- ¡Tú eres la única perra aquí! - le recriminó Ingrid - ¿¡Cómo te atreves tú a robarle a mi mejor amiga algo tan valido so para ella como su collar!? ¿¡Acaso no tienes alma alguna!? - los gritos se escuchaban por toda la playa y por el bar. La gente observaba la escena, unos entretenidos disfrutaban del show y otros simplemente estaban sorprendidos.
- ¡Yo no lo robé! - contestó a gritos - ¡No tengo ni idea de qué hacía eso ahí! - forcejeaba con Giovanni para zafarse de su agarre. Ingrid rió irónicamente.
- ¿Y qué hacía su collar en TU bolso? - enfatizó el "tu".
- Ella - me señaló con la cabeza - ella tiene la culpa de todo. Estoy segura de que lo metió en mi bolso para que todos me culparan a mí y seguir haciéndose la tonta - su sonrisa y la frialdad con la que mencionaba cada palabra daba miedo. Esta chica está completamente loca.
- ¿Qué estás diciendo ahora? - por un momento casi fui yo la que me abalancé a ella. Pero Aless me agarró de la cintura - estás acabando con mi paciencia - la señalé.
- Vámonos de aquí - Hugo nos agarró a Ingrid y a mí de los brazos y nos arrastró hasta llegar a donde teníamos nuestras cosas. Nuestro grupo empezó a recoger rápidamente las cosas y nos fuimos sin mirar atrás. Sentía una mirada fijamente así que apenas me giré y efectivamente Aless me estaba mirando, simplemente asentí con la cabeza y sonreí como pude, recé para que haya entendido este gesto como un "no es tu culpa, hablaremos luego".
- Estoy en shock - Brenda no daba crédito a nada de lo que había sucedido.
- Le diste tan duro que juro que vi tu mano marcada en su cara - bromeó Daniel y todos rieron menos yo que negué con la cabeza.
- Se lo merecía - Natalia afirmó.
- Espero que esté bien - dije mientras me paraba a revisar el collar. Lo abrí y ahí estaba mi foto junto a mi abuela. Suspiré de alivio. Volví a cerrar el colgante y lo besé.
- Te juro que si encima hubiese estado estropeado por su culpa me doy la vuelta y acabo lo que empecé - amenazó Ingrid asegurándose también de que el collar estaba intacto.
- Calma, fiera - bromeó Hugo.
Seguimos caminando a través del hotel hasta pasar por un camino que estaba cerca de la piscina.
- oh oh - dijo Adrián anunciando nuevos problemas. Despegué mi vista del suelo y miré hacia delante, justo para distinguir a mi madre, Ángela, Victoria y Mónica corriendo hacia nosotros.
- ¿Qué es lo que ha pasado? - pidió Mónica explicaciones.
- ¿Cómo lo saben? - preguntó Ingrid preocupada. Todos nos miramos atónitos.
- ¿Que cómo lo sabemos? - rió irónicamente su madre Victoria - unos empleados del hotel han venido a decirnos que nuestros hijos estaban en la playa armando todo un escándalo delante de todos los clientes - se cruzó de brazos.
- Esto es lo que nos faltaba - negó Mónica mirando muy mal a sus hijos - y tú - señaló a Hugo - eres el mayor, deberías de dar ejemplo y estoy segura de que has sido el peor - Hugo iba a replicar pero Victoria se adelantó.
- No, querida Mónica, aquí la maleducada ha sido mi hija - dijo mirando a Ingrid desafiante y poniendo sus manos sobre su cintura - ¿¡Cómo diablos se te ocurre agredir a una chica!? - se tiró de los pelos e Ingrid abrió los ojos como platos.
- No tienes ni idea de lo que hizo esa chica, se lo merecía - trató de explicarle pero su madre negó con la cabeza.
- No es excusa, tú eres una chica que debe de mantener la compostura y no tirarse de los pelos con la primera maleducada que se le cruce - Ingrid iba a replicar pero solamente asintió avergonzada y agachó la cabeza.
- Que decepcionada estoy de ti, Sheila - mi madre negó con la cabeza. Las lágrimas de nuevo amenazaban con salir. Últimamente no hacía otra cosa que llorar, llorar y llorar. Suspiré.
- Esto se arregla fácil - sentenció Ángela. Mi madre la miró y le dio la razón.
- Efectivamente - parecía que se comunicaran telepáticamente. Mi madre me miró - no van a volver a ver ni tampoco van a volver a juntarse con esa gente - sentenció. Yo negué desesperadamente con la cabeza.
- No puedes hacer eso - le supliqué.
- Claro que puedo hacerlo y lo haré. No vas a volver a verlos - me advirtió.
- Pero Cristina - intentó hablar Adrián.
- Nada de Cristina - Mónica lo señaló - esperemos que obedezcan, por el bien de todos, esa gente es chusma y nosotros no nos juntamos con esa clase de gente - agradecí que Ingrid pasó su brazo por mi espalda. ¿Pero qué pasaba hoy?
- ¡Boooomba! - un gritó llamó nuestra atención. Todos nos giramos a ver qué había sido eso. Lo siguiente que vimos fue a Oliver lanzarse al agua desde un puente cercano a la piscina. Su madre Victoria soltó un chillido y rápidamente nuestras madres fueron a regañarlo. Mi hermana Emma y Claudia no paraban de reírse a carcajadas.
- Rápido, antes de que vuelvan - Natalia echó a correr y nosotros la seguimos hasta llegar a mi suite. Abrí la puerta y solo estaba Gael en el sillón viendo la televisión.
- ¿Tú siempre estás aquí? - lo miré confundida. Él rió.
- Ya me iba - se levantó y agarró una toalla - ¿Qué pasa? - se fijó en que todos mis amigos estaban detrás de mí.
- Nada - reí. Todos entraron. Hugo abrió la nevera y sacó algunas cervezas que fue repartiendo.
- Adelante, ponte cómodo - bromeó mi hermano.
- Hola, Gael - lo saludó alegremente. Mi hermano rodó los ojos divertido.
- Bueno, me voy de aquí antes de que me echen - cogió su móvil de la mesa - no la líen mucho - nos señaló.
- Si tú supieras - bromeó en bajo Ingrid. Gael se despidió de nosotros y fue hasta la puerta para abrirla y marcharse.
Me tiré al sillón y suspiré profundamente. Natalia me pasó una cerveza.
- Toma, bebe, te calmará - la acepté y la abrí. Tomé un gran sorbo notando el frío líquido bajando por mi garganta. Rápidamente me levanté y fui hasta el espejo del baño. Inspeccioné mi rostro.
- No tienes nada - entró Ingrid restándole importancia. Por suerte solo tenía una pequeña marca. Recé para que no me saliera un moretón. Suspiré.
- Vaya día - dije y ella asintió.
- No tienes por qué hacerlo - negó con la cabeza. Yo la miré - no es culpa de Aless, así que podrás seguir viéndolo - asentí no muy segura.
- Sé que no es su culpa y también sé que lo más seguro es que igualmente se sienta culpable por ello - bufé.
- Esa estúpida no va a lograr separarlos - afirmó Brenda entrando al baño.
- Necesito pensar y ya luego hablaré con él - dije mientras me echaba un poco de agua en la cara. Brenda me pasó una toalla.
- Deberías hablar con él cuanto antes - opinó Brenda e Ingrid asintió - estoy segura de que esa tía ahora estará comiéndole la cabeza con que eres una bruja y que fue todo una trampa para que Aless tuviera una mala imagen de ti - abrí los ojos como platos.
- ¿Tú crees? - dudé. ¿Sería Aless de verdad capaz de pensar algo así de mí?
- Es lo más seguro - se encogió de hombros - piensa que ella es su amiga. La conoce bien. Quién sabe qué se estará inventando ahora con tal de proteger su trasero - me llevé las manos a la cabeza.
- Pero recuerda que tienes que tener mucho cuidado - dijo Ingrid - habla con Aless, queda con él y pídele explicaciones de por qué la loca de su amiga hizo una cosa así. Así sabrás de lo que estarán hablando ahora mismo. Y recuerda lo que nos dijo tu madre, se supone que tenemos prohibido hablar con ellos o tan siquiera dirigirles la mirada - bromeó.
- ¿Por qué todo me tiene que pasar a mí? - bufé. Salimos del baño y el resto ya estaba jugando a algún juego con la consola en la televisión. Tomé de nuevo un trago de mi cerveza y me senté en el gran sillón. ¿Cuándo voy a hablar con Aless? Y sobre todo, ¿qué voy a decirle?
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Sucedió en Canarias
RomanceSheila y Alessandro, una canaria y un italiano, se encontrarán en el hotel Palace durante las vacaciones de verano. Ambos se encuentran en puntos parecidos de su vida. Un desamor ha desatado la poca cordura que les queda. Casualmente, sin quererlo o...