Capítulo 3

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Nuestra primera vez y despedida...

Evy Klein, gozaba del cariño de mis padres, fue llenada de cariño, cuidados. Encontró amigos que empezaron a visitarla. Susan, una oficial de policía que resultó hija de Nain Cass, el mejor amigo de papá. Gracias a esa amistad se le permitió el ingreso a la casa. Las visitas y salidas de ambas se hicieron normales en el hogar.

A partir de esa amistad, mi padre dejó de atacarme y no era necesario, había logrado hacer de mí un maltrecho ser humano. Empecé a autolesionarme encontrando éxtasis en causarme dolor ante la imposibilidad de controlar mis emociones. Retirar a Magda, me hizo sentir vulnerable, solo y desplazado.

La huérfana, como solía llamarla cuando nadie nos veía, adoptó a Magda y la protegía en todo momento. Mamá la inscribió en diversos cursos, todos tendientes a su bienestar, solo por cuidar de su "Bebé:"

Verlas juntas avanzar de un lado a otro tomadas de la mano, Magda siguiendo mis pasos, la otra retándome con la mirada, me divertía. Eran una hermandad, dispareja, en donde la líder era mi prima y la mascota Magda. Mi hermana se aterraba solo con sonreírle.

Luego de una acalorada discusión entre mis padres. Papá, acabó por aceptar que su genio uniera a las reuniones con Susan. En los días siguientes a ese evento, fui desplazado e ignorado. Me negaron las salidas, confiscaron mis móviles.

Deambulé en terrenos sombríos, saturados de dolor. Ser fuerte resultaba una tarea en momentos difíciles, pero estaba en juego mi autoestima y me las arreglé para no reflejar cuánto afectaba aquel trato.

En la soledad tuve mucho tiempo para pensar sobre lo hecho por mi padre. Resultaba demasiado odio hacia un hijo para no cuestionarme. Algo había malo en su hijo que lo hacía dañarme de esa manera. Eso y el odio que le generaba las bajas notas en Magda, me inquietaban. Y no era lo único.

Evy Klein, despertó mi curiosidad. Me asechó por toda la casa, encontrarla en los rincones, viéndome sin decir o hacer nada, me perturbó. Empezó a buscar a Magda al instituto y esa carga menos me desestabilizó, además de su independencia y cero emociones.

La última acción que efectuaron fue ponerme bajo llave en mi habitación. Sabían tan poco de su hijo, que ignoraban una cerradura, no era un verdadero obstáculo. Una vez la casa quedaba en silencio, salía de mi habitación. Un guardia contratado por mi padre frenaría mi escapada a la calle y no era mi deseo salir de casa. No quería que Christine o Vincent me vieran en este estado.

Contaba con toda la casa para investigar y mucho tiempo libre. Empecé por la habitación de mis padres, descubriendo que ya no dormían juntos. En el guardarropa solo hallé los trajes de mi padre y en toda la habitación matrimonial, no vi señales de algo de mamá.

Era como si ella nunca hubiera pasado por ese lugar. ¿Desde cuándo? Me preguntaba mientras revisaba aquí y allá, sin saber que buscaba. Papá se comportaba extraño y mamá distanciada desde la llegada de Evy.

Asi que ella tuvo algo que ver con eso.

Sin tener la más remota idea de lo que estaba buscando, bajé al estudio de papá. Un punto prohibido para todos, no entendía el receso. Lo único que admiraba de mi padre era su biblioteca. Pasé mis manos por cada uno de los libros y aspiré su aroma. Era tan celoso con ellos que de ocultar algo, muy seguro estaría en uno.

Bastaba un poco de memoria, sentido común y gustos del doctor Klein para hallarlo. Era un tipo anticuado, anti modernista y toda la casa daba cuenta de ello. Por eso las cerraduras era fácil de abrir.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora