—¿La encontraron?– Los ojos de Lucerys traían cierta desesperación, y desconcierto, mientras el maestre suspiraba.
—No, su alteza. Sólo era un omega tratando de engañarnos.
—¡Descansen el resto del día, y luego sigan buscando!– Ordenó Lucerys rascando el puente de su nariz.
—¿Y sí llegamos a encontrar a la sirena mientras usted sigue en su viaje?
El castaño se lo pensó un momento, y le echó un vistazo a Aemond esperándolo en el salón, bebiendo una taza de té apacible. Volvió hacía el maestre, respondiendo:
—En ese remoto caso, puede quedarse hasta que regrese. Me encargaré yo mismo.
—¡Sí, su alteza!
El maestre se marchó y Lucerys volvió con su tío, el cual dejó la taza, alzando la barbilla como si de una reunión de guerra se tratara. No había olvidado lo que dijo su sobrino cuando lo oyó cantar con Aegon, "sus voces son iguales a las de sirenas", exactamente eso declaró y Aemond aún recordaba Joffrey (el único que descubrió el secreto por accidente al ser testigo de la primera metamorfosis de Daeron, aunque sólo le dijeron que era algo exclusivo de Daeron), una vez fué rechazado corrió con sus hermanos. Si por despecho les contó sobre ese secreto a Lucerys o Jacaerys, significa Lucerys podría atar los cabos y confirmar sus sospechas sobre que la sirena que lo salvó era nadie más que Aemond, por consecuente Aegon también y tendría explicado sus desapariciones cada dos lunas.
—Relájate, tío, parece temes pueda apuñalarte– Replicó el castaño, y Aemond sonrió despectivo.
—No acostumbro hablar con gente que me ha mutilado, como seguro cualquiera podría intuir.
La sonrisa en el rostro del castaño flaqueó, mirando por el rabillo del ojo la cicatriz y el parche al costado de la cara de Aemond. Contuvo un suspiro, y revolvió frustrado su mata de cabello oscura.
—Cierto... Lo lamento.
—Ajá– Respondió indiferente, sin recordar cuántas veces ya lo había oído repetirle esas dos palabras, pero decirlo mil veces no convertirán en verdad una mentira.
No supo si fué su imaginación, pero Aemond vió a su sobrino inclinarse hacía delante. y una de las manos ajenas hacer un amago como si pensara tomar su mano junto a la taza, pero en lugar de eso el castaño sólo la reposó sobre la mesa, y adoptó una expresión seria, posando sus ojos verdes en el rostro del platinado.
—¿Qué ha pasado con ellos?
—¿De qué hablas?– Aemond fingió no entender.
—Joffrey me dijo Daeron lo rechazó. Tío, todos aquí sabemos tu hermano ha correspondido al mío desde la infancia– Contestó, frotando sus palmas. Aemond tenía claro ese gesto de su sobrino sólo lo hacía estando nervioso, algo debía estar ocultando.
—¿Estás seguro? ¿No dijo nada más?
—¿Qué?– Lucerys parpadeó varias veces, con sorpresa, y humedeció sus labios– En realidad, no, sólo... Me dí cuenta Jace y Aegon no están como siempre.
Aemond aterrizó un segundo su vista en los labios que anteriormente estaban resecos, distraído, y entonces se reprendió mentalmente por sus hormonas. Hizo lo posible por controlar sus feromonas antes que el otro se diera cuenta, volviendo a pensar en lo importante: Joffrey no traicionó a Daeron, sólo habló sobre el rechazo y la situación del matrimonio de Aegon.
Era buena noticia, Daeron se alegraría.
Según escuchó parcialmente mientras Daeron y su madre conversaban sobre el tema de la propuesta, pues estaba distraído atendiendo al rey con su canto de sirena, creía entender a Daeron decir que Joffrey podía escuchar sus pensamientos. Significaba sus sentimientos eran muy sinceros.
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Perlas de Amor
FanfictionMuchos descendientes de la casa Hightower tienen un secreto: pueden transformarse en sirenas. Aemond sin querer salva a Lucerys, y aunque Lucerys no sabe quién fué la sirena que lo salvó decidirá casarse con quién resulte ser la sirena. Para ello, A...