Fuga
La antigua clínica de fertilidad tiene el aspecto de haber sucumbido a diez huracanes. Polvo, papeles y soledad impera en cada rincón, piso o paredes. Hay que admitir, se nota el esfuerzo de Rupert por darle un toque distinto. Con todo, sigue pareciendo un sitio lúgubre.
Dudo que alguna vez logre quitarle la fama de sitio de la muerte como era vista desde que se supo la verdad. Mantenerla en pie le ha costado una fortuna y sacarla a flote otra más. No lo ha hecho solo, ha recibido apoyo de su familia y el monetario de Magda.
Lo encuentro en el sótano apilando varias cajas con ayuda de sus hijos y esposa. Se detienen al escuchar los pasos y al girar bajan los hombros aliviados.
—Pensé que nunca ibas a venir —me dice tomando una caja y dejándola sobre otras tres —si no lo hacías, lo entendería.
—Espero que funcione. —hablo viendo todo el lugar con ojos críticos — espero que así sea.
—¿No vas a volver? —pregunta Angélica y todos, incluido su madre, esperan por mi respuesta —¿Es por lo que dijo mi padre cuando estuviste en prisión?
—De ninguna manera.
Todos sabían de mí poca o nula relación con quien se creía era mi padre. Más de una decena de empleados presenció alguna vez alguna disputa con él o Silke. Rupert no dijo, más que la verdad.
—¿Entonces? —insiste la esposa —¿Qué te detiene?
—Me siento impedido para trabajar —les confieso —ni preparado para ser asociado a ese hombre sin que se reviente la bilis.
—Eres el mejor y a la clínica le servirá que el mundo sepa que has vuelto —sugiere Rupert. —promete que lo pensaras. —me ruega con una caja en brazos.
Cada uno de ellos espera por mi respuesta con una caja en manos y miles de sueños en su rostro. En menor medida, ellos también han sido víctima de Silke y Damián. Nada me encantaría más que poder ayudarle o sentirme a gusto haciéndolo, pero no es así.
—Reflexionaré en los pro y contra —todos respiran aliviados y dejan la caja en el sitio que corresponde. —de todas maneras, voy a ayudarte, no como lo deseas, pero...
—Te lo agradezco —interrumpe emocionado y mira a su esposa —llama al abogado y a Magda.
—Lo que acabo de decir no es un sí. —menciono viendo a su esposa salir del sótano con una sonrisa.
—No ese abogado Damián. —me aclara Angélica. —tu ex padre pidió que en este sitio se diera la lectura de su testamento.
De pronto y sin entenderlo, hemos quedado ella y yo solos en ese sitio. Me dice que los mensajes de su padre pidiéndome acercarme a la clínica eran lo del testamento.
—Aprovecharía el momento para convencerte, pero la idea original era esa.
—¿No era mejor decirlo? —increpo con ella viéndome en silencio —¿Qué testamento? Se supone que todo está a manos de Magda que yo controlo hasta que un juez la declare competente.
—La herencia de Damián Klein, no tiene nada que ver con la de su esposa —me explica —Silke, figuraba como la dueña de este edificio que dejó a mi padre, las acciones estaban entre ella, papá y ese hombre.
—Debieron empezar por allí...
Me recuerda que por si no me he dado cuenta, he ignorado todos los mensajes y llamadas. El único enlace que hay entre ellos es Magda, a quien se le asignó la tarea de decirlo.
—Pues no lo hizo —respondo enojado —¡Es tan estúpida! No dejo de cuestionarme que pensaba su madre cuando me dejó a mí y no a tu padre para cuidar de su dinero.
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Monstruo
RandomEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...