La verdad y nada más que la verdad...
No pienso hablar de lo maravilloso que era mi vestido, la magia que me envolvía o de la mujer en el espejo. Todas aquellas cosas que una mujer suele ver con una sonrisa el día de la boda y que es probable, hallamos escuchado alguna vez.
Deseaba hablar o mejor aún, anhelaba hablar de la chica que defraudó a su padre e hizo a su esposo hacerse cargo a sus errores. Sí, mi deseo en este instante era hablar de Christine O'hurn Ivannov y como se ha negado a decirle a su padre la verdad.
—Eres una princesa —comenta Mauren arreglando mi velo y acomodando las flores —imagino que no hay magia, ya te has casado y comido el pastel.
Ella ha malentendido mi silencio y sonrío de manera triste al girar. Lo que hablaré no deseo hacerlo a la imagen del espejo. Toma mis manos y me obliga a avanzar hasta la ventana de la habitación de mis padres, el sitio escogido para vestirme.
—¡Míralo! —señala a un punto debajo de un sauce —desconozco que habla con papá, pero llevan más de una hora allí.
Damián sonríe por algo que el señor Christopher Meyer dice. Que sonría le alivia, pero mantiene en sus entrañas el sentimiento de culpa y no ayuda en nada la figura en solitario de su padre viendo a la nada en el jardín.
—Si alguien puede ayudarle es papá, sabe lo que es crecer sin una madre. —le explica su cuñada y suspira. —a papá no le gusta intervenir en las cosas de tu familia y se mantiene al margen, con Damián es distinto.
—Por lo alemán, supongo.
—Lo injusta que ha sido la vida, las autoridades, el destino y todos los que conociendo la historia no actuaron —sigue por mí y el nudo en mis entrañas se tensa aún más —eras demasiado niña para poder ayudarle, no es tu culpa.
—¿Puedes hacerme un favor? —le pido —dile a mi padre que ya estoy lista.
—Es la primera vez que la novia no llega tarde a la boda o los novios lo hacen al tiempo —bromea y me mira un instante —¿No irás a cancelar la boda?
—No. Quiero compartir unos momentos con papá.
Suspira aliviada y me sonríe. Su rostro redondo cambia con ese gesto y sus ojos adquieren un brillo juvenil. Sigue conservando ese rostro hermoso que conquistó a mi hermano y las locuras de juventud.
Mauren y Marck, tienen el matrimonio que yo deseo con Damián, tranquilo, sin altibajos, llenos de amor y locuras. Contrario al de Sasha y Angelo, no dudo que se amen, ese término les queda corto, pero, allí, no hay tranquilidad. No, mi deseo es tener un matrimonio como el de Mauren y Marck. Fin.
—Le diré a mi padre y a Damián que se adelanten —su voz me hace regresar a la realidad y sonríe —la señora Ivanna y Sasha están en la iglesia. Alexis y Emma llegarán directo a la ceremonia, pero no estarán en la celebración.
—La seguiremos en su casa —me muestras sus dos pulgares sin dejar de reír y le imito —le mostraremos que, si desean hacernos a un lado, no podrán.
—Le advertiré a mis padres que deben cuidar de los niños toda la noche —esto último lo dice saliendo de la habitación y al quedar sola mi sonrisa se esfuma.
Con cuidado de no arrugar mi vestido me ubico en la esquina de la cama matrimonial y contemplo todo a mi alrededor. Si hay una pareja que puede ostentar el título de felices por siempre son mis padres. Ese matrimonio es, sin duda, el que toda pareja desea tener, pero al que pocos tienen la dicha de llegar.
—¿Cómo empiezo? —me pregunto viendo la foto de su boda que reposa en el tocador.
En esmoquin abrazando a una rubia y ella a su vez a un chiquillo. Los tres con la sonrisa más radiante que ocasiona una sonrisa en todos cuando la vemos.
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Monstruo
DiversosEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...