Parte 4

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A los dragones les gusta el fuego y el calor.

A Aegon le gustaba más el agua. Se sentía libre de cualquier presión en sus metamorfosis, pudiendo nadar muy lejos de todos, a pesar del profundo dolor en cada una. Pero desde su matrimonio eso había sido un inconveniente.

Había pasado tres abortos involuntarios, pues el sufrimiento que tenía cuando adquiría su otra forma hacía difícil poder llegar muy lejos en ello, y empezaba a desesperarse. Su madre pudo pasar cuatro embarazos sin problemas, él sólo quería a un cachorro sano y parecido a su alfa de ser posible.

Su esposo no lo culpó, por supuesto. Jacaerys era noble y amable, el mejor esposo que pudo haber tenido.

—¿Así está bien?

—Sí, gracias.

Jacaerys dejó la chimenea, y se sentó junto al omega en la alfombra, tomando sus manos sonriendo.

—Egg, ¿Quieres un regalo para recibirte cuando regreses?

—¡Una noche apasionada y muchos besos con mi esposo!– Respondió emocionado Aegon, rodeando su cuello con los brazos, y posó sus labios en las mejillas ajenas.

—¿Seguro? ¿No quieres vino?

—Lo he dejado. Soy un omega consorte, debo dejar de ser descuidado– Miró a los ojos esmeraldas, esperanzado esta vez no estuviera esa neblina oscura en la mirada de su marido.

Desgraciadamente, a pesar de Jacaerys sonreírle, sus ojos mostraban tristeza. Besó la frente del omega, dando una leve palmada en la espalda.

—No le prestes atención a la corte, sé cuánto amas beber. Haz lo que te haga feliz.

"Pero te amo más a tí", quiso decirle Aegon, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

Jacaerys desvió su vista al fuego, suspirando con añoranza.

El pecho de Aegon se hundió, entendiendo debía estar otra vez maquinando mentalmente ese mismo escenario, bajo la calidez de la chimenea y la tibia alfombra, con alguien más.

Aunque llevaban un año casados, originalmente Jacaerys quiso unirse a Baela. Y se lo pidió a su madre. Pero Rhaenyra tenía otros planes para su hijo: presionarlo a pedir a uno de los hijos omegas de Alicent, y así limar las asperezas entre las familias. El obediente heredero por primera vez quiso desobedecer las indicaciones de su madre, y su constante negativa casi hizo se echara para atrás.

No obstante, Viserys pensó era la mejor manera de unir a la familia de una vez por todas. Dió la orden Jacaerys se casaría con alguno de sus hijos.

Para el primogénito de Rhaenyra toda la corte intervino y sugirió con fuerza eligiera a Aemond. Daeron era un beta, sería imposible tuviera hijos para Jacaerys, en cambio el segundo hijo varón del rey era un omega fértil.

Pero de forma inesperada, Aegon recibió la noticia Jacaerys lo escogió a él. Él estaba resignado nunca tener en su vida ninguna propuesta, era algo enfermizo y para un Targaryen no poseía la misma exhorbitante belleza sin importar sí tuviera sus rasgos valyrios, sin contar cómo perdió la doncellez un día que prefería no recordar a sus trece años. Las sombras caían bajo sus ojos, y su cuerpo tampoco era esbelto. Incluso su hermano Aemond aún sin un ojo llamaba más la atención, y recibía intentos de cortejo (la mayoría salían corriendo al conocerlo).

Jacaerys fué diferente, él pensaba Aegon era más atractivo, y su relación con su tío mayor era mejor. La reina se apresuró a llevar a cabo la boda, pensando su hijo no encontraría ninguna otra oferta mejor ahora que era obligatorio se llevara a cabo la boda con uno de sus cachorros.

Perlas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora