Volaron mucho tiempo en silencio, alejándose tanto de la academia y los dormitorios que no podían verlos, pero no podían estar ahí, no ahora.
Se movieron de forma mecánica, montando un campamento para pasar la noche. La diosa de la luz ya había finalizado su recorrido cuando salieron del jardín del inicio.
¿Qué significaba para ellos poseer la sabiduría de Mestionora? ¿Qué significaba poseer una bendición que solo el actual Zent y, quizás, su predecesor, habían obtenido? De todas maneras, ¿Qué significaba exactamente el ducado de Schutzaria vibra y resplandece de bendiciones?
No lo sabían y no querían saberlo.
"Ferdinand..."
La suave voz de ella llamándolo lo hizo sentir un nuevo terror. Se giró hacia ella, abrazándola y besándola con avidez, sintiéndola responderle con la misma urgencia que él sentía. No quería separarse de ella. No quería que lo obligaran a dejarla.
Necesitaba sentirla. Necesitaba saber que estaba a su lado.
Que era suya.
Sus manos se colaron bajo su ropa mientras comenzaba a deshacerse de la molesta y estorbosa tela.
Ella lo imito de inmediato, ayudándolo a quitarse su indumentaria.
Sus labios vagaron sobre la piel de su novia. Su cuello, mandíbula, su escote. Perdiéndose en el sabor imposible que solo emanaba de ella.
Sintió como las manos de Rozemyne lo pintaban con afecto y desesperación, como si quisiera asegurarse de marcarlo y teñirlo, señalándolo como suyo del mismo modo en que él la marcaba.
Dejó que sus manos se escurrieran bajo la ropa interior de ella, mirándola a los ojos para pedir permiso de retirarla, sintiéndola a ella hacer lo mismo. Esas eran la última barrera entre ellos.
Su mente pensante surgió en ese instante.
"No te tomare ahora..." Murmuró pegando su frente a la de ella, respirando para calmarse. "No así. No quiero que nuestra primera vez sea así." Finalizó en un murmullo.
Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de su novia, quien llevó una de sus manos a su rostro, suavizando la arruga entre sus cejas.
"No te dejaré tomarme y si lo intentas te golpearé." Advirtió con voz firme. La vio morder su labio antes de que un ligero sonrojo pintara sus mejillas "Pero necesito más. Necesito sentirte completo."
Eso fue todo lo que necesito para desaparecer la escasa tela sobre ella.
No penetrarla era difícil al poder sentirla entera con cada centímetro de su cuerpo. Que estuviera frotándose de forma tan directa entre sus muslos lo tenía alterado y alerta al darse cuenta de la humedad emanando de su novia. Un mal movimiento y estarían haciendo justo lo que no deseaban. Que ella no dejara de soltar esos diminutos jadeos y lloriqueos lo estaba enloqueciendo demasiado.
Fue puro instinto que una de sus manos se colarse entre ambos cuerpos para acariciarla. Su desesperación por no propasarse lo llevó a usar sus dedos en lugar de su espada para complacerla, casi ahogándose en placer cuando ella lo imitó, rodeándolo con una de sus manos para imitar el rítmico vaivén de su mano en el cáliz.
Las cosas se descontrolaron demasiado en ese punto.
La desnudez de ambos cuerpos. El calor generado por sus manas casi idénticos enredándose sin parar de mezclarse. El sabor de sus bocas que no paraban de encontrarse una y otra vez. Los sonidos de placer y angustia que solo se amortiguaban cuando se besaban.
El frenesí de tocarse de manera mutua en el rincón más íntimo que tenían para dar.
Ya no estaban pensando cuando ella lo soltó, separándose de él el tiempo suficiente para arrodillarse a su lado y meterlo en su boca, obligándolo a soltar un gruñido ante la sensación tan distinta de su mano en comparación con la humedad y la calidez de su boca.
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La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.