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Cuando Alba cerró el negocio, salieron caminando junto a Charly.

– ¿Vamos a tomar un helado? – preguntó sonriente ella.

– No tengo un peso... – dijo el sin vergüenza, riendo. – Hacemos el paga Dios...

– ¿El qué?

– El paga Dios. Salimos corriendo.

Alba soltó una carcajada, y en el momento en que se reía se preguntó si con María habrían hecho aquella boludez.

– ¡Te invito yo, boludo! ¿Cómo nos vamos a ir corriendo?

– Vos no sabes lo que es adrenalina. – dijo riendo.

– Ay ay ay, García. Te pasas.

– ¿Y vos, qué anduviste haciendo éstos días?

– Lo de siempre... Nada nuevo. Lo que si, charlamos con las chicas la posibilidad de hacer un álbum...

– Algo me contó María... Eso está buenísimo. – volteó a verla, entusiasmado.

– Si, pero no sé... Hay que tener plata. Y medio que estamos todas en la misma.

– Vos tenés plata, chanta.

– Yo no, mis viejos.

– Bueno, ¿Pero no trabajas?

– Si ponele...

– Y bueno... Además con las presentaciones algo se hace también. ¿O no? Si no lo sabré yo...

– Si pero tampoco voy a poner todo yo. Además tendría que pedirle plata a mis viejos para poner la parte de todas. – dijo pensativa.

– Si es verdad... Te entiendo.

– ¿Y vos, cómo estuviste?

– De Guatemala a Guatepeor. – dijo. Alba soltó una risita.

– Che, ¿Para tanto?

– Tito me echó del trabajo, mi vieja me echó de casa...– enumeró con sus dedos.

– Pensé que te habías ido por decisión propia.

– Y... Miti miti. Fue un momento de mierda, eso no te lo voy a negar. Tenía ganas de revolear todo por la ventana.

– No me digas... – volteó a verlo apenada. – ¿Siempre se llevaron mal con tu vieja?

Charly hizo una seña y se detuvo en una plaza por la que pasaban caminando. Alba lo siguió y se sentaron en unos banquitos.

– De pibe no, ahora de más grande... Pero me dijo algo que no me voy a olvidar nunca.

Dijo, mientras abría la funda de su guitarra. Alba lo miró, esperando que prosiga.

– ¿Qué te dijo?

– Que no tenía profesión. – rió irónico, mientras afinaba un poco su guitarra.

Alba hizo una mueca.

– No sabe lo que dice.

– Claramente. Pero que te lo diga tu vieja...

– Te entiendo, que situación de mierda. – suspiró. – Pero bueno, no importa que sea tu vieja o quien sea quien te lo dice. Vos tenés que creer en vos, y eso lo sabes ya... ¿No?

– Si tenés razón... Pero en ese momento me voló la chapita.

Comenzó a tocar algunos acordes al azar, mientras miraba al horizonte.

– A ver, deleitame con algo de lo que están grabando. – dijo intentando alivianar el ambiente.

– ¿Algo de lo que estamos grabando, o algo nuevo?

Te Ví Entre Las Luces | Charly García ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora