CAPÍTULO XII: PERSECUCIÓN

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Finn Poe y Jannah irrumpieron en medio de la masiva celebración. Gritaron lo más alto que pudieron, pero se desesperaron al ver que nadie le escuchaba. Estaban a punto de rendirse cuando, de repente, la anciana que antes la había entregado el amuleto a Rey dio un agudo silbido con sus manos e inmediatamente toda la celebración cesó. Los héroes se sorprendieron al ver el infinito respeto que todos aquellos alienígenas tenían por la mística y sabia hechicera.

Sin ningún miramiento, la anciana de más de cien años caminó agachada, apoyándose pesadamente en su retorcido y agrietado bastón de madera. Los tres muchachos la miraron, esperanzados y sorprendidos por su capacidad para frenar todo el festejo de inmediato, reflejando así la sociedad matriarcal en la que vivían los Aki Aki. En realidad, ella era la jefa de la gigante tribu.

---La Primera Orden se aproxima, como unas bestias despiadadas con sed de venganza. Escuchar, pues, a los héroes que vienen a avisarnos. Si amurallamos nuestros miedos, entonces ellos nos devorarán desde el interior.

Ellos se quedaron pasmados ante las majestuosas lecciones de vida que les regalaba la mujer, y no entendían como ella ya sabía que la Primera Orden se dirigía hacia allí.

---Somos de la Resistencia...---- empezó a explicar Jannah rápidamente. La anciana la interrumpió, impasible.

---No queda tiempo, debéis huir.

---¡Ya están aquí1--- gritó Poe, horrorizado, señalando al cielo azul turquesa!

Finn y Jannah miraron hacia arriba. La aterradora silueta de la nave insignia de Kilo Ren apareció, difuminada entre las nubes y acompañada de otros dos cruceros estelares más, descendiendo lentamente...

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Rey corrió como nunca lo había hecho, y fijó su valiente e intensa mirada en las naves, apareciendo como águilas negras en el celeste firmamento.

Se detuvo, cansada, en medio de una vasta explanada de arena, entre dos extensas cordilleras de anaranjada arenisca. La luz dorada del sol acariciaba la cima de las dunas. El sol brillando como un candente disco de fuego, anunciando el inminente atardecer en el lejano horizonte.

Se dejó caer en el suelo, jadeando. Su corazón palpitaba imparable en su pecho, podía sentir como la sangre se deslizaba velozmente por sus venas. Cerró los ojos, la presencia de Kilo Ren dolía, como acariciar un cable pelado en una nave que tenía corriente.

Su aura en la Fuerza era indudable, aproximándose hacia ella. Lo sentía con una certeza increíble. Después de tomar aire se levantó, y miró decidida hacia el horizonte, mientras la cálida brisa erosionaba la arena bajo sus pies. Un punto grisáceo apareció en el horizonte, descendiendo del cielo, al principio parecía no moverse, pero en realidad se aproximaba velozmente.

La Fuerza estaba inquieta, expectante. Apoyándola y protegiéndola. Sabía bien que debía hacer, se acabaron las dudas. Esta vez no fallaría.

El Tie Silenciador de Kilo Ren, con unos flamantes tonos rojizos en el costado, con unas fuertes alas y un motor potente, se acercaba a una velocidad vertiginosa. Estaba dispuesto a arroyarla como una apisonadora.

Rey se dio la vuelta, agachándose.

Mientras tanto en su Tie Silenciador, Ben la observaba, era incapaz de creer lo que veía. Allí estaba, tranquila. Parecía muy segura de sí misma, como si hubiera ensayado lo que debía de hacer millones de veces y aquella ocasión solo fuera una más.

Aun así, también percibió expectación en ella, y eso le hizo pensar, aunque fuera tan solo por un momento, en detener la nave. Pues no se sentía con el valor suficiente para atropellarla. Pero no había escapatoria, era ahora o nunca.

LA ETERNIDAD DE LA FUERZA (fanfiction reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora