"Sera mejor que no intenten escapar. Hemos entrenado para contenerlos durante cinco años."
'¿Qué?'
...cinco años.
...sus familias.
El calor se les escurrió del rostro.
¿Qué no intentaran escapar? ¡Claro que intentarían irse!
Si no querían que escaparan, pudieron fingir que era el mismo invierno de su graduación. Su vista cayo en Zent Karyme y en su padre, Aub Ehrenfest.
Los estaban estudiando.
Muchos ojos jóvenes los miraban, un grupo de jóvenes vestidos para girar también los observaban asustados y con deferencia.
Los murmullos poco a poco comenzaron a invadir el auditorio, señalándolos.
Por supuesto, sus cuerpos no envejecieron ni un día, de lo contrario su embarazo seria evidente o llevarían a sus hijos en brazos, quizás a su lado.
"No han envejecido ni un día." Señalo Hannelore en voz alta.
Ferdinand hizo aparecer su montura y su esposa subió con él.
Aun tenían maná divino en ellos, debían llegar a Ehrenfest antes de que desapareciera del todo la bendición de los dioses, o podrían poner en peligro la vida de sus hijos.
"¡Gutrisheit!" grito Rozemyne buscando en su libro.
El caos cayo mientras Ferdinand intentaba llegar a algún lugar donde pudieran colocar el circulo de teletransporte para volver a su casa.
Sus padres estarían angustiados.
Los caballeros los persiguieron.
"¡Este Ditter lo ganare yo!" grito la pelirosa
Hechizos susurrados por personas en armaduras.
Una herramienta mágica tras otra comenzó a activarse.
Conocían los hechizos, estaban en la sabiduría, ellos incluso vivieron la creación de muchas de esas herramientas mágicas y hechizos.
Solo por eso pudieron defenderse.
Doscientos años observando sin intervenir los ponía en una situación complicada y era claro que todos se prepararon a conciencia para ese día.
Para cuando volvieran.
Comenzaban a desesperarse, no podían perderlos, ni siquiera podían salir del edificio de piedra blanca.
No podían sentirlos, no deberían tener el maná para contenerlos.
"¡Ferdinand!" sollozo ella completamente desesperada.
"Encontraremos donde grabarlo." La consoló mientras ella se apretaba más a su cuerpo, una de las manos de Ferdinand estaba protegiendo el vientre de su mujer.
Más pronto que tarde notaron que estaban atrapados bajo una versión mejorada de la prisión eterna.
Un brillo metálico los encontró y el schttape de Rozemyne se convirtió en una espada la cual apareció junto a un escudo.
"¡¿Qué están haciendo?!" espeto Ferdinand abrazando más fuerte a su esposa.
"¿Dejarlos inconscientes?", pregunto Hannelore sin dejar de sonreír.
"¡Siguen tratando de escapar, debemos detenerlos antes de que lo logren!" anuncio Aldebarán
"¡Déjenos ir!", pidió Rozemyne
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La Revelación de Ventuchte
FanfictionHan pasado un par de años desde que los bautizaron, Ferdinand y Rozemyne ahora se enfrentaran a ellos mismos, mientras descubren uno a uno los secretos que guarda la academia real. Saga: La Bendición de Durzetzen.