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ARDY — ¿Crees que este tipo se robó a sí mismo? O ¿por qué lo estamos buscando?

MONETT — No tendría ningún sentido, ¿cierto? (Silencio). No supe que me habían asaltado hasta que revisé la bolsa... A Venedicto le destruyeron la cabaña; incluso mataron a ese mocoso... No parece el mismo modus operandi, pero quién sabe... Bueno, eso da igual. El viejo tubo que haber visto al ladrón; tendrá algún dato que nos pueda ser útil... Sino, la alternativa es seguir el sendero de la Serpiente hasta las grutas, y recolectar Piedras nuevas...

VIENNA — ¿Qué tan lejos está ese lugar?

MONETT — Ardy y yo veníamos de allí; no son más de diez minutos caminando.

ARDY — ¿No es mejor ir directamente a esas grutas? ¡Ni siquiera sabemos en qué dirección se fue el ladrón!

MONETT — (Frenándose). ¡Tienes razón! ¡Vamos! ¡Sí! ¡Además, puedo localizar fácilmente las formaciones de Piedras usando mi magia!

ARDY — ¡Genial! ¡Estábamos perdiendo el tiempo! ¡Debiste pensar en eso desde el principio!

MONETT — ¡OYE! ¡Déjame en paz!



A menos de dos kilómetros al sureste, una caravana de bandidos se las ingenia para iluminar su paso, sin llamar la atención.

Los dos de adelante guían al resto con la luz que emiten sus amuletos de Fluorita.

BANDIDO 1 — ...Hace tiempo no veía una tarde tan fea...

BANDIDO 2 — ¡No estarás pensando, en serio, que es cosa del clima...! Yo no sé qué clase de brujería es esta, pero no es normal...

BANDIDO 3 — ¡¿Ahora nos echarás la culpa de los desastres naturales, también?! ¡Por favor!

BANDIDO 2 — ¡Estas nubes y esta oscuridad las hizo un brujo!

BANDIDO 4 — ¡Ningún brujo tiene la capacidad de alterar el clima!

BANDIDO 2 — ¡No que lo sepa un brujo mediocre como tú!

JEFE — ¡Basta!

Una sombra acechante se mueve como una ráfaga de aire detrás de las carretas, asustando a los últimos hombres de la caravana.

BANDIDO 5 — (Aterrado). Algo nos sigue...

BANDIDA 6 — Es sólo el viento... ¡No seas gallina!

La sombra vuelve a pasar, ahora mucho más cerca.

BANDIDO — ¡TE DIGO QUE HAY ALGO AHÍ!

BANDIDA 6 — ¡¿Qué de...?!

Pasa una tercera vez, siendo avistada por todos.

JEFE — ¡JÚNTENSE!

Uno de los que iluminan es arrastrado lejos del grupo. AGNUS lo apresa entre sus manos, sin tener que esforzarse para inmovilizarlo.

AGNUS — Si no hay un pueblo que sea testigo, no hay ley que valga...

Toma al rehén por la cabeza y los hombros, y le muerde la garganta, despedazándola con sus colmillos.

La mayoría de la caravana huye despavorida al presenciar aquello; otros pocos intentan defenderse, inútilmente, ya que el vampiro desaparece de un segundo a otro.

En medio del pánico, CAM se aproxima y aprovecha para llevarse dos de los sacos con la mercancía.

Viaje a la Tercera RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora