- ¡Rápido! ¡Rápido! ¡Rápido! - me sudaba todo el cuerpo y mis piernas se sentían pesadas. Se sentía como un reto el llegar hasta al edificio con todas mis pertenencias dentro del bolso, las cuales saltaban con cada zancada. Hugo encabezaba el grupo y se giraba continuamente para comprobar que lo seguíamos y sobre todo, que nadie bajaba el ritmo.
- No puedo más - Chiara se paró de golpe y dobló la espalda apoyando sus manos en la rodilla a la vez que intentaba controlar su respiración y se despejaba la frente de los mechones pegados por el sudor. Giovanni en apenas segundos rápidamente se acercó a ella y la alzó sobre su hombro. Chiara soltó un grito de sorpresa.
Aless sujetó mi mano y corrimos unos metros más hasta llegar al edificio donde según Hugo recogeríamos la mini guagua. Al entrar las chicas soltaron inmediatamente sus bolsos al suelo y se apoyaron en las paredes poco a poco dejándose caer tratando de coger aire.
- Llegamos 15 minutos tarde - bufó Hugo mirando su reloj. Se colocó en la enorme fila que se estaba formando en la recepción.
- Casi morimos - su hermana lo miró incrédula. Observé cómo Aless y Giovanni se acercaban a unas máquinas expendedoras y metían dinero en ella.
- A lo mejor, solo a lo mejor, esto no hubiese pasado si a alguien no se le hubiese ocurrido que era una gran idea cogerse el pedo del año el día antes de un viaje - le recriminó Hugo.
- Eso no es cierto - negó con la cabeza Natalia - me parece muy feo que me recrimines justamente TÚ eso - Se cruzó de brazos y apartó su mirada de él.
- Será cosa de familia el ser unos borrachos - bromeó Adrián, intentando mediar entre sus hermanos.
- Pero tú eres un chico sano - aportó Ingrid chocando los puños con Adri.
- Soy la excepción - bromeó.
- Tomen chicos - Aless y Giovanni volvieron al grupo y nos repartieron una botella de agua a cada uno acompañado de una chocolatina.
- No hacía falta - le sonreí dulcemente por el detalle.
- No puedo permitir que te deshidrates - sonrió.
- Tendrías que llevarme en brazos - bromeé.
- En ese caso no sería tan mala idea - ambos reímos.
- Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? - tras una larga espera por fin era nuestro turno. Nos atendía una señora rubia de media edad con uniforme azul.
- Buenos días, tenía una reserva a nombre de Pedro Suárez - dijo Hugo haciendo que Natalia y yo abriéramos los ojos como platos. Ingrid también lo escuchó y ella en cambio soltó una carcajada negando con la cabeza divertida.
- Es que es demasiado - comentó por las ocurrencias de nuestro amigo.
- Oh, señor Suárez. Es un placer hablar con usted - la recepcionista enseguida se puso manos a la obra tecleando rápidamente en el ordenador - siento la espera, de haber sabido que usted estaba aquí le hubiésemos hecho el favor de atenderlo en cuanto entró - sonrió descaradamente. La miré incrédula por su falta de profesionalidad con el resto de clientes. No somos los reyes, por lo que no considero que tengamos que tener un trato especial por parte de nadie.
- Por lo que observo hizo una reserva para un vehículo grande, una guagua de 10 plazas que recogería a las 10:00 y son las 10:49. Según nuestras leyes pasada la media hora pierde la reserva. Pero no se preocupe, tendremos consideración con usted y haremos un pequeño cambio - Hugo le agradeció y no pude avergonzarme más ante la reacción de sorpresa de los italianos, especialmente de Aless.
- Es usted muy amable - le regaló Hugo una sonrisa a la cual ella gustosa le devolvió. Jesús, podría ser su madre. Sentí que mi estomago se revolvía y bebí un trago de agua. Hugo terminó de firmar el contrato por el alquiler y pasó su tarjeta de crédito por el datáfono.
- Síganme por favor - las chicas se levantaron y cargando sus cosas seguimos a la recepcionista que nos llevó hasta un garaje privado al aire libre en donde se encontraban varios vehículos de alquiler.
- Es esta de aquí - abrió las puertas de la guagua - les hago entrega de las llaves. Hugo las cogió y tras agradecer a la señora colocamos nuestros bolsos en el gran maletero para estar más cómodos.
- ¿Todo el mundo tiene puesto el cinturón de seguridad? - bromeó Hugo colocando el retrovisor y poniéndose sus gafas de sol.
- ¡En Marcha! - chilló Chiara emocionada.
Los asientos de la mini guagua son de 2 en 2 excepto el conductor y el copiloto que eran individuales, ubicados en dos filas, por lo que tenemos al lado a una pareja. Aless rápidamente corrió para sentarse conmigo y al sentarte pasó su brazo sobre mis hombros acercándome hacia su cuerpo. Ingrid bufó cuando vio que le robaron el sitio y simplemente me encogí de brazos divertida, Aless actuaba como si estuviera ajeno a la situación. A mi mejor amiga no le quedó de otra que sentarse con Giovanni justo a nuestro lado.
- ¿Cuál es la ruta? - pregunté.
- Primero pasaremos por las dunas de corralejo y allí nos espera una sorpresa - explicó Hugo.
- ¿Qué sorpresa? - preguntó Ingrid intrigada.
- Si te lo decimos dejará de ser una sorpresa - contestó Natalia como si fuese lo más obvio del mundo. Ingrid la imitó y reí.
Me conecté mis AirPods y busqué entre mi playlist la canción que quería escuchar. Cuando por fin se reproducía en mis oídos cerré los ojos escuchando esa dulce voz que tanto me gusta escuchar, relajándome tanto que me apoyé sobre el pecho de Aless, quien masajeaba mi cabello repartiendo algún que otro besito en él. Aspiré su aroma tan varonil, el perfume masculino siempre será una tentación para mí.
- ¿Qué escuchas? - preguntó Aless llamando mi atención. Me quité un AirPod y lo acerqué a su oído
- ¿Justin Bieber? - asentí.
- ¿Te gusta? - él sólo se encogió de hombros.
- No es mucho de mi estilo - contestó simplemente.
- Es mi cantante favorito, su voz me encanta y sus canciones son tan profundas que siempre encuentro entre sus letras la respuesta a mis problemas - expliqué - ¿qué tipo de música te gusta? - pregunté realmente intrigada.
- Yo no tengo a ningún referente en concreto pero últimamente escucho mucho a Travis Scott o a Drake - lo miré atenta sin poder desviar mi mirada de su perfecto perfil y de su tan marcada mandíbula.
Al cabo de 1 hora de camino por fin nos bajamos de la guagua y llegamos a nuestro destino.
- ¡Wow! - Chiara y Sofía se agarraron de la mano y corrieron por el paseo hasta llegar a las dunas.
- Necesito hacer esto - Giovanni se quitó del hombro su mochila - sujétame esto - dijo pasándosela a Aless.
- ¿Qué vas a hacer? - le preguntó Aless confundido. Pero Giovanni corrió por la duna más elevada hasta llegar a la punta de arriba y desde ahí rodó por la ladera como una croqueta rebozada en arena. Todos estallamos en carcajadas cuando en un mal movimiento dio la voltereta tragando algo de arena.
- Me da algo, a mí me da - Ingrid se sujetaba el estómago con su brazo sin poder parar de reír.
- Creo que me he hecho un esguince en la muñeca - Giovanni volvió a acercarse al grupo con dolor visible en el rostro. Le ayudé a terminar de quitarse la arena que se había esparcido por todo su cuerpo. Aless negó y bufó devolviéndole la mochila.
- Eres un crío - le dijo y rodó los ojos.
- La vida es de los valientes - bromeó Giovanni.
- ¡Chicos! Vamos a ponernos en este lado de la duna para sacarnos una foto todos juntos - propuso Brenda y todos aceptamos. Nos colocamos en ese sitio en lo que ella colocaba su teléfono móvil apoyado sobre su bolso. Lo movía buscando el ángulo perfecto y cuando lo encontró apretó el botón y se activó la cuenta atrás del temporizador. Rápidamente corrió al grupo y posó con nosotros.
- ¡FUERTEVENTURA! - gritó Adrián divertido.
- ¡FUERTEVENTURA! - gritamos todos siguiéndolo y estallando en carcajadas.
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Sucedió en Canarias
RomanceSheila y Alessandro, una canaria y un italiano, se encontrarán en el hotel Palace durante las vacaciones de verano. Ambos se encuentran en puntos parecidos de su vida. Un desamor ha desatado la poca cordura que les queda. Casualmente, sin quererlo o...