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Yin Yang - Matt Sturniolo

Lunes, 1 de diciembre.

Estoy corriendo por mi apartamento en busca del ascensor para no llegar tarde. Ya que, estoy intentando ser puntual. Pero igualmente, tengo unas pintas que cualquiera que me vea en estos momentos, se reiría de mi, porque debido a mis prisas , no me ha dado tiempo anteriormente en fijarme de como me veo. Además, ayer estuve estudiando hasta tarde, porque esta semana esta llena de muchos exámenes, así que, con las ojeras que debo llevar, debo parecer un zombie.

Ya delante del ascensor, me meto dentro pensando en que, en estas horas, por suerte no voy a tener ningún vecino como compañía. Pero al parecer, antes de que se cierre la puerta de este, divido a Matt con la mirada y en cómo se adentra dentro del ascensor.

—Buenos días— Me saluda mientras que se apoya tranquilamente en una de las paredes que nos rodea.

—¿Qué haces aquí?

—Vivimos dentro del mismo edificio, por si no te habías enterado.

Si, desgraciadamente hace mucho tiempo desde que sé de tu presencia dentro de este edificio.

Doy un largo suspiro y asiento con la cabeza, esperando de que llegue el momento donde podamos salir del ascensor. Pero cuándo este empieza a bajar, oigo en cómo emite un sonido metálico extraño y se para. Dejándonos así, atrapados dentro del ascensor.

—¿Qué está pasando?

—Parece que se ha roto el ascensor.— Le respondo frustrada.

—¿Qué?

—Pues que se ha roto, al parecer un mecánico vino hace tiempo y dijo que el ascensor estaba en perfectas condiciones. Y acabamos de descubrir justo lo contario.— Le respondo angustiada por la idea de llegar tarde a la universidad.

Así que, rápidamente intento llamar a algún especialista en esto para que nos pueda ayudar a salir, pero, me fijo en como mi móvil, al parecer, se ha quedado sin conexión. Dejándonos así sin la posibilidad de poder contactarnos con alguien que nos ayude a salir de aquí.

—¡No me lo puedo creer!— Comento al no tener ni idea de cómo poder salir de esta situación mientras que a la vez, me dejo caer al suelo frustrada.

Al parecer, Matt lo nota y se acerca a mí.

—No te preocupes, ya se que no podemos hacer nada, pero de momento, lo mejor que podemos hacer es esperar.— Me responde tranquilo, a la vez que, intenta consolarme acariciándome la espalda. Pero, sin querer parecer vulnerable, me zafó de sus caricias.

—No me toques— Le digo enfadada, ya que, aún no me he olvidado de la broma pesada que me hizo quedar en ridículo enfrente de toda la universidad, además del castigo que nos puso ese mismo día la directora, dañando así, mi reputación como alumna.

—Veo que aún estás mosqueada por la broma que te hice, pero debes de entender, que gracias a eso, ahora eres más popular— Dice él diciéndome de forma burlona.

—Pues que sepas que, gracias a tu "mini" broma, la directora nos puso un buen castigo. Y si sigues diciendo más estupideces te voy a dar una cachetada incluso más fuerte que la que te dí ese mismo día, unineuronal.— Le advierto mientras que ruedo los ojos, y para no aburrirme y evitar a toda costa nuestra comunicación en estos instantes, me pongo a leer.

Aunque no me puedo concentrar mucho en mi lectura, ya que, el ambiente en donde nos encontramos, es bastante incómodo. Así que, cuándo intento desviar mi mirada hacia Matt, me fijo en cómo ya me estaba mirando.

Ay dios, pienso avergonzada. Porque aunque lo odie con todo mi ser, no puedo negar en qué cuando nuestras miradas se cruzan, me quedo fascinada con sus magníficos ojos azules.

¿Pero qué estas diciendo Estela?

Ya sin poder aguantar ni un segundo más el hecho de estar atrapada con él, le pido inocentemente ayuda para un plan que tengo planeado para poder huir cuanto antes de aquí.

—Lo único que necesito de ti es que me sujetes las piernas, para poder llegar al techo y  comprobar en si están en orden los cables que hacen que funcione el ascensor, ¿entendido?— Le comento el plan y él asiente.

Ya estando a la altura del techo gracias a su ayuda, compruebo quitando una rejilla que se encuentra al lado de unas luces , el hecho de si están en buen estado todos los cables que se encuentran dentro de este. Pero veo en cómo hay miles de cables desenredados, así que cuidadosamente, intento desenredarlos.

—No sé cuanto tiempo necesitas que te sujete las piernas, pero que sepas que desde aquí abajo tengo unas muy buenas vistas en estos momentos.

¿QUÉ?

Avergonzada y con mis mejillas rojas cómo tomates, me dejo caer a toda prisa. Provocándome así, un daño profundo al sentir mi cuerpo tocar el suelo. Porque es cuándo me doy cuenta que la muy tonta y inocente de yo no estaba pensando en que, al idear este plan, no me había percatado de que, en el momento en que él me sujetara las piernas, llevase falda.

—¡TÚ!- Le digo echando humos por la nariz, mientras que llego hasta él señalándolo con el dedo en su pecho. —Eres tan...

—¿Perfecto, irresistible?— Me responde él guiñándome un ojo.

—Imbécil.— Le respondo a punto de decirle unos cuantos sinónimos más de lo que acabo de decir, pero, por suerte, veo en como el ascensor al fin parece volver a funcionar y cuando veo que las puertas se abren, salgo corriendo a toda prisa. Me fijo en mi reloj, donde indica que aún quedan unos minutos para que empiecen las clases, pero igualmente, no sé en cómo ir hacia ahí ya que, probablemente el tren ya se haya ido. Así que me quedo perpleja, pero de repente, veo en cómo aparece Matt a mi lado.

—Parece que no tienes con quién llegar a la universidad. ¿Quieres que te lleve?

Lo pienso por uno segundos, y aunque no es lo que más me apetezca, es la única opción que me queda. Así que asiento derrotada.

—¿Con moto?— Le pregunto al ver en cómo se sube encima de una moto roja y negra mientras que se coloca su casco.

—Si, ¿Qué esperabas, una limusina?—Me dice intentando imitar mi voz.

—No idiota, pero no me pienso subir a una moto, y menos que esa moto sea tuya.

—Pues es la única opción que te queda si no quieres llegar tarde, empollona.

Ruedo los ojos a la vez que me subo a la moto a regañadientes mientras que me pongo un casco.

Cuándo empieza a conducir, intento no aferrarme a él ya que no le quiero dar ese privilegio, pero, con mi miedo y mi poca experiencia encima de este tipo de vehículos, hago todo lo contrario, dejándome llevar por el momento.

𝗬𝗜𝗡 𝗬𝗔𝗡𝗚 | 𝗠𝗮𝘁𝘁 𝗦𝘁𝘂𝗿𝗻𝗶𝗼𝗹𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora