Sonó la alarma y perezosa estiré el brazo hasta la mesilla de noche para apagarla. Me levanté de la cama restregándome los ojos y agarré del armario del baño una toalla. Me di una ducha, me cepillé los dientes y me lavé la cara. Cuando volví a mi habitación cogí una mochila para guardar todo lo necesario: la toalla, protector solar, mis gafas de sol, un bikini y una ropa de repuesto. En el vestidor elegí un bikini celeste, un short, un top básico blanco y unas cholas doradas. Me solté la toalla de la cabeza y me cepillé el cabello. Agarré mi mochila, mi teléfono móvil y mi cartera y salí de mi habitación.
- Buenos días - papá estaba leyendo el periódico que cada día compraba en el bazar de la recepción del hotel con una taza de café en sus manos - tu madre ya se fue a desayunar con sus amigas. Dijo que cuando te despertaras te recordara que te espera a ti y a las chicas en el spa -
- Buenos días, papá. Ya lo sé. No hace falta que lo repitan constantemente, no me voy a olvidar - agarré un puñado de uvas del racimo que había dentro de una cesta de la cocina y salí al pasillo de camino al buffet del hotel.
- Hola guapa - Ingrid me dio un beso en la mejilla - creo que nunca hemos hablado de lo bien que te ves cuando se te quema la naricilla y las mejillas - sonrió
- A mí también me encanta. Solo espero no pelarme -
- ¡Buenos días chicas! - Bianca se acercó a nosotras - tenemos un pequeño problema. Los camareros no nos dejan ponernos en vuestra mesa -
- Hablaré con ellos - me acerqué a la entrada del restaurante donde un camarero apuntaba algo en una lista - Buenos días, soy Sheila Santana -
- Buenos días señorita Santana, ¿qué desea? - enseguida dejó de hacer lo que estaba haciendo para prestarme atención.
- Necesitaré que prepare una mesa para 12 personas para mis amigos y yo -
- Enseguida se la preparo señorita - cogió un pequeño transmisor para comunicarle a los otros trabajadores que necesitaban una mesa grande libre. El resto del grupo también se acercó y todos esperamos por un corto tiempo a que nuestra mesa estuviera lista. Nos situaron en una mesa junto a los grandes ventanales. Muy cerca de donde estaban nuestras madres y hermanos pequeños, Emma, Claudia y Oliver. Le saqué la lengua a mi hermana y ella hizo lo mismo.
- Vaya pero fíjate si tenemos sitio vip - bromeó Giovanni.
- Esto es una auténtica pasada - Sofía admiraba las hermosas vistas.
- Voy a ir a ver qué hay hoy para desayunar - Aless se levantó cogiendo un plato de la mesa. Mis amigos y yo nos miramos. Los ricos y su falta de costumbre de hacer las cosas por sí solos.
Cogí mi plato y seguí a Aless, que observaba atentamente la comida. Devorándola con sus ojos. Su plato ya estaba casi rebozado.
- Te recomiendo estas salchichas, están deliciosas - su plato estaba a full de salchichas, huevo, tortilla, bacon, un pan y hasta un donut.
- No gracias, no suelo desayunar mucho - dije mientras que con las pinzas agarraba unas lonchas de pavo. Luego cogí algo de aguacate y un croissant. En un pequeño cuenco me eché algo de yogur de fresa y un pequeño trozo de melocotón.
- ¿Qué sueles beber? ¿Café, leche, zumo?
- Un zumo de piña estará bien, gracias - le sonreí y cuando dejó su plato en la mesa se dirigió a las máquinas con dos vasos.
Sentí unos dedos intentando llamar mi atención. Al seguirlos vi a mi madre con un gran signo de interrogación en el rostro mientras en sus labios podía leer: ¿Qué estás haciendo? ¿Quiénes son? Le hice una seña con el dedo para indicarle que más tarde hablaríamos.
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Sucedió en Canarias
RomanceSheila y Alessandro, una canaria y un italiano, se encontrarán en el hotel Palace durante las vacaciones de verano. Ambos se encuentran en puntos parecidos de su vida. Un desamor ha desatado la poca cordura que les queda. Casualmente, sin quererlo o...