"Mamá, tengo hambre."
"Es temprano, vuelve a dormir Sora."
"No es temprano, mamá, los abuelos vienen de visita."
Escuche la risa de mi esposo, no sabía que estaba despierto.
"Mamá se quedó leyendo hasta tarde Aoi, yo preparare el desayuno."
Ferdinand me abrazo y dejo un beso en mi frente antes de levantarse. Sentí frio y me quejé, pero el solo me recordó que nuestros asistentes tenían su descanso hoy.
Los días de la tierra eran días para descansar, después de todo.
Nuestra familia suele venir a la tercera campanada a través de los círculos de teletransporte que conectan su casa con el castillo.
Pero mi esposo está equivocado. No me quede despierta por gusto. Pronto volveré a dar a luz, no descanso bien en las noches, ni siquiera con la bendición de Schlätraum. Aunque hacer el amor con mi marido, suele ayudar.
Hace cinco años Ferdinand y yo volvimos a nuestro tiempo, después de estar desaparecidos por cinco años.
Fue demasiado impactante para ambos, todos nos habían dejado atrás, mi hermanito menor incluso me presento a su hijo... recuerdo haber sentido que mi mayor pesadilla se volvía real.
Kamil, mi pequeño y lindo hermano menor ahora me trataba como si yo fuera la más joven. Que mis sobrinos fueran más grandes que mis hijos, también me puso incomoda... pero con el tiempo llegue a aceptarlo.
Me resigné
Al final, no nacieron gemelos, como Ferdinand y yo pensamos originalmente, fueron cuatrillizos... eso provoco que aquellos que llamaban a mis hijos: niños divinos, aumentaran.
Nadie, en verdad, nadie creyó que no eran niños divinos.
Alababan el milagro de los dioses de permitirme engendrar vida mientras permanecimos en el mundo divino.
Cada que intentamos confesar que ya estaba embarazada antes de desaparecer, todos se negaron a creerlo, diciendo que simplemente no era posible.
Aldebarán y Hannelore se burlaban de mi y me llamaban María, era muy molesto. O, lo era, con el tiempo me acostumbre y dejaron de burlarse de mí.
La puerta se abrió de nuevo y no me moleste en levantarme. Mi amado esposo llevo el desayuno a la cama y con el vinieron mis hijos
Sora, Mori, Aoi y Yoki.
Dos niños y dos niñas.
Ninguno de ellos heredo mi color de cabello o el de Ferdinand. Era como tener un degradado de colores entre nosotros. Aunque por alguna razón todos heredaron el tono oro de mi esposo.
Amaba a mi familia, y estaba muy feliz con el tejido de los dioses.
Tras volver, nos preguntaron si queríamos gobernar. En verdad fue una sorpresa, pero padre nos explicó que eso fue parte de un viejo trato entre nuestra predecesora Zent y mis hermanos.
No nos tomo mucho tiempo decidirnos.
Mamá y papá tenían razón.
No existía forma de que nos quedáramos en Ehrenfest, por lo que aceptamos y nos volvimos los herederos. Asumimos la primavera siguiente después de que mis hijos nacieran.
Por fortuna teníamos un maná equivalente a la era mítica por lo que podía seguir suministrando al país incluso si estaba embarazada.
Pero incluso si no fuera así, Aldebarán y Hannelore viven con nosotros como familia colateral.
ESTÁS LEYENDO
La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.