Les tomo quizás veinte minutos llegar a su refugio en el bosque. Los anticonceptivos se guardaban celosamente en un lugar especial al que nadie tenía acceso. Ya que los fabricaron como una forma de entender si sus cuerpos actuales funcionaban como los que tenían en su vida pasada, no les interesaba popularizarlos, no ahora al menos.
Si querían comerciarlos, debían esperar hasta su mayoría de edad.
"Hannelore, ¿Dónde están?" pregunto Ferdinand, mientras Rozemyne dejaba los insumos en la mesa, antes de ir a buscar agua para ayudarlo a preparar el té.
El gesto de la pelirosa se torció un momento antes de mirar en dirección al pasillo que daba a los dormitorios.
"¡¿Rozemyne?!" La joven Mestionora de repente se sonrojo trayendo la atención de su novio sobre ella, quien no tardo en revisar si tenía fiebre.
No tenía, pero su rostro seguía sonrojándose.
"Están en la habitación de invitados... quizás tarden un rato más en salir." Murmuro desviando la vista "Mucho en salir..." su rostro comenzó a tornarse más y más rojo, nunca en toda su vida la vio reaccionar de esa manera, no entendía que era lo que le pasaba.
El peliazul miro entonces a sus amigos, esperando que alguien le diera una explicación.
Fue Aldebarán quien finalmente hablo.
"Fuimos a despertarlos... generalmente ellos despiertan primero, pero... bueno, ambos estaban desnudos y sus ropas regadas alrededor de la cama..."
Eso lo imaginaba, su carta finalizaba con adelantaron el invierno en la noche, eso no era información relevante o útil, tampoco le daba una pista sobre el motivo por el cual su prometida parecía estar a punto de arder en llamas.
En ese momento una sensación de extrañeza lo embargo, si tuviese que describirlo, lo llamaría una perturbación en el maná a su alrededor, aunque no estaba muy seguro.
Desde que aprendieran la magia de rastreo, esas perturbaciones, cambios en algún maná, comenzaron a aparecer, eran inútiles en general: una pareja de feybeast pululando, una planta fey creciendo...
Resultaban útiles cuando alguna criatura evolucionaba o un trombe surgía, pero eso pasaría en verano u otoño. No en primavera.
Sin embargo... Rozemyne parecía realmente turbada por algo, a diferencia suya, la joven se crío entre caballeros. Se movía por instinto la mayor parte del tiempo. Su manejo en las magias técnicas como la magia de mejora y la magia de rastreo era algo instintivo. Las usaba todo el tiempo. Para ella, era como respirar.
Cerro los ojos y movió su maná, descubriendo en ese momento la perturbación que altero a su novia.
"Rozemyne, suéltalo", murmuro abrazándola, obligándola a mirarlo.
"No puedo... lo estoy intentando... pero no puedo."
Lestilaut y Carolina, no solo habían adelantado el invierno durante la noche, se encontraban en medio del acto en esos momentos. Rozemyne lo sintió cuando llegaron y debido a la magia de rastreo, podía verlos.
La acuno entre sus brazos antes de acunarla con su maná, explicándoles poco después a sus amigos lo que estaba pasando.
"Por favor, que se detengan..." pidió realmente abochornada. "Se están tiñendo muy, muy, MUY bien... casi no puedo distinguir donde termina uno y comienza otro..."
Mientras trataba de cubrir a su prometida para que no pudiese seguir viéndolos, Ferdinand pensó que deberían instalar un Shadow en las habitaciones. Lo habían hecho en el castillo y mientras dormían en el bosque. Era la única forma en que ella no viera si alguien invocaba el invierno.
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La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.