Los Hightower y sus descendientes tenían la característica de transformarse en sirenas. Eso se dió desde un día, miles de años antes, que el lord Hightower supo su hijo y nietos estaban atrapados en una tormenta dentro del mar y rogó por algo que los salvara. Con los años, la magia siguió siendo transmitida, como un secreto de padres a hijos, y algunos de las siguientes generaciones perdieron esa habilidad.
Otto fué una de las excepciones, y dejó Antigua sin imaginar sus hijos si tendrían la mágica metamorfosis. Lo mejor era mantenerlo oculto, no querían ser vendidos o que intentaran cazarlos en sus inevitables transformaciones en ciclos muy inespecíficos. Alicent tuvo la esperanza sus hijos no tuvieran que esconder nada, o al menos no todos.
Para su desgracia, todos en algún momento comenzaron con eso. El que más irregular y rápido tenía sus transformaciones era Daeron, una vez mientras jugaba con Joffrey gritó llamando a su madre y el castaño corrió buscando a la reina Alicent. Ella entonces lo encontró en un pasillo junto a Criston cubriendo la aleta del principito con una capa. Daeron tuvo que ser enviado a Antigua por su seguridad.
A pesar que ella fué muy estricta respecto a cuando tuvieran sus ciclos, de todos modos un día escuchó Lucerys le contaba a su abuelo y madre una sirena lo salvó. Contó sobre su hermosa voz, el color de su aleta, y el aroma que pudo oler, aunque no consiguió verle el rostro. El alfa estaba claramente encantado, y quería encontrarla.
—Luke, debiste haber tragado mucha agua de mar– Rhaenyra tomó el rostro de su hijo, y besó su frente– Las sirenas son sólo leyendas y cuentos.
Alicent no comentó nada, limitándose a cubrir con una manta al rey. El color de la aleta le hizo saber quién era.
—Fué real, yo sentí me tocaba– Insistió Lucerys– Y su voz era tan hermosa... También olía muy bien... No pude ni dormir pensando en ella...
La reina contuvo un bufido, estando segura debió ser una alucinacion. Aemond no tocaría a Lucerys.
—¿Qué harás si la encuentras?– Preguntó Rhaenyra.
—Me casaré con ella, me salvó la vida– Respondió el castaño– ¡Lo juré frente a toda la tripulación!
Alicent sabía ni en las peores pesadillas de su hijo Aemond, aceptaría casarse con Lucerys. Él preferiría ser septo de no estar prohibido los omegas se unieran.
—Está bien, quieres casarte con esa sirena, la buscaremos– Viserys pidió acercaran un papel para escribir un decreto.
—Majestad, creer en mitos y leyendas no es... Decoroso. El príncipe Lucerys probablemente vió una alucinacion– Intervino Otto, intercambiando una discreta mirada con su hija– El reino creerá enloqueció.
Alicent abandonó la habitación, y fué directo con su hijo que acababa de terminar su guardia, y volvía a sus habitaciones. Tomó el brazo de su hijo, bajando la voz para hablar.
—Aemond, ¿Salvaste al príncipe Lucerys?
El mencionado arrugó el ceño, diciendo con un voz áspera:
—Sí. Había una tormenta y escuché gritos de un barco, era de noche y estaba muy oscuro. Me fuí antes que pudiera reconocerme.
—Acaba de volver, parece logró ver lo salvó una sirena.
—¿Y qué ofrece? ¿Un ojo por haberle salvado alguien la vida?
—Un matrimonio.
Como se esperó la reina, Aemond hizo una mueca y lanzó un desdeñoso “¡Ja!”, terninando de retirar su armadura para sentarse cerca del fuego. No le agradaba nada la idea. Ahora el bastardo le debía un ojo y una vida, el pago de la enorme deuda era una burla, ¿Estar encerrado obligado a tener cachorros para quien lo mutiló? Ni en un millón de años.
Escucharon Criston pedía permiso para pasar, y se lo concedieron. El guardia miró al príncipe, preguntándole en silencio si era él quien en verdad salvó a Lucerys. Después de todo, su ciclo coincidía con el de Aegon, y el hermano de Aemond tuvo que ser entregado a Jacaerys, sería más creíble de no ser por las características de la aleta que se mencionaron.
—Estaba oscuro, era de noche– Se excusó Aemond.
—El rey sacó el decreto– Informó Criston, y Alicent suspiró exasperada. En verdad su esposo creyó la historia de su nieto casi ahogado– Ahora quien logre saber algo de la sirena viva tendrá una gran recompensa.
—¿Qué planea? ¡Si alguien llegara a vernos así, estaríamos condenados! ¡O mínimo creerán nos hemos vuelto locos creyendo en mitos!– Reclamó Alicent sintiendo escalofríos. Según las leyendas, el canto de sirena podía salvar a cualquiera de una muerte no natural, su carne conceder cientos de años de vida, y sus cabellos buena suerte.
Algunos de sus antepasados hacía cientos de años sufrieron por ser capturados en su tiempo de ciclo, y no quedó nada de ellos. Llegaron tan lejos para probar sus carnes, y contaron cómo atraparon a unas sirenas que les dió muchas ventajas. Los Hightower no supieron de sus paraderos hasta que fué tarde, y la historia era contada por generaciones para que tuvieron claro nadie debía confiar el secreto a otros.
—¿Algo más?– Aemond pudo notar Criston estaba presionando sus labios.
—El príncipe Lucerys quiere verle.
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Perlas de Amor
FanfictionMuchos descendientes de la casa Hightower tienen un secreto: pueden transformarse en sirenas. Aemond sin querer salva a Lucerys, y aunque Lucerys no sabe quién fué la sirena que lo salvó decidirá casarse con quién resulte ser la sirena. Para ello, A...