Sanación
La tarea más difícil ha sido y será abandonar la cama dejando a mi mujer desnuda en ella. Admiro su imagen semicubierta con las sábanas y sonrío. Estoy convencido de que el que creo la palabra perfección se inspiró en la imagen de algún ser amado.
Si algo había perfecto a mis ojos es Christine O'hurn.
Abandono sus brazos sin muchas ganas y avanzo a la ducha. Aproveché la renuencia de la tía de Magda en salir de la habitación para darme un respiro. A sus ojos seguía siendo un maltratador, un estigma que sería difícil arrancar de las mentes de las personas.
El que no conoce la historia al detalle, suele lanzar acusaciones sin bases. Ella es una, tampoco mi importa su opinión o el de los demás. Si mi vida girara en torno a lo que otros piensen de mí, hace mucho tiempo hubiera recurrido al suicidio.
Mi estrés era otro, lo producía el que las autoridades no han logrado capturar a Meltem. Magda no ha podido declarar y lo poco que se sabe es por las declaraciones de sus vecinos en el piso.
Meltem, presentaba a Magda como hija, su hija, con una condición de autismo. Por esa razón le impedía salir o hablar con sus vecinos y las veces que escapó, dio origen a una disputa que acabó en golpes. No era raro para los vecinos las discusiones, estaban acostumbrados a ella.
Las veces que quisieron mediar por la chica, ambas mujeres se ofendieron por la intervención. Fue el motivo por el que aquel día hicieron caso omiso. El grado de manipulación de Meltem hacia Magda, era alto y peligroso.
¿Por qué sus padres nunca se enteraron? El malnacido solía llamarme y estar al pendiente de mis notas, a ella nunca le prestó atención ¿Qué hay de su madre?
—¿Vas a salir o te quedarás a descansar? —la voz de Christine se ahoga con el ruido del agua, correr y la apago para poder responder.
—Vine a recordarte que tienes un esposo.
—¿Qué te hace pensar que lo olvidé?
—No he dicho lo contrario.
El silencio que sigue a mi respuesta me resulta extraño y al salir de la ducha la encuentro en la puerta, aun desnuda y en actitud desafiante. Sonríe pícara al notar que me acerco a ella y huye cuando estoy a pocos centímetros.
—¿Inseguro, Damián Klein? —se mofa pavoneando su trasero desnudo rumbo a la habitación —He vivido para este momento.
—La próxima vez que se me ocurra algo parecido, iré a un bar o me masturbaré —en respuesta sonríe fuerte, una risa que eriza, achina mi piel y tensa partes de mi anatomía.
—¿Qué tal pasó la noche Magda? ¿Has llamado?
Recibí en el móvil el informe del hospital de cómo pasó la noche. De llamar tendría que ocupar a esa mujer y de momento la deseaba lejos.
—El riesgo de una complicación ha desaparecido —respondo abriendo el closet —aún no puede hablar.
Su recuperación será lenta, pero está en las mejores manos. Lo que sea que la motive a seguir en este mundo, lo celebro y lo aplaudo. Me uno a ese esfuerzo de ella y lo tomaré como mi estandarte.
El día que desee salir de mi vida, lo hará sana y como una mujer libre en todos los aspectos. Sigo sin poder saber que me motiva a hacerlo, es posible que jamás lo sepa. Y dudo que alguna vez importe saberlo.
—Me lo dijo Marck, también que eso complica la captura de esa mujer.
Las autoridades insisten en que ella puede saber los sitios en que puede estar oculta y los nombres que usaría para hacerlo. En el apartamento no encontraron nada sobre Meltem, todo lo hallado era de Magda.
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Monstruo
RandomEl miedo de todos los niños, es a la oscuridad, el monstruo que habita debajo de la cama o del closet. En la vida de Damián Klein había dos monstruos: uno real al que llamaba papá, otro en su interior y amenazaba con destruirlo. La oscuridad era su...