Estaban agotados y mentalmente fatigados cuando descubrieron la verdad.
No solo su hermano adoptivo, Aldebarán, era un otaku consumado con recuerdos de su vida pasada como ellos, la linda Hannelore también era una otaku.
¡Por eso ambos congeniaban pese la diferencia de estatus!
Fingieron ignorancia, lo mejor que pudieron al menos, antes de escapar con la mejor excusa que tenían: Problemas con sus industrias.
Después de ir con el señor Benno para corroborar que, de hecho, todo estuviera en orden y visitar a sus familias por el tiempo de media campanada, prepararon una canasta de picnic y se ocultaron en el bosque bajo Verbergen.
Desde el torneo interducados, se preguntaron si esa persona, si ese otaku, podría haber desarrollado algo que le permitiera sentirlos, sin necesidad de usar la detección de maná, ahora estaban seguros, Aldebarán había desarrollado la magia de rastreo.
Ya que no querían lidiar con ellos demasiado pronto, prepararon un amuleto que confundiría su magia para mantenerse invisibles incluso si los buscaban, si los rastreaban. Necesitaban tiempo para mentalizarse y cortar con ellos de forma amable, solo había lugar para un otaku consumado en sus vidas y el seguía en Japón disfrutando de la industria del anime y comic, viendo series isekai, no viviéndolas
Cenaron bajo las estrellas antes de entrar en su refugio.
Habían llegado a un acuerdo. No importaba que tanto lo desearan no invocarían el invierno, solo danzarían en sus orillas. No podían arriesgarse tanto.
Lo irónico del llamado "invierno" en nobles eufemismos es que invocarlo, o siquiera danzar en sus orillas provocaba un calor intenso en quienes jugaban cerca o en él. En algún momento se había vuelto normal para ellos retirarse casi toda su ropa para poder conciliar el sueño cuando dormían juntos, el hecho de estar solos uno junto al otro les provocaba un calor inmenso. De buen grado dormirían por completo desnudos si no temieran las consecuencias que eso podría desencadenar. Un bóxer o un bikini era la única prenda que se permitían para poder dormir abrazados en su refugio del bosque y esa noche no fue la excepción, aun si solo estuvieron conversando hasta caer dormidos.
"Buenos días", ronroneo Ferdinand, abrazando a su novia cuando despertó a la mañana siguiente.
Su voz se había roto a inicios del verano. Más pronto que tarde descubrió que a su novia le gustaba demasiado su nuevo tono. Él disfrutaba de susurrarle al oído o jugar con su volumen para sonar una octava más bajo de lo que ya era, siempre sonriendo al sentirla estremecerse.
Cuando no escuchó una respuesta, pero si notó la comisura del labio de Rozemyne elevarse un poco, se colocó sobre ella antes de agacharse para besar sus labios y su cuello, sonriendo complacido cuando un pequeño gemido escapó de labios de su prometida.
"Buenos días. ¿Qué quieres hacer hoy?" preguntó ella al fin.
"Quedarme contigo, aquí. Solos."
Ella sonrió de nuevo, enredando sus dedos en el cabello de su pareja antes de atraerlo más cerca, pintando su espalda.
Una de sus manos fue a la nuca de ella para besarla en los labios y profundizar, mientras que la otra, abrazo su cuerpo acercándola más a sí. Ferdinand sentía los brazos de Rozemyne rodearlo, dándole descargas placenteras y excitantes. Su lengua tomó propia vida, delineando sus labios para hacerla abrir del todo su boca. Su sabor era dulce. Muy dulce. Cada vez se volvía más adictivo.
La besó con avidez. Su lengua acariciando la de ella, recibiéndola y succionando apenas un poco, experimentando con las sensaciones que evocaban sus bocas y las manos cargadas de mana pintando sus hombros y su nuca antes de separarse de ella para dejar besos que iban desde sus labios, pasando por su mandíbula, su cuello y...
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La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.