Muerto en vida
La pieza negra y alargado reposa en el rincón de mi habitación, su presencia abrupta me saca una sonrisa. De los miles que he tenido desde su llegada. Esta mañana un mensajero entregó en portería los planos de la casa en la que Damián y yo viviríamos. Se trataba de la original comprada por él, si deseaba hacerle los arreglos estaba en libertad. Estuvimos toda la noche charlando sobre lo que deseábamos.
Llegando a la conclusión que bastaba estar juntos para que el lugar sea perfecto. Damián aseguró que mi padre, no pensaría igual, mamá y los demás tampoco. Para él era necesario hacerles saber que podía hacerme feliz y con una casa lujosa, podría demostrarlo. Aquello hablaba de lo poco que conocía de las emociones, pero algo más importante.
Debo admitir con, tristeza, ha conocido una parte de mis padres que no es real. Las cubre una capa de superficialidad, producto de no verle con buenos ojos y tengo la culpa. Fui yo y no él, la de la idea de casarnos, también en aplazar nuestro regreso a una semana más. Mis padres suponen que la culpa es de él y no les he dicho lo contrario.
Debería decirlo, pero el temor a decepcionarlos aún más me lo impide. Ese sentimiento llegará cuando sepan que fui yo, la que quise alejarme. Papá no verá que lo hice por amor, sino como rechazo a sus reglas y exigencias.
Lanzo un suspiro largo tomando el morral en mis manos y viendo una última vez él porta planos. Con todo listo para iniciar mi día en la clínica, salgo a los pasillos. La vieja casa que el abuelo dad como obsequio de bodas a mis padres, está en silencio. Papá, quiso que mi madre viviera en una réplica exacta de la casa en donde vivió con mi abuela en Moscú. Y mi madre adoró ese detalle.
La cubre el silencio y la soledad. Mi madre debe estar en los preparativos del bautizo de Adara y papá con mi padrino. Vincent en la clínica y los demás en sus hogares.
No siempre fue así, recuerdo el bullicio que a esa hora. El de todos por llegar a tiempo a nuestras escuelas y la voz de mi madre desde el primer piso llamándonos en orden de nacimiento.
Mi arribo a las escaleras es con la imagen de mi padre al final, en donde parece esperarme. Mira la hora en su muñeca, mueve de manera nerviosa la pierna izquierda y regresa la vista a las escaleras. Su mirada se intensifica al observar bajo por ellas, percibo un resplandor de alegría, pero se esfuma con tanta rapidez que temo haberlo imaginado.
—¿Puedo saber a donde te diriges? —pregunta en tono de reproche y le muestro el morral de trabajo.
—Tengo pacientes desde las nueve hasta las doce y de allí a las trece hasta las diecinueve —describo al tiempo que voy defendiendo —a más tardar a las veinte horas estaré cruzando los terrenos del fuerte O'hurn, si no hay un inconveniente.
—Cancelé todas tus consultas. —su comentario es un gruñido y no entiendo su enojo, menos la presencia de mis hermanos en el salón.
—También las mías —habla Vincent justo al lado de mi madre. —no me han dicho por qué. —alza sus hombros mostrando confusión.
En esta ocasión, no solo falta Emma, también Angelo. Mientras espero por respuesta que nadie parece querer dar, me pregunto si el enojo del griego ha escalado a niveles tan altos.
El futuro esposo de mi hermana mayor, (un griego de humor negro y con el sarcasmo en niveles desproporcionados) ha mostrado su descontento por la trifulca entre su esposa (Sasha) y la esposa de Alexis (Emma). Se ha negado a casarse por la iglesia hasta tanto mi hermana no lime asperezas con nuestra cuñada. Eso ha formado un, dime y yo te digo más en los que han mezclado hasta a las esposas Borch.
—Hoy será tu pedida de mano —mi padre se interpone en mi campo de visión y alzo la mirada confundida.
¿Si sabe que Damián tiene casa por cárcel? ¿Acaso las bromas de mamá le han afectado las neuronas? Busco a mi madre en espera de un poco de sentido común y no hay más que molestia.
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Monstruo
RandomEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...