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Yin Yang - Matt Sturniolo

Al cerrar bruscamente mi puerta luego de haber discutido con Matt, me dejo caer de espaldas lentamente mientras que me abrazo las rodillas con mis brazos. Simplemente estoy pensando en lo que acaba de ocurrir hace solo unos instantes, en como Matt y yo hemos cenado, me ha empezado a hablar de ese tema y luego recuerdo yo haberle dicho cabreada que básicamente eso no era asunto suyo.

Pobre chico.

Y aunque sea raro, estoy de acuerdo con mi subconsciente esta vez. Es decir, es verdad que me haya querido ayudar no quita el hecho de que aún me caiga fatal y tal... (por su arrogante personalidad y sus bromas pesadas). Pero, eso no justifica la manera en la que le he hablado, ya que creo que he sido bastante descortés.

¿Y ahora te das cuenta?

Nerviosa, me levanto del suelo y empiezo a dar vueltas alrededor de mi casa como una loca sobre pensando las cosas recientemente sucedidas. Los pobres de mis gatos, deben pensar que estoy fatal de la cabeza, debido a su mirada que me lanzan silenciosamente, siguiéndome con sus ojos cada torpe paso que doy.

—A ver Estela, no seas cobarde... Debes de pedirle unas disculpas.— Me digo a mi misma, viendo mi silueta reflejada en una de las ventanas de mi salón. Doy unas largas respiraciones para calmar mis nervios, que hace unos minutos han salido repentinamente.

Decidida, con el helado de brownie que anteriormente había traído Matt de su casa, cojo dos tarrinas grandes y dos cucharas. Vierto sobre los recipientes el helado, y pongo un poco de virutas encima de los helados y, sosteniéndolos, me dirijo hacia su apartamento.

Rápidamente y sin pensarlo, toco el timbre de su puerta con miedo a qué se puedan derretir los helados por causa de mis manos ardientes y sudorosas. Al instante, la puerta se abre, dejándome ver a Matt con una cara cansada. Sin ni siquiera haber dicho nada y de manera educada, se aparta de la puerta y hace un gesto con su brazo dejándome pasar a su casa.

Con mis zapatillas de Hello Kitty, doy unos pasos lentos pero fugaces a la vez, hasta quedar al lado de la encimera de su cocina. Él, obviamente me mira expectante y curioso, seguramente cuestionándose el por qué he venido, y por qué demonios estoy sosteniendo dos tarrinas con helado dentro. Cojo aire y le digo:

—Seguramente te estés planteando la razón por la que he decidido venir hasta aquí... Y la respuesta es porque me siento arrepentida de cómo te he hablado, lo siento.— Le cuento, mirando el suelo avergonzada. Siento conforme lo último dicho, pasos suyos que se acercan cada vez más y más hasta quedar a escasos centímetros de mí.

—No hay nada de que disculparse, creo que el que debería dar unas disculpas soy yo. No debería haberte intentado dar consejos sin ni siquiera saber mucho de tu situación...— Me responde a la misma vez que con su mano, levanta mi barbilla, para poder hacer contacto visual. Apenas intercambiamos miradas, me quedo fascinada al ver sus brillantes ojos azules.

—Ya sé que estás embobada por mí, pero, ¿Problema solucionado?— Cuestiona él, con una sonrisa socarrona puesta en su rostro. Ruedo los ojos y le digo:

—Te lo juro que eres tan...

—¿Tremendamente bueno?— Me interrumpe él.

—Tremendamente idiota.—Le respondo, corrigiéndole las últimas palabras salidas de su boca. Y estoy a punto de empujarle al oírse reír a carcajadas por mi respuesta, pero recuerdo que estoy sosteniendo los dos helados en mis manos. Él al parecer, se da cuenta que estoy pensando en las dos tarrinas que tengo en mis manos y me dice:

—¡Que buena pinta! ¿Por quién es el otro helado que tienes en tú mano?— Anuncia él, indirectamente. Pero debido a que todo a vuelto a la normalidad, no le dejo salirse con la suya, porque le respondo:

—Oh, estas dos tarrinas las he traído enteras para
mí.

—¿Enserio? Es muy raro que hayas traído dos, en vez de solo una..—Dice Matt, acercándose de nuevo a mi. Yo doy pasos hacia atrás hasta estamparme con una pared y él enfrente mío.

—Tengo total derecho a comerme estas dos tarrinas de helado de brownie, ¿No crees?— Pregunto mientras que empiezo a saborear lentamente mi helado.

—Lo que creo es, que es una total falta de respeto que no quieras compartir un poco de tu helado conmigo, ¿Cierto?

—Ni en tus sueños.— Le respondo mientras que con una de las cucharas, le ensució de helado la cara. Al instante, me río a carcajadas y velozmente, sin que ni siquiera pueda llegar a responder, corro hacia mi apartamento, cerrándole la puerta en sus narices. Y a lo lejos oigo un "¡Te las voy a pagar!"

જ⁀➴

Lunes, 10:30 de la mañana

El resto de la semana pasada sucedió en un abrir y cerrar los ojos, incluido el fin de semana. Camila, al llegar de nuevo a Boston, me contó en como le fue su viaje con todo lujo de detalles. Y yo, como novedad le conté que alrededor de la semana, me pusieron otra exposición oral para este lunes. Es decir, hoy, pero esta vez es más aterrador debido a que lo vamos a tener que hacer individualmente y va a ser de un proyecto de matemáticas.

He estado cuatro días practicando día y noche por esta presentación, y esta vez, con una nueva perspectiva sobre el trabajo. Durante este tiempo, me he esforzado mucho en mejorar mi dificultad al tener que presentarme delante de muchas personas. Por suerte, con la ayuda de Camila y Nick, ( que he estado relacionándome mucho con él estos últimos días), tengo mejores expectativas del trabajo.

Me encuentro en la tercera sesión de clase, y al parecer, Matt no ha venido. Pero, en ese momento le resto importancia debido a que Leah, la profesora de matemáticas, llega a nuestra sala.

Media hora más tarde, al haber hecho mi exposición de mi trabajo, obviamente me siento con nervios a flor de piel y temblando, pero, por suerte, creo que está vez me ha salido mejor. No he hablado con total fluidez y me he trabado un poco, pero aún así, creo que me ha salido bastante bien. Cosa que es un gran avance.

𝗬𝗜𝗡 𝗬𝗔𝗡𝗚 | 𝗠𝗮𝘁𝘁 𝗦𝘁𝘂𝗿𝗻𝗶𝗼𝗹𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora