XXI

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Verónica Spencer

-Entonces ya consumaron su casamiento- asentí sintiendo mis mejillas arder

-¿Cómo fue?- pensé un poco en lo que podía decir

-Digamos que entregue más de lo que debía- jugue con mis manos nerviosa

-¿Cómo así?-

-Bueno para mí no fue solo sexo, yo hice el amor con él- ella asintió 

-Bueno por lo menos fue un buen regalo de cumpleaños- me miro un poco confundida

-Recuerdas que te había comentado que desde temprana edad comentaba como quería unos aretes- asintió

-Al parecer siempre me escucho que me los regalo- le mostré mis orejas

-Amiga ese hombre te ama- negué

-Creo que solo lo hace por el contrato- hice un puchero

-No creo eso, para mí que ese hombre te ama, pero no saben cómo decírtelo- negué

-No me pienso ilusionar- saque los ingredientes para hacer unos de los postres que ya se había vendido en la tienda

Continuamos hablando mientras cocinaba.

-Amiga es que lo amas- asentí

-No lo negare, ese hombre siempre fue mi deseo. Siempre imaginé que fuera el que tomara mi virginidad y lo cumplí- sonreí

-Por el amor a Dios Verónica que es mi profesor- levante mis hombros

-Es mi marido- sonreí

-¿Qué harás cuando se divorcien?- me quede pensando

-Es una conversación que tenemos pendiente, pero si te soy honesto no quiero que nos divorciemos-

-Eso lo sé, pero tienes que ver que es lo que él quiere- asentí

-Por eso nos debemos una conversación-

-Señorita Spencer- entro uno de mis empleados

-Si-

-Estamos cortos de tiramisú- asentí mientras lo miraba

¿Por qué no me podía enamorar de chicos normales o de chicos que si sintieran algo por mi?

-Gracias- sonreí para que saliera

-Ese muere también por ti- negué

-Crees que todos los hombres mueren por mi-

-Señorita Spencer- el chico entro de nuevo

-Mande-

-Tengo un caballero afuera diciendo que es su esposo- mire a Amaya

-Iré- me levante rápido

Al salir hacia el mostrador lo vi con una sonrisa.

-Amor- abrió sus brazos esperando que lo abrazara

Camine hacia él para abrazarlo.

-¿Qué te trae por aquí?- lo mire con una sonrisa

-Extrañaba a mi esposa- reí negando

-¿Quieres almorzar juntos?- lo mire

-¿No tienes postres que hacer? Eso me dijo el chico- lo miro mal

-Si, pero tu esposa requiere comer- hice puchero

-Si quieres ve a trabajar y yo traigo la comida- asentí

Relación "Arreglada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora