El remordimiento carcomía a Jacaerys, cada vez aumentaba mientras cruzaba los pasillos junto a Daemon y no veía la caballera plateada de su omega. Su instinto alfa natural era buscarlo, recuperando su salud seguía pensando en él y preguntándose cómo pudo haber sugerido la separación tan fácilmente, tratandolo como si fuera desechable.
—Jacaerys– Daemon frunció el ceño hacía su hijastro, ganándose una mirada del menor– No juegues con mi hija, sé que le dijiste muchas veces que querías serle fiel a Aegon pero tus palabras poco se corresponden a tus acciones, será mejor si no vas a arriesgarte por ella que seas lo bastante claro y firme. ¿Entendido?
—Estaba confundido, eso no volverá a pasar. Alguna vez amé a Baela...
—No era su nombre el que no parabas de llamar.
—¿Qué?– El castaño estuvo sedado con leche de amapola la mayoría del tiempo en los últimos días, no era muy consciente de lo que hacía.
Daemon se detuvo en seco y levantó un brazo ligeramente. Durante unos instantes Jacaerys se preparó para esquivar un golpe creyendo por su expresión de extrema seriedad que iba a golpearlo, pero en su lugar el mayor suspende su mano en el aire unos segundos y luego Daemon se limitó a posarla sobre el hombro del menor. Desconcertado, los ojos verdes parpadearon varias veces y frunció el entrecejo.
—Estuviste todo el tiempo diciendo el nombre de Aegon mientras reposabas.
A la mente de Jacaerys inmediatamente vino la frase que su madre le había dicho, entendiendo de forma súbita la razón: "Lo que tú más pienses y aparezca en tu mente, eso es lo que en verdad deseas".
Apretó los dientes juntos y dirigió su mano sobre el pecho, sintiendo bajo la ropa el collar con la gema que Aegon le entregó. "Su posesión más valiosa y que para él valía como su vida", lo había llamado y aún así se lo entregó.
Su mente fué a un tiempo atrás, el día que Aegon fué abusado sexualmente Jacaerys era un niño y tomó la mano de de su tío mientras la reina deslizaba con sus propias manos la medicina y pomada sobre el cuerpo malherido de su primogénito porque el gran no podía tocarlo, pues Aegon comenzaba a gritar si se le acercaba un alfa adulto. Esa vez Jacaerys le susurró en el oído de su tío que cuando él fuera rey condenaría a todo el que le hiciera daño. Luego durante su último aborto involuntario estuvo convencido era la fuente del sufrimiento de Aegon y se sintió terrible por hacerle pasar por eso una y otra vez.
Flashback
Jacaerys tuvo un mal presentimiento desde el momento en que Sunfyre volaba en el cielo retorciéndose, como si hubiera sido mortalmente herido, y notó que sus guardias abrían y cerraban las bocas, sin mirarlo a la cara. Tenían un aire funesto e incluso los sirvientes intercambiaban miradas entre sí, algunos con sangre ajena en las manos.
—¿Ocurrió...– El castaño tragó saliva y su estómago se enredó como si tuviera una cuerda atando sus intestinos–... Otra vez?
Apenas uno de los guardias tuvo el valor de dar un leve asentimiento, añadiendo disculpas cargadas de pena.
Los brazos del alfa castaño cayeron inertes a los costados, el regalo que había preparado para Aegon descendió a la arena mientras dejaba que dos lágrimas humedecieran su rostro. Quiso dejarse caer en el suelo pero recordó que tenía que ser fuerte, pues había alguien que lo estaba pasando peor. Su omega lo necesitaba. Tuvo que volver antes de la reunión porque su instinto se lo decía.
A pesar que sus piernas se sentían débiles y creyó que se caería en el camino, no desistió y corrió con una sola idea en mente. Debía encontrar a Aegon, lo volvió a dejar solo y nuevamente no estuvo ahí para el momento en que perdían a un hijo. Apretó el collar contra su pecho, ése que poco después de su matrimonio Aegon le regaló pues era su posesión más preciada. Una gema única que a veces se tornaba tibia o fría y resplandecía. Con el tiempo aprendió que parecía tener una especie de conexión a los sentimientos de Aegon, probablemente por una clase de magia, porque entre más feliz estuviera llegaba a ser confortablemente cálido, si estaba mal era lo contrario.
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Perlas de Amor
FanfictionMuchos descendientes de la casa Hightower tienen un secreto: pueden transformarse en sirenas. Aemond sin querer salva a Lucerys, y aunque Lucerys no sabe quién fué la sirena que lo salvó decidirá casarse con quién resulte ser la sirena. Para ello, A...