dijo que tu cerebro los había bloqueado de tus recuerdos para protegerse del dolor que te causaban. Me recomendó no mencionarlos y dejar que olvidaras, ahora me doy cuenta que fue un error. Tienes sueños con personas que crees no conocer pero a la vez se te hacen conocidas ¿no es así?

Thiago asintió.

—Son ellos. Supongo que el tiempo te hace recordarlos poco a poco.

María se levantó de su lugar, Thiago la siguió con los ojos. Vio como sacaba un libro que estaba escondido al lado del refrigerador y regresaba. Lo abrió y sacó una imagen. Una mujer de unos 40 años sonreía, las arrugas se podían ver debajo de sus ojos, tenía el cabello negro oscuro y una cicatriz el labio, en sus brazos tenía a un bebé recién nacido, al lado del dúo, había un niño de unos siete años haciendo una mueca.

—Ella es mi hija, Beatriz, es tu madre. El bebé que está cargando eres tú y el que está a lado es tu hermano mayor, su nombre es Ernesto.

Thiago pudo sentir un pitido en su oído, y poco a poco un dolor que comenzaba en su cabeza.

—Tu padre abandonó a tu mamá antes de que nacieras, ese desgraciado la dejó sola contigo y tu hermano. Aunque al principio le costó, logró sacarlos adelante. Nunca quiso venir a la isla, decía que era muy pequeña y que yo era demasiado pobre, sin embargo, diez años después de que tú naciste te trajo y te dejo conmigo.

Yo solía cuidarte a ti y a tu hermano cuando ella tenía que viajar por trabajo. Cuando te dejo conmigo me enoje tanto con ella que cortamos todo contacto, desde ese entonces no he sabido nada de ella ni de su hijo.

—Pero ¿por qué me dejó contigo?

Su abuela apretó los labios, Thiago pudo notar como no quería hablar, sin embargo, él realmente quería saber la verdad. Durante años, por más esfuerzo que hiciera, nunca pudo recordar la cara de su mamá y ni siquiera sabía que tenía un hermano. Hace tiempo se había rendido y simplemente decía que no tenía padres, saber la verdad después de tanto era impactante para él.

—¿Tata? —cuestionó.

—Porque dijo que le arruinaste la vida.

Thiago no pudo imaginar la expresión que tendría en esos momentos, pero estaba seguro que no debía ser bonita.

—¿Le arruine la vida? Pero ¿cómo? apenas era un niño —gimió.

—Tú hermano —volteó a verlo— tú hermano no se parece en nada a ti, no puedo creer que ambos sean mis nietos. Thiago, lo que te voy a contar puede ser un poco fuerte, enserio ¿quieres que te lo cuente?

—Sí —dijo seguro.

Su abuela dudo pero aun así habló— apenas cumplías diez, le confesaste algo a tu maestra de primaria, ella lo reportó a la policía y metieron a tu hermano a la cárcel. Tú madre decía que era tú culpa por haberle arruinado el futuro.

—¿Por qué lo meterían a la cárcel?

—Porque asesinó a alguien.

Thiago recordó todo. Sus llantos, sus súplicas, como acudió a su mamá y ella no le creyó. Como no pudo ocultar las marcas y su maestra se dio cuenta. Su madre gritándole, diciéndole que no era bueno para nada. El dolor, como corrió y se escondió. La última mirada que le dedicó su hermano antes de ser llevado por los policías, la señorita que lo entrevistó. Todo.

—¿Por qué no...?

—No quería que recordaras algo así, cuando el doctor me dijo que lo habías olvidado, pensé que era lo mejor, mientras no tuvieras que vivir con algo así todo estaría bien —inevitablemente la anciana comenzó a llorar.

—Tata, —apretó el agarre de sus manos— Tata no llores, no te preocupes, todo está bien, solo, no llores.

—Perdoname cariño, se que debí haberte ayudado más, lo sé, pero no pude hacerlo, fui débil y solo te dañe. Tuviste que trabajar desde pequeño, cuidarme, maduraste muy rápido, si tan solo te hubiera cuidado mejor, si te hubiera protegido, nada de esto estaría pasando.

Por primera vez en mucho tiempo, Thiago le dió un abrazo a su abuela. Tan pronto como sintió la presión que su nieto ponía alrededor suyo, María se lo regresó. Fue un abrazo lleno de emociones. No hubo palabras, solo un amor sincero entre una abuela y su nieto.

Se mantuvieron en esa posición un buen rato.

—Gracias, por contármelo todo —murmuró— no eres débil Tata, hiciste lo que pudiste, lo sé. Siempre me apoyaste y estuviste junto a mi, se que no es fácil. Tú misma lo dijiste, las personas son muy difíciles de entender, pero aun así estuviste ahí. Estuviste ahí cuando recibí mi primer sueldo, estuviste ahí cuando me ayudaste a encontrar trabajo con el señor Ramos, estuviste ahí cuando Alec vino. Todos nos equivocamos, yo también lo he hecho, lo importante es arreglar nuestros errores. Herí a alguien muy importante para mí, y quiero arreglarlo, así como tu me ayudaste, ahora quiero ser yo quien lo ayude a él. Lo que pasó en el pasado, puede quedarse ahí.

—Ay querido —la anciana se separó, puso sus manos el rostro del castaño y limpió las pequeñas lágrimas que caían— realmente eres todo un joven maduro. Ve y arregla lo que tengas que arreglar, y siempre recuerda que yo estoy aquí, estoy segura que Alec te perdonará, es un buen chico y te aprecia mucho, lo vi con mis propios ojos.

Thiago pegó su frente con la de su abuela.

—Eso espero.

El chico mariposa - LonelinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora