Capítulo 27

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Inteligencia Vs. Astucia

Azul celeste, fue el color escogido para mi vestido de compromiso que en este instante reposa en la cama y al que observo con una sonrisa en los labios. Faltan tres horas para mi compromiso y ciento veinte días para mi matrimonio.

Registro un día menos cada mañana y la promesa de ser feliz sin importar las circunstancias. Es la ausencia de Damián, su silencio y el móvil apagado por casi veinticuatro horas que empaña mi ambiente festivo. Que ese hombre esté en libertad, me asusta al punto de no saber qué hacer.

—Cariño —mi madre asoma la cabeza en la puerta —¿Nada de tu esposo?

Mamá no tiene problemas en llamarle así, es papá quien tiene conflictos. Desde la tarde el día de ayer desconozco su paradero. Damián suele ausentarse por horas y avisar que lo hará, la tarde de ayer no fue la excepción.

Me dijo que estaría un tiempo sin comunicación, prometió estar sin falta para el compromiso. Estaba al pendiente de finiquitar lo de las demandas y eso solía quitarle tiempo.

Solo que Magda, aseguraba, no había pendientes hasta la semana próxima.

—No —confieso sentándome en la cama —Y no hay pendientes en lo de las demandas.

—Tu madrina está aquí, ¿No deseas unirte? —sugiere —te distraerás y las horas pasarán rápido.

—Dame unos minutos y bajo —le pido y afirma.

—Te amo, cariño. —comenta viéndome sonriente —serás la novia más hermosa del mundo.

Aquello es la certeza que habrá boda y que las alimañas que crecen en mi cabeza no tienen fundamento. Eliú Cass no es tan imbécil para acercarse a Damián cuando la policía lo está buscando. Ese pensamiento logra calmar mi miedo y al salir a los pasillos puedo incluso sonreír.

La ceremonia será discreta, estarán en ella solo la familia cercana. De parte de Damián, Magda y Evy, sus primos de Alemania prometieron estar en mi boda. Mi madrina Fiorella había sido sincera al decir que no asistiría, fue el principal motivo por el que ayudó a mi madre con los preparativos.

Su esposo y ella habían decidido no asistir a ninguna recepción en donde su hija Emma fuera mal recibida. No lo decía por nosotros, sabemos que se refiere al enfrentamiento con Sasha, pero no hay mucho que hacer al respecto.

Llego a las escaleras escuchando las bromas de mi madre a mi madrina. Dice algo sobre que es el día en que los esposos apaguen los móviles.

—Me llamó hace media hora, me dijo que venía hacia acá —la voz de mi madrina se nota nerviosa —ya debería estar aquí. —insiste.

El chofer tampoco responde, aquello no hace más que aumentar el nerviosismo en su rostro. Cuando llego al final de los escalones, mi madre se ha contagiado del miedo y le marca a papá.

—¿Llamaste a los chicos?

—Están tomando un vuelo en este instante —solloza —se los advertí, les dije que no lo dejaran solo.

Mamá no hace comentarios y se limita a verme en silencio, mientras la bilis sube por mi garganta y en mi estómago crece un nudo. Lo siento como si me hubiera tragado un panal de abejas que revolotean en mi estómago y suben por mi garganta.

Me ubico en el lado disponible y tomo sus manos, que tiemblan sin control. El miedo no es un sentimiento que sueles ver en Fiorella Frederick D'angelo, una mujer que se conoce como valiente y aguerrida. El amor te hace vulnerable o es quizás el miedo a que salga dañado el que compartió contigo tantos momentos.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora