- Estás preciosa, cariño - mamá me dio un beso en la cabeza mientras me abrazaba por detrás. Era el quinto vestido que me probaba ante el voluminoso espejo de nuestra habitación para salir a cenar - Ese color te sienta espectacular - me guiñó el ojo y fue hasta su tocador para terminar de arreglarse.
Finalmente elegí ese vestido de color morado. Ayer habíamos llegado al hotel y por suerte ya había cogido algo de color, por lo que mamá estaba en lo cierto, me sentía realmente guapa en este vestido y con el maquillaje sofisticado por el que había optado esta noche. Mi familia, la familia Santana, veraneaba siempre en el mismo hotel de la zona sur de la isla de Gran Canaria todos los agostos desde que mis hermanos y yo tenemos uso de razón. El Palace se había convertido en el punto de encuentro de la pandilla de amigos de la que mis padres llevaban más de 30 años formando parte. Mi madre, una doctora ejemplar y admirada en su trabajo, y mi padre, un arquitecto que había construido los hoteles más prestigiosos del país, se dieron el "sí quiero" hace 25 años tras haber sido novios durante más de 5 en su adolescencia. Sus caminos se cruzaron en el instituto, cuando ambos tenían 17 años y compartían tanto aficiones como el sufrimiento de tener una personalidad basada en conseguir la perfección en todos los ámbitos de la vida. Pero eso ya lo descubriréis más tarde.
De ese matrimonio surgimos nada más y nada menos que 4 bellezas, como mamá nos llama.
Mi hermano mayor Derek, 24 años, el abogado de la familia y el ojito derecho de papá, ¿cómo no iba a ser su mayor orgullo siendo su primer diplomático?
Mi otro hermano mayor Gael, 21 años, estudiante de ADE, su sueño es ser tan famoso y millonario como Bill Gates o como Amancio Ortega. Sinceramente, no le importa. Solo quiere tener el dinero suficiente para descansar en la total calma en cada casa que compre alrededor del mundo.
Mi hermana pequeña Emma, 12 años, es una bomba hormonal apunto de estallar en su entrada a la adolescencia. Esto por supuesto es una guerra constante con papá y mamá, pelea va pelea viene, ¿Emma, estás contenta? ¿Emma, estás enfadada? Nunca lo sabrás porque la mayor parte de su tiempo la dedica en sus AirPods, TikToks y en sus cotilleos con sus amigas sobre lo atractivos que son los chicos del último curso del colegio.
Y por último y en mi humilde opinión, la belleza de las bellezas ... ¡Yo! Me presento. Mi nombre es Sheila Santana, tengo 17 años y voy a explotar de un momento para otro. Pero para saber mis razones también tendréis que esperar a ver, o mejor dicho en este caso, a leer lo que se avecina.
Cómo iba diciendo, nos encontrábamos en el hotel donde solemos pasar las vacaciones de verano con nuestros amigos. Durante la etapa del instituto mis padres coincidieron con otras personas que con el tiempo se convertirían en personas inseparables.
Comenzaré introduciendo a la familia Sánchez, personalmente mi favorita, puesto que de Victoria y Alberto salió mi querida mejor amiga, Ingrid. Así como su hermano pequeño Oliver.
La familia Ramírez, encabezada por Ángela y Martín. De ese matrimonio salieron tres bellezas. Daniel, Brenda y Claudia.
Y por último, la familia Suárez, Mónica y Pedro se encargaron de traer al mundo a Hugo, Adrián y Natalia.
Cómo podrás estas imaginando, nosotros tampoco sabemos cuál de las 4 familias es más rica que la otra. Entre nosotros no hacemos comparaciones, nos educaron para alardear de nuestras pertenencias sin la necesidad de compararnos con el resto. Así es la humildad de los ricos. Aunque no lo voy a negar, nuestras madres se ocuparon de darnos a todos lo mismo por igual. Si Natalia tenía un triciclo rosa, mamá se encargaría de que yo tuviera un triciclo lila. Si Ingrid tenía una camiseta de unicornio, Brenda iba a tener una camiseta de arcoíris.
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Sucedió en Canarias
RomanceSheila y Alessandro, una canaria y un italiano, se encontrarán en el hotel Palace durante las vacaciones de verano. Ambos se encuentran en puntos parecidos de su vida. Un desamor ha desatado la poca cordura que les queda. Casualmente, sin quererlo o...