Parte 14

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Si se corría la voz alguien atacó hasta casi matar a Lucerys, uno que al igual que él pertenecía en aquel tiempo a la tripulación de Corlys, eso motivaría a más personas a cometer lo mismo. También explicaba por qué Lucerys se obsesionó con mejorar sus habilidades.

—Mi príncipe, admito el capitán no es mala persona pero no le recomiendo acercarse, hay veces que por mucho guardemos cierto aprecio por alguien es mejor guardar distancia– Comentó Alyn clavando sus ojos sobre la cicatriz de Aemond. El omega normalmente se incomodaba si alguien veía ese lado de su cara, pero el alfa no mostró ninguna señal de desagrado, sólo una sonrisa débil gentil.

El alfa iba a irse, no obstante, Aemond se interpuso y preguntó:

—¿Hay una razón personal para que pienses así? Más allá de su sangre fuerte y todo eso.

Alyn se mordió el labio inferior agachando la mirada. El omega notó sus puños se apretaban a los lados, así que usó sus feromonas para calmarlo y finalmente, luego de unos segundos en silencio, el otro le confesó:

—Mi padre era Vaemond Velaryon.

El ojo sano de Aemond se abrió más de lo normal, conmocionado. Sin saber qué más hacer, rodeó al alfa entre sus brazos aunque Alyn insistió débilmente que no tenía que molestarse en eso, pero el omega no pudo contener su abrumadora compasión. Vaemond fué asesinado en un juicio por la herencia de Driftmark, mientras Corlys estuvo enfermo con riesgo de muerte y su cuerpo en lugar de ser entregado fué dado a Sirax. Cuando sus familiares reclamaron, a la madre de Alyn y otros de la casa Velaryon se les cortó la lengua. Todo por querer defender lo que no era de unos Strong no reconocidos.

Alyn no había recibido ningún abrazo ni consuelo cuando su padre murió y su madre quedó muda de por vida, sólo hubo miedo e intimidación, rencor y rabia. Escuchó la voz de Aemond susurrando “lo siento”, entonces su respiración se cortó y sus manos subieron a la espalda del omega, devolviendo el abrazo. Era claro que el príncipe no era alguien sentimental, sino tenaz y de fuerte carácter, por eso Alyn no pudo evitar sus ojos humedecerse.

Sin embargo, también se dió cuenta con tristeza que el omega ocultaba un poco del aroma de Lucerys en él.

—¡Hey, no te retrases, novato!– Exclamó Cotton entrando al almacén de la cocina, sin mirar a los otros dos– ¡Primer oficial, necesitamos convenza al capitán de que es imperativo cruzar el Mar Angosto una vez volvamos a zarpar!

—Gracias– Alyn susurró acercándose al oído de Aemond y el omega sintió un escalofrío con los labios del moreno rozar su cara antes de salir del almacén.

Se mordió el labio inferior, dándose cuenta parecía Alyn no estaba bromeando con su coquetería. Sería mejor hablar de eso cuando se presentara la oportunidad antes de ilusionarlo más.

Aemond nunca antes había agradecido tanto no tener los hombros gráciles que solían tener los de su casta, gracias a eso no se quedó tan atrás ayudando a sacar el suministro de agua que usarían en la cocina del barco. Junto a Cotton reabasteció para el cocinero y éste le miró como si fuera un monstruo marino.

—Gra-gracias...– Balbuceó el susodicho.

—¿Doy mucho miedo?– Preguntó Aemond desconcertado.

—No, claro que no, alteza– Negó rápidamente el alfa volviendo a su labor con el cuchillo en mano– Si quiere descanse un poco, le prepararé todo lo que pida.

—Pan y agua– Aemond contestó llanamente.

—¿No quiere algo más? Tengo esta miel que él mismo capitán mandó a traer, estas verduras que él importó, esto que jamás había visto pero tiene buen aspecto... Siete, esto sólo lo he visto de lejos, es muy raro...

Perlas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora