Ferdinand estaba furioso, no estaba más allá de la ira.
Aldebarán tuvo que recordarle que fue la propia Rozemyne la que se puso en esa situación para poder ganar el partido.
"¡Ella se señaló como llave, Ferdinand!", rugió. "Recibió ese daño porque quiso."
Estaba consciente de eso, él lo sabía, sabia lo ridícula que podía ser su novia cuando quería algo y lo mucho que odiaba perder... y, aun así, no se calmaría hasta que su novia despertara.
Cuando Hannelore despertó, estaba tan frustrada que lloro, confeso entonces que hizo un prototipo de la prisión infinita con ayuda de sus estudiantes.
Ahora Aldebarán estaba furioso.
Ferdinand podía verlo en como una vena se resaltaba en su frente. En su quijada tensa y el rechinar de sus dientes. En sus nudillos blancos por la fuerza en la que sus puños estaban apretados para no golpear nada. Y en el tono lacerante de fría ira con la que hablo.
"¡Te dije que no estaba lista para producirla!"
"¡No quería perder!", grito la pelirosa, "¡Dunkelfelger no puede perder cuatro años contra Ehrenfest!"
Por primera vez desde que descubriera la verdad, sintió empatía por su amigo, esa mujer era igual a su propia novia, tan irreverente cuando era algo que deseaba.
Su ira se volvió furia y luego enojo mientras veía a la joven pelirosa llorar porque su estrategia fracaso.
'Ahora entiendo porque esta mujer desfachatada fuese la única amiga de Rozemyne cuando aun era Urano...'
Le tomo el tiempo de dos campanadas, pero finalmente la Dunkelfelger se calmo lo suficiente como para explicar sus acciones, Ferdinand escucho en silencio.
"Se que fue una mala broma, pero fue demasiado doloroso que incluso lo murmuraran bajo el velo de Verbergen..."
Alguien se atrevió a sugerir que Hannelore abandono a su Geduldh para brindar gloria a su futuro nuevo hogar, algo que no era cierto. Aunque el peliazul podía entender que esa idea no era infundada, sabía que el honor era algo muy importante para la gente de fuego, tan importante que sabia que cualquiera de eso brutos cerebros de musculo no dudarían en morir solo por su honor. Era como un ducado lleno de samuráis.
'Aunque ellos no se harían el harakiri.'
"¿Por cierto, donde estamos?", pregunto Hannelore al fin. "Esta no es la academia."
"No, no lo es... da gracias a tu hermano porque nos cubrió en este asunto." Murmuro el castaño sentándose a su lado.
La noche cuando finalizo el ditter, Aldebarán y Ferdinand se habían movido de vuelta al ducado para llevarlas a sus jureve, los cuales estaban almacenados en una cabaña en el bosque que la joven pareja adapto para que sus invitados, Lestilaut y Carolina pudieran vivir después de que ataran sus estrellas y mientras esperaban la graduación de la pareja para poder mudarse a Dunkelfelger.
"... o esa fue la explicación que dio tu hermano, también dijo que originalmente la cabaña era un deposito y que a ellos no les importaba mucho que se siguiera usando como tal, y que por eso sus jureve estaban aquí." Finalizo Aldebarán.
"Rozemyne y yo teníamos ingredientes estacionales de alta calidad, así que pudimos prepararlos rápidamente."
"Entiendo..." murmuro la pelirosa, antes de mirar hacia la ventana. El dios oscuro tenía su capa extendida en el cielo, "en ese caso, me alegro de que tengamos el mismo color", sonrió abrazando a su prometido, antes de susurrarle algo que lo puso muy feliz.
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La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.