Cazador
Detengo del auto en el parqueadero de la empresa de David Rogers. Mi móvil anuncia que tengo una llamada de Igor y sonrío. Hace mucho tiempo que no hablábamos, me imagino lo primero que hará es quejarse.
Una o dos veces por semana, hablaba con Igor por videollamada. La última vez que lo hicimos estaba en Berlín, me había casado y le presenté a mi esposa. Después fue complicado, al llegar al país, ocurrió el asesinato de esos infelices y mi posterior arresto.
La amistad con los Zimmerman era de las cosas que más extrañaba de Zúrich. Eso y escribir, me permitían alejarme de mis recuerdos.
—¡Klein!
El rostro redondeado de mi amigo sonríe detrás de la pantalla. Sostiene en sus manos una copa de vodka y en la otra una pluma. Detrás de él se visualiza el templo de su padre, una enorme biblioteca repleta de clásicos literarios.
—Empiezo a pensar que te estamos perdiendo —se queja Igor y sonrío en respuesta —¿Todo bien?
—Depende de lo que sea, estar bien para ti. —suspiro. —¿Tu padre? —alza su muñeca, observa la hora en su reloj y bufa.
—Faltan cinco horas para su llegada —regresa la mirada a la pantalla de su PC y escudriña mi rostro con ojos críticos —¿Cómo has estado? —cuestiona.
No me agrada la idea de lanzarle toda la basura de problemas que es mi vida. Igor no puede ayudarme y eso lo deprimirá. Es un ser de comportamiento sensible, que suele afectarle los problemas ajenos. Sobre todo, aquellos que comprometen a su familia. Tanto él como su padre, me consideran parte de ella.
—Estoy al tanto de todo —se apresura a decir cuando nota mi silencio —papá me mantiene al tanto. Por lo menos, lo que considera necesito saber.
Esto último no es necesario, no tengo dudas del profesionalismo. Soy la prueba fehaciente de lo excelente profesional que es. Gracias a él, puedo decir que estoy a nada de liberarme de todos mis conflictos.
Cuando Eliú Cass esté en prisión, podré tocar el cielo y pensar en una familia como una persona normal. Mientras esté libre, no imagino otra cosa que ver a ese bastardo en prisión.
—No puedes ayudarme.
—Ambos podemos llegar a una solución —su entusiasmo me saca una sonrisa. —puedes empezar por la pedida de mano. —sonríe.
—El peor día de mi vida —lanzo la queja e Igor sonríe fuerte —debiste estar allí, nos hubiéramos aburrido los dos.
—Solías odiar, los hubiera. —me recuerda y afirmo.
—Lo hago, pero no dejan de meterse en mi camino.
—¿Qué fue tan malo?
Acudí al llamado de Vincent O'hurn y pedí la mano de Christine en matrimonio, según sus "Sagrados designios." Lo llamo de esa forma porque el tipo se comporta como un dios. Celoso, posesivo y si no obedecido, lanza todas las plagas posibles.
—¡Exageras! —comenta al escuchar mis quejas y niego.
—¡Ojalá!
Una reunión de dos horas, aburrida y tuve que soportar ser visto como el peor de los humanos. El padre de mi esposa no dejaba de verme con recelo. Él seguía siendo a su juicio un maltratador, ese estigma no me lo iba a quitar fácilmente.
Acudí con Magda, la única familia disponible con la que contaba. Evy había iniciado una relación con el padre de sus hijos, y el hombre no le agradaba que saliera. Si bien, ella logró aliviar el ambiente, su presencia también aumentó el antagonismo del hombre hacia mí.
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Monstruo
RandomEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...