Cap12. Obligación vergonzosa.

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"Muy bien, Lestilaut. Por favor, entra en la caja", pidió Ferdinand al hombre, notándolo abochornado.

Aldebarán y Hannelore se encontraban también dentro del salón de té, así como Rozemyne y Carolina, su ahora prometida.

El peliblanco no podía sentirse más incómodo en ese momento.

La ropa, si podía llamarlo así, que le pusieron, lo obligaba a no portar nada debajo de esa tela holgada que era lo único que lo cubría ahora.

"Muy bien, intenta canalizar tu mana a tus pies, de ese modo debería ser menos intrusivo", señalo. "Da la vuelta, muy despacio, Muy bien, ahora, estira tus manos y toca los costados de la caja mientras miras hacia el cristal"

El Dunkelferger siguió las indicaciones que le daban al pie de la letra, rezando para mantenerse tranquilo pese a todo lo descarado y vergonzoso de la situación.

"Tiene varias laceraciones bastantes graves..." murmuro la voz de Rozemyne desde afuera de la herramienta, "¿Puedes cambiar a los huesos?"

"¿Quieres ver?", pregunto Ferdinand.

"Si, Observare el proceso también con Carolina, pero Lestilaut tiene varios huesos rotos, creo que será más eficiente de este modo."

Se sentía humillado, utilizado. Pero la alternativa era la torre blanca o la muerte... con este estudio, nadie nunca se enteraría de su participación. Podría vivir con el rostro en alto mientras se mantuviera en secreto.

Conforme la luz verde de una bendición caía sobre él, sintió como podía volver a mantenerse erguido por si mismo y como respirar se volvía más fácil.

"Parece que la magia de curación adelanta el proceso de sanación, sus huesos tienen evidencia de la remodelación... quizás por eso algunos quedan con cicatrices..." murmuro Rozemyne antes de perderse en sus pensamientos.

"Muy bien, puedes salir", indico Ferdinand mientras su novia seguía murmurando palabras inentendibles.

Agradeció y salió, encontrándose con la mirada de absoluto placer mormoso en el rostro del peliazul... antes de que sus ojos cayeran en su prometida, o en el adorable sonrojo que cubría su rostro por completo mientras trataba de cubrirse, su cabello rojo caía suelto a su espalda, y sus ojos color miel estaban cristalinos, debido a la vergüenza.

"Ferdinand, ¿romperías sus huesos una vez más? Me gustaría hacer comparaciones"

"¡No!", bramo Lestilaut, mirando al objetivo de su deseo, con miedo.

"No creo que sea buena idea Rozemyne, seria problemático si termina perdiendo la capacidad de caminar", dijo él a cambio, tomando la mano de su novia, acariciando sus dedos con afecto antes de besarlos. "¿Recuerdas nuestros resultados?, poco más y hubieras perdido la capacidad de mover los dedos."

La joven Mestionora miro sus manos, abriendo y cerrando sus puños de forma experimental antes de suspirar resignada solo un segundo o dos, saltando para abrazar a su prometido por el cuello y besarlo en los labios.

Tanto Lestilaut como Carolina abrieron mucho los ojos antes de desviar la vista, avergonzados, ¿Qué clase de relación tenían para no sentirse incomodos con el maná del otro...?

"Lord Ferdinand, Lady Rozemyne, por favor... recuerden que no están solos...", murmuro la peliroja, consiguiendo que la risa de dos personas estallara en ese lugar.

"Eso no es nada", aseguro la pelirosa, mirando a sus amigos, "han sabido que se casaran desde antes del bautizo. Intercambian mana prácticamente todos los días. Aunque nunca han invocado al invierno, o ¿me equivoco?"

La Revelación de VentuchteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora