La muerte..
La renuencia de Magda en aceptar que ha estado siendo manipulada, me enojó. Increíble su insistencia en que esa relación malsana llegase a ser amor. Magda se alejó de todos, incluso de Evy a quien no le respondía mensajes o llamadas.
En un intento de hacerla salir, reduje su mesada a la mitad, cancelé tarjetas y esperé. Contaba con la esperanza que la escasez de dinero la hiciera salir de su escondite.
No resultó. Y, entendí que había que tomar medidas extremas. Que su tía se convirtiera en mi sombra y siguiera a todos lados, no era de ayuda. La mujer insistía en señalarme como causante de todas las desgracias.
Ha llegado a proponerme, me quedara con el dinero y le cediera el control de su sobrina. Ella se iba a asegurar que sanara y prometía, nuestros caminos jamás se cruzarían.
No pude aceptarlo, no sé si por terquedad o me motivaba algo más. En mi interior había las ganas de que cuando Magda Klein se fuera de mi vida, lo haría como una mujer sana o por lo menos libre de rehacer su vida de la mejor manera posible.
Antes que nada, era necesario conocer un poco más sobre la mujer a quien me enfrento. Acudí de nuevo a Angelo Vryzas y sus contactos en Estambul.
De esa forma supe el nombre de la desventurada, su edad, estado civil y las personas a su cargo. De momento, había una fotografía de hace diez años, un tanto inútil. Si ha estado huyendo de la justicia, ha debido cambiar su aspecto y nombre. Ha demostrado ser inteligente al cruzar Europa y vivir en suelo estadunidense sin ser pillada o parecer sospechosa.
Su nombre era Meltem Aydin Kara, de 61 años, de profesión psiquiatra, título que le fue arrebatado por conductas inmorales. La miserable contaba con un hogar sólido, madre de dos hijos antes de tocar a Magda. Lo que me reventó es que uno de sus dos hijos contaba con la misma edad de Magda.
Eso no hizo más que afianzar la decisión de acudir a las autoridades y buscar una forma de anular ese matrimonio. Congelé cuentas y tarjetas. Si Magda deseaba dinero debía darme la cara. Una decisión que a Evy no le gusta y me lo hace saber a través de varios mensajes. En algún momento debo darle la cara, pero hoy no será.
Este es el día en que derribaré los muros de Meltem y le haré pagar por la osadía. Ingreso a la estación en búsqueda de un rostro conocido. Siendo un lugar en el que he visitado más de seis veces a alguien, debo conocer.
Y al hallarlo, avanzo hacia él, que observa mi llegada con interés.
Lo recuerdo como quien me visitó en la cárcel y me comentó sobre la demanda impuesta por Magda por maltrato. El mismo que acusó a Gadien Doyle de abuso de poder, cuando le exigió salir de la celda. Dudaba de que encontraría apoyo, la imagen que debe tener sobre este servidor no es buena.
—Oficial Hills —le saludo estrechando la mano que me ha brindado al llegar a él. —¿Me recuerda?
—Doctor Klein, ¿Cómo olvidarlo? —me muestra una sonrisa carente de humor y su rostro se dirige a los demás —Es el hijo adoptivo de los Klein. —soy observado por todos con curiosidad y un poco de sospecha —hermano de Magda Klein ¿Me equivoco?
—No se equivoca—afirma en silencio y suelta su mano que cruza en su pecho.
—¿Qué lo trae por aquí?
Dentro del grupo, reconozco al oficial que lo acompañaba el día en que me tomaron la declaración sobre lo sucedido en la cabaña. Su compañero lo llamó Khalid, el que me acusó de planear la muerte Silke y su esposo con complicidad con Eliú Cass.
—¿Podemos hablar en privado? —sugiero ante la mirada del hombre.
Sostiene en sus labios un mondadientes y sonríe enarcando una ceja. Susurra algo a sus compañeros que no alcanzo a escuchar o no tengo el interés. El comentario del oficial finaliza en una carcajada conjunta.
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Monstruo
RandomEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...